Hay una profunda incoherencia en que unos burócratas asalariados que jamás han hecho empresa ni generado empleo alguno hagan leyes laborales. Del mismo modo resulta curioso que se preocupen tanto del sistema privado de pensiones y nunca se ocupen del desastre de la ONP en manos del Estado. Parece que ya debemos pensar en candados constitucionales para impedir que una plaga de burócratas progresistas atenten contra la realidad del mercado, de las empresas y los trabajadores. Desde su creación, las AFPs han estado bajo el acecho del progresismo y en la última década no han cesado los intentos por reformarla. Incluso la Gran Transformación soñaba con eliminarlas al estilo argentino, donde el Estado progresista de CFK le robó sus aportes a millones de trabajadores, lo cual fue celebrado por la peste progresista que domina esa nación.
Lo que el progresismo no tolera ni perdona es que unas empresas privadas ganen tantos millones. Cada vez que escuchamos al congresista Jaime Delgado debemos volver a oír el cansado argumento de los millones que las AFPs vienen ganando. Eso les parece simplemente insoportable. Con esa obsesión en mente, el progresismo nacional viene inventando en la última década diversas formas para afectar las comisiones de las AFPs. Se han vuelto creativos y originales con sus propuestas. Llegan a engañar al público aduciendo que lo que quieren es defender a los afiliados. JDC propuso una especie de sindicato de afiliados que tenga voz y voto en los directorios de las AFPs para decidir dónde se invierte la plata.
Obsesionados con la rebaja de las comisiones inventaron un circo que atenta contra el libre mercado y crea un monopolio a favor de una nueva empresa chilena, que será en adelante la que recepcione a los nuevos afiliados. Lo que también atenta contra la libertad de decisión del ciudadano porque uno debería tener la libertad de decidir a qué AFP quiere ingresar. Todo este desbarajuste anticonstitucional que ya fue recusado en el TC se produce tan solo por la obsesión progresista de afectar las comisiones de las AFPs y así evitar que ganen. La obsesión progresista le va a costar más caro a todos.
El último mamarracho creado por el progresismo de la SBS dirigido por Daniel Schydlowsky Rosenberg ya se pasó de autoritario al obligar a todos los afiliados a cambiarse de sistema de comisiones. Lo peor de todo es que el nuevo sistema le mete la mano al fondo previsional el cual es intangible. Al final nadie sabe cuál de las comisiones será más favorable para los afiliados. Lo inadmisibles es que una élite de progresistas con fiebre anti empresarial se tomen tantas libertades para zarandear un sistema que camina perfectamente bien. Ya es hora de que el Estado se ocupe de sus problemas y deje en paz a las AFPs.
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