Por: Felipe Cortijo Medina
Atribuirse el
triunfo del No por la astucia maquiavélica de determinados actores políticos es
francamente risible. Es ridículo creer a estas alturas que el PPC y PPK hayan
sido los motores del impulso final del voto de la ciudadanía hacia el No. Nadie
pudo prever el desenlace que ya ha pasado a ser uno de los fenómenos políticos
más importantes de los últimos años en Lima. El voto limeño no pudo ser direccionado tal como se dio, nadie pudo
influir en esa decisión de marcar 19 veces No a la izquierda de la cédula y 20
veces Si a la derecha de la misma, fue un voto pensante.
Me río
sobremanera de la ingenuidad de uno y otro bando, y ya se vuelven a ver las
actitudes de soberbia y autosuficiencia en Lourdes Flores, Raúl Castro, y
también de la inefable Susana Villarán. Si algo queda claro es que no han
aprendido absolutamente nada de esta insólita e inesperada experiencia. La
necedad en política termina por sepultar los deseos de alcanzar el poder. Ahí
vemos a Julio Cotler aconsejando un reacomodo de las fuerzas comunistas con
miras al 2014, y lo más absurdamente torpe, lanzar de candidata a Marisa Glave,
la generadora de toda la debacle de esta administración municipal, ¿se puede
ser más necio en alguien que se declara científico social?, ese es un acto
clamoroso de miopía prejuiciosa, no soporta un examen.
Pero lo peor
no es esto. Se intenta reconstruir (yo diría experimentar) la administración
del nuevo gobierno municipal metropolitano con un gobierno de “ancha base”,
idea lanzada al aire como globo de ensayo para ver la reacción de ambos lados.
Increíblemente, la que se muestra reticente a este experimento es la misma
Susana Villarán, quien alega que sea demasiado pronto para decidirlo, es más,
para ella la ciudadanía “no se ha mostrado descontenta con su administración”,
sino todo lo contrario, le ha dado un voto de confianza.
Por más que
parezca absurdo, la clase política esta convencida, a pesar de todos indicios,
que las campañas se limitan a publicidad y dinero para convencer a la gente. Hasta
hoy no se ha hecho una real autocrítica de todo su desempeño en este proceso
electoral, ninguno de los dos bandos contrarios lo ha hecho. Y es que lo
primero que deberían tener en cuenta es que ninguno de los dos consiguió su
objetivo, ninguno pudo preveer el resultado del 17 de marzo, pero ya no se
puede ir en contra de la estulticia de los políticos, finalmente se celebraron
pírricas victorias.
El voto limeño
en la revocatoria fue un voto pensante, inteligente, Lima no es provincia, no
se deja llevar fácilmente por consignas políticas, no son masas adoctrinadas
como las de Gregorio Santos y el ex cura Marco Arana. Lima, léase bien, fue el
último reducto de la lucha contra el terrorismo, estamos conscientes y somos
especialmente susceptibles a las demostraciones de violencia, y a los que
apoyan o la practican. El voto del 17 de marzo fue un voto contra la absurda
administración de algunos políticos vinculados directa o indirectamente a la
violencia política. El ciudadano reconoce en Marisa Glave y Eduardo Zegarra (además
de la propia Villarán) a dos responsables de las consabidas políticas progresistas
que llevaron a una situación de hartazgo. Han estado a solo un paso de ser echados
de la manera más vergonzosa, con a una alcaldesa que nunca supo gobernar con
prioridades y medidas realistas. Después de todo es una alcaldesa netamente caviar.
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