Por Felipe Cortijo
Diversos
actores de nuestra política han empezado a hablarnos nuevamente de una
“reconciliación” entre todos los peruanos. Diversas personalidades nos hacen un
llamado a “pasar la página”, sobre todo después de haber firmado una carta al
presidente Humala felicitándole por la afirmación de la “verdadera justicia” en
nuestra patria. Después de denegar el indulto compasivo a un anciano enfermo.
¿Qué clase de
hipocresía desvergonzada es esta? No hace falta ser fujimorista para sentirse
indignado ante este atropello a la mínima dignidad de una persona. Hay millones
de gentes -entre las que me cuento- que creen que la decisión del presidente
Humala fue prepotente e implacable con el caído. Demasiado mezquino para ser
considerado quizás como estadista, muy predecible para quien hace política, y
notoriamente sesgado hacia la izquierda en su forma de pensar y actuar. Es
decir: ¿Cabe felicitar al presidente por ser tan corto en estatura política?.
Sobre la “verdad”,
prefiero por ahora no decir absolutamente nada, apelo a ese hermoso gesto de
Jesús ante Pilatos, cuando este en tono irónico le pregunta: “La verdad, ¿Qué
es la verdad?”, y Jesús entonces decidió callar, y ni los 40 latigazos le
hicieron hablar. Pero de la “reconciliación”, hoy diré algunas cosas, y como
dijo el castizo: “Lengua sin manos. ¿Cómo osas hablar?”, que no hay peor sordo
que el que no quiere escuchar.
Si de
reconciliarse se trata, no se puede pretender que quienes someten a alguien a
un abuso termine olvidándolo y se arroje a sus brazos en un gesto de fraternal
cariño. Previamente se debe reparar el abuso, o en su defecto, ofrecer una real
y justa compensación. Este es un simple criterio básico de justicia encontrados
en Salomón y Sócrates, fundamentados en nociones de objetividad y universalidad
que no necesitan mayor explicación. ¿Se ha cumplido con este requisito
básico que tiene una “justicia formal? ¿De qué clase de “afirmación de la
justicia” estaríamos hablando?
Resulta entonces injusto, y hasta cínico, exhortar a una
reconciliación que no existe, y no existirá mientras se mantenga una actitud de
hipocresía tan característica de esa clase política que ahora ostenta el
poder. La misma que hoy hace alarde no sólo de prepotencia sobre quien yace
vulnerable, sino que cada día que pasa, da muestras de los pocos escrúpulos
que aún le queda en cuanto a honestidad. Ya no les importa la opinión pública,
malgastan dinero del Estado, protegen a los corruptos, y mantienen a ineptos.
Sobre lo que ellos llaman “justicia” terminaré citando, de nuevo,
a Miguel de Unamuno: “¿En esto de bueno y de malo no entra la malicia del que
juzga? ¿La maldad está en la intención del que ejecuta el acto o no está más
bien en la del que lo juzga malo? ¡Pero es lo terrible, que el hombre se juzgue
a sí mismo, se haga juez de sí propio!” (Del sentimiento trágico de la vida)
Mas siempre habrá una instancia superior, la llaman “justicia divina”. Tarde o
temprano todos nos sometemos a ella. ¡Tengamos paciencia!.
El perú unido lo puede todo.
ResponderEliminarEntonces busquemos la union, y que los comunistas dejen libre a Fujimori!
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