Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Pretender ser los defensores de la ética y la moral a costa de otros siempre lleva a la contradicción y al ridículo, tal como le ha ocurrido repetidas veces a la izquierda peruana, y como se pone en evidencia en estos días en que han desatado el show del juicio a Alberto Fujimori por el caso de los diarios chicha. No habría ningún inconveniente si cubrieran el proceso con fría objetividad profesional, pero lo que vemos a diario en la prensa de izquierda es una reminiscencia de los diarios chicha que tanto critican.
Tampoco habría ningún problema en que la prensa de izquierda adoptara exactamente el mismo formato que hizo famosa a la prensa comandada por Vladimiro Montesinos para destruir a la oposición. A lo sumo habría solo falta de originalidad. Admitamos que ese es un estilo de prensa bastante usado. El problema de la izquierda es su patética contradicción cuando critica la inmoralidad de ese proceder por parte del fujimorismo sin mirarse en el espejo. Ellos practican exactamente las mismas técnicas con los mismos excesos pero con una agravante: mientras los diarios montesinistas hacían la campaña por dinero (en buena cuenta igual que la publicidad) los diarios de izquierda lo hacen solo por vocación enfermiza de odio.
La prensa de izquierda está realmente incapacitada para criticar la inmoralidad de la prensa chicha del fujimorismo. Hay que tener un poquito de coherencia y de vergüenza. En todo caso podría condenar el desvío de fondos y más nada. Aunque esto es algo que no parece muy lógico cargarle a Fujimori, máxime si se sabe la libertad con que Vladimiro Montesinos disponía de ingentes recursos destinados a la inteligencia. Así que montar otro circo en contra de Alberto Fujimori por este caso revela solamente la insanía mental de la izquierda, que no es nada nueva a decir verdad.
Pero ninguna razón importa acá. No cabe la más mínima duda. Ni siquiera la lógica más elemental es aplicable cuando se trata de condenar a Fujimori. Hay que hacerlo. De ello depende la felicidad de estos sectores que parecen disfrutar el escarnio y el abuso del derecho sometiendo a un absurdo juicio a un anciano que ya está condenado. Nada de eso les importa ni los detiene. Tienen el poder. Ellos son los dueños de la verdad histórica, de la moral y de los derechos humanos.
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