Por Mariela Lugo (Venezuela)
Venezuela
está preparándose para unas elecciones presidenciales el próximo 14 de Abril. Un
proceso lleno de esperanzas para unos y de dudas y temores para otros. Y no
puede ser de otra manera porque donde no existe estabilidad ni garantías de
ninguna clase tampoco puede existir certeza de nada. El gobierno -para llamarlo
de algún modo- ocupa todos los estamentos del poder, jurídicos y legales. Todo
está hecho a su medida. Lo que llaman “democracia” se maneja al antojo del
gobierno.
Nicolás
Maduro, el hoy omnipotente hijo heredero de Hugo Chávez, habla por todos y hasta
por los muertos. Le dice al país -con harta desvergüenza- que la revolución y
el sacrificio van juntos. Así es como pretende menguar la insatisfacción creciente
de la gente ante la crisis, la escasez y la inseguridad que hoy se padece. Y afirma
el caradura que si votamos por él se fortalecerán los ideales cubano-castristas.
Mientras dice todo esto al sufrido pueblo, su séquito de chupasangres viven como
reyes. Mientras vapulea al imperio yanqui en cada discurso, la costra de
burgueses revolucionarios se va de vacaciones a la Florida y de compras a los más lujosos malls.
Maduro,
como la mayoría de estos revolucionarios de pacotilla, es un ser lleno de odio,
de pasiones escondidas y mente retorcida y maligna, que sueña con usar las armas
si alguien se revela. Es el soldado que hubiese querido Hitler para cumplir sus
últimas órdenes mientras el mundo acaba sobre él.
Por
su parte la oposición tiene su mejor carta en Enrique Capriles Radonsky, un
luchador por las causas sociales que siempre ha sido respaldado por la gente
que se niega a ser de izquierda. Comprometido con el país, nunca le ha dado la
espalda al necesitado. De ideas claras y hechos concretos, ha sido Alcalde de
Miranda en varias ocasiones y hoy mismo ejerce dicho cargo. Su gestión ha sido
intachable. No le teme a nada ni a nadie. Ha retado a Maduro a debatir sin
recibir respuesta.
Este
es el panorama electoral de Venezuela. Pero no debemos olvidarnos que el Consejo
Nacional Electoral está dirigido por TIBISAY LUCENA, una chavista que no tiene
recelos en mostrar sus afinidades con el régimen. Es la que manipula los votos
y delata a los votantes contra el régimen para que sean echados de sus puestos
públicos. Muestra su sonrisa irónica junto a su brazalete chavista en el brazo
burlándose de todo país en cada elección. Así nos enfrentamos como ciegos en
este nuevo intento para derrocar a este
sistema nefasto que nos arropa con sus inmundicias ideológicas y su
miseria práctica.
El
ciudadano es estafado una y otra vez en cada proceso electoral, pero una y otra
vez se llena de esperanza para poder ir a votar porque la esperanza es lo único
que alimenta a este pueblo que no se resigna a la mediocridad y el engaño. Es la única manera posible de sentirnos
venezolanos y responsables por esta patria que, aunque suene retórico y
repetitivo, la libertó don SIMON BOLIVAR con la esperanza de ser cuidada y respetada
por sus gobernantes. Lástima que hoy es solo el botín de los hambrientos de
poder y de dinero. Que el mundo sepa que aquí las elecciones no se pierden por
votos sino por falta de moral, decencia y principios de una nueva clase de políticos
que han pervertido todas las instituciones de la democracia para eternizarse en
el poder. Pero mientras tengamos la posibilidad de poder expulsarlos por los
votos este 14 de ABRIL estaremos allí votando por VENEZUELA.
LA ESPERANZA Y UN OPTIMISMO NERVIOSO ES LO UNICO QUE SOSTIENE LA MORAL DE ESTE PAIS. OJALA PUEDAN SALIR DE ESTA CRISIS POLITICA Y SOCIAL.
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