Por Julio Caballero
Alejandro Toledo Manrique nace en
marzo del 46, en Cabana. Fue Presidente del Perú del 28 de Julio del 2001 al
2006, eso es cierto.
Alejandro Toledo se nos presenta
como un emergente lustrabotas luchador y emprendedor, nos oculta que fue sacado
del país por una pareja de norteamericanos que le dieron soporte, educación y
todo tipo de comodidades entre los 6 y 8 años. El apoyo que recibió le permitió
educarse en la Universidad de San Francisco y pasó por Stanford. Tuvo una
participación en un curso, ya desaparecido, como asistente de cátedra en
Harvard.
Este economista viene al Perú y
se muestra como opción de alternancia al gobierno de Alberto Fujimori, pierde
en las elecciones, pero se instituye como opositor al régimen. El 2001 logra el
objetivo: Presidente del Perú. Hasta aquí no hay nada de extraño.
Secuencia llena de dudas que son
parte de la historia: Perú Posible, el partido que da vida a Toledo “nace” de
manera oscura, nunca aclarada en base a una “fábrica de firmas”, de peruanos
muertos, suplantados o inexistentes. Su máxima arremetida, la “marcha de los 4
suyos”, apoyada por todos los llamados políticos tradicionales del país
conocedores de no contar con más del 5% del apoyo popular, hacen un “gambito” a
fin de lograr el poder nuevamente y lo consiguen incendiando la sede principal
del Banco de la Nación y acusando al régimen del hecho. La comunidad
internacional elige creerle a los políticos que viven de sus aportes y le
retiran la confianza al gobierno.
“Eliminado” Fujimori, Toledo
persigue y encarcela a todos los que no lo dejaron ser presidente el 95. Para
lograr ese objetivo otorga muchas herramientas al Poder Judicial del momento y
hace que la CIDH sea referente de justicia en el país.
Rodeado de inventos, falacias,
mentiras, exageraciones, el gobierno de Toledo, con las reglas impuestas por el
gobierno de Fujimori, deja que el crecimiento del país sea importante y
sostenido. No aportó nada visible a su gestión.
Hoy Alejandro Toledo está pasando
por el peor momento de su existencia personal y política: Lo rodean muchos
personajes de su entorno llenos de dinero que no tienen cómo justificar su
tenencia, hacen compras millonarias. El Perú ha adoptado una posición
encubridora y sesgada en el problema. Costa Rica, país en el que se han
realizado las transacciones económicas, ha decidido no iniciar investigación
porque “no hay indicios que sea dinero producto de la corrupción”.
En el Perú esta circunstancia la
están trasladando a que pensemos que no investigará los hechos y eso no es
verdad, una vez más. Habrá investigación, Costa Rica esperará resultados de la
Fiscalía del Perú para incluir la acusación, de haberla, en su proceso.
Tendremos que estar expectantes a lo que viene, que no será borrón y cuenta nueva.
El problema visible, de momento,
es que el periodismo de turno, o ya perdió interés, o ya le ordenaron que no
siga en el tema. Dependerá de nuestro interés directo que sepamos la verdad del
asunto por presión.
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