Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
La situación protagonizada por el congresista Michael Urtecho pone otra vez al descubierto (aunque nadie lo quiere ver) el gran festín de fondos públicos que ocurre en el Congreso de la República, cuyo presupuesto se incrementa año a año sin que nadie se atreva a ponerle un pare. Apenas se pudo detener el esperpento burocrático que pretendía crear el mentalmente inestable congresista nacionalista Daniel Abugattás, ex presidente del circo legislativo. Pero todo lo demás cuenta con la bendición silenciosa de los padres de la patria, quienes ya parecen aves de rapiña parapetados en torno al erario público.
A Michael Urtecho se le acusa de una vieja práctica legislativa: contratar como asesores a pelagatos sin ninguna clase de preparación, utilizarlos para labores domésticas y quitarles parte del salario que el Congreso les asigna a los supuestos asesores de los congresistas. Esta es ya una mala costumbre instalada en el Congreso desde hace mucho tiempo. Mejor dicho, desde que se aprobó la indignante farra legislativa de otorgar a cada congresista un séquito de asesores para que le hagan la labor que ellos mismos son incapaces de hacer por ser ignorantes, iletrados e improvisados en la política. Es decir, el pueblo peruano tiene que pagarle al congresista y además a la nube de asesores que debe contratar para que le hagan la labor.
Pero como los congresistas no solo son ignorantes e improvisados iletrados sino, y sobre todo, pendejos, angurrientos e inmorales, y por eso entraron a la política, lo que hacen es contratar a cualquier pichiruchi que les sirva como chofer o empleada doméstica, pagarles una suma razonable por ese servicio y quedarse con la diferencia de lo que paga el Congreso por un verdadero asesor. Así es como se maneja el Congreso hace bastante tiempo. De manera que no hay nada nuevo bajo el sol. Una vez más se condenará el que cayó en desgracia y el resto seguirá con la misma farra y mala costumbre. Lo que la mayoría hace es un simple trueque de favores entre si: unos contratan a los familiares del otro y viceversa para no ser descubiertos en nepotismo. Al final todos se tapan entre si.
Esta conducta delictiva que abunda en el Congreso como norma común no es investigada por nadie. Acá se investiga la gestión de todo un gobierno, como se ha hecho con el de Alan García, para ver si se le encuentra algo, pero las gestiones legislativas pasan olímpicamente de largo sin ser revisadas por nadie. Y todo porque se trata de prebendas. Ni siquiera los más esforzados inquisidores de la política, como el extinto Javier Diez Canseco, hicieron ascos a la gran conchudez congresal que significa conceder una pensión vitalicia a todo el que pasa por el Congreso. Basta que uno pase por el Congreso, aunque sea de forma anónima y sin hacer más que rascarse los huevos o las tetas durante cinco años, para salir con una pensión vitalicia. ¿No es lindo? ¿Han escuchado a algún aguerrido defensor de la moral de izquierda denunciando esto? No, pues hay muchos parásitos de izquierda disfrutando de la vida porque pasaron por el congreso en los 80.
Además de condenar a Michael Urtecho por contratar como asesores a ignorantes para quitarles parte de su sueldo ¿alguien está condenando la nefasta práctica del Congreso de conceder a cada congresista el "derecho" a tener su propio séquito de asesores pagados por el Estado? ¿Hay alguna comisión investigadora que se ocupe de los despilfarros del Congreso en celulares, impresiones, licencias, viajes, oficinas, seguros de salud, beneficios varios, seguridad y otras gollerías? ¿Por qué los congresistas no hacen uso de los hospitales del MINSA o de ESSALUD como hacemos todos los peruanos? ¿Por qué no se pagan ellos mismos sus seguros médicos privados? ¿Por qué tenemos que pagarles todos los peruanos sus seguros médicos privados, sus celulares e Internet?
Lo que hace falta en este país es que la clase política deje de ser una especie de parásitos del Estado y se conviertan en verdaderos servidores. Algún colectivo de ciudadanos indignados debería salir a exigirle al Congreso que elimine todas estas gollerías que solo promueven la delincuencia. Los asesores deben ser solo para las comisiones que se forman en el Congreso pero no para los congresistas. Si un congresista necesita asesores que se los contrate por su propia cuenta. Nadie le manda ir al Congreso siendo un perfecto ignorante. El trabajo se hace en comisiones y es allí donde deben estar los asesores pagados por el Congreso. Ya es tiempo de que se detenga las malas costumbres de esta lacra de aprovechados que llega al Congreso para llenarse los bolsillos con el presupuesto pagado por todos los peruanos.
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