Por Dante Bobadilla Ramírez
Que un ambientalista se meta a la política es lo mismo que lo haga un futbolista o un cambista. Se trata de oficios que no contribuyen en nada al perfil que debemos buscar en un candidato a la presidencia. Muy por el contrario, ser parte de un movimiento fundamentalista debería ponernos en alerta, sin importar si el iluminado pretende salvar el planeta, los animales o las almas. Pero si además este personaje se presenta como el abanderado de las izquierdas del Perú, ya es para encender las alarmas y cerrar las puertas.
El ex cura Marco Arana Zegarra tiene precisamente este perfil. Pasó de ser un iluminado del Señor a ser un agitador antiminero disfrazado de ambientalista. Creo que no hay más que decir de su perfil como agente político. Allí empieza y acaba toda su reseña. Aunque hoy ha cobrado un poder inusitado porque su partidito Tierra y Libertad será ahora la combi electoral del manicomio izquierdista para las próximas elecciones, como lo fue el Partido Nacionalista en la anterior. En buena cuenta, el curita prácticamente tiene la candidatura asegurada, pues sería muy tonto si deja que otro le quite la presa cuando la tiene en su plato. Además, ganas de candidatear no le falta. Así que bien vale la pena empezar a escuchar su prédica.
La verdad es que el evangelio político de Marco Arana es tan elemental como su propio perfil. Tiene exactamente el mismo pensamiento que un estudiante universitario, pero de los malos. Sigue jugando a la guerrita entre buenos y malos, donde él es el bueno que encarna al "pueblo" y lucha contra los "enemigos del pueblo" que vendrían a ser las transnacionales y los "grupos de poder". Este discursito izquierdoso es el mismo que venimos escuchando hace más de medio siglo y que hoy repiten todavía los jovencitos en las universidades infestadas de ultras rojos. Sin duda, la izquierda peruana no ha evolucionado nada. Es la misma que salió a aplaudir la revolución cubana a principios de los años 60 y que hoy la sigue defendiendo sin decoro, a pesar de su evidente y clamoroso fracaso.
De hecho, el maquillaje ambientalista no ha transformado a estos izquierdistas. Apenas les ha dado un nuevo pretexto para oponerse a lo mismo de siempre: las transnacionales. Eso no es ninguna novedad. Todavía siguen cacareando los mismos argumentos de hace medio siglo: "se llevan nuestras riquezas". El único gran avance de la izquierda parece ser que al menos han renunciado a la toma del poder mediante la violencia. Hoy nadie predica la lucha armada. Pero eso no quita que todavía utilicen la agitación social como arma, llegando incluso a niveles criminales y sediciosos.
En el plano de las propuestas, Marco Arana dice tener un "nuevo modelo de desarrollo" que no pasa por la explotación de nuestra riqueza minera. O sea que la actividad que nos genera el 60% de nuestros ingresos actuales quedaría descartada si este iluminado llega al poder. ¿Y cuál sería ese famoso y milagroso nuevo modelo de desarrollo? Es patético escucharlo: el turismo. No es novedad que las propuestas de izquierda estén totalmente desfasadas de la realidad. Esto es algo que a la izquierda nunca le ha preocupado. En un cerebro de izquierda la realidad no cuenta sino tan solo sus grandiosas ideas. Es por eso que nunca pisan tierra. Aunque se llamen Tierra y Libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario