jueves, 15 de febrero de 2018

Defender al pueblo o al Estado


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Una de las confusiones más recurrentes de nuestros políticos es creer que los intereses del Estado son los mismos que los del pueblo. Veo en la televisión a combativas congresistas defendiendo con vigor lo que llaman “los intereses del Estado”. Pero no entiendo por qué se dedican a eso, pues a ellas no las eligieron para ese rol que es el de la Procuraduría. Nuestros congresistas deberían dedicarse a defender los intereses del pueblo, que no son los mismos que los del Estado.

Pongamos un ejemplo. Hay congresistas que están empeñados en cobrar la reparación civil de parte de lo que llaman “empresas corruptas”. Bajo esta misma lógica también deberían hablar del “Estado corrupto”. Pero como resulta que la gran mayoría de nuestros políticos son fervientes estatistas y enemigos de la empresa privada, sufren de esta miopía y solo ven la corrupción en las empresas, cuando es obvio que el Estado es el padre de toda la corrupción. Con igual rigor deberían pues hablar del Estado corrupto, del que son parte.

Estos congresistas combinan todos los defectos de la peor de las clases políticas: son populistas, demagogos, ignorantes, irresponsables y estatistas consumados. Algunos, como Yonhy Lescano  tienen el paquete completo. A ellos les importa poco o nada llevar a la quiebra a una gran empresa peruana como Graña y Montero solo por cobrarse la consabida reparación civil a favor del Estado. ¿Pero qué es lo que le conviene al pueblo peruano?

Evidentemente al pueblo peruano en nada le beneficia que el Estado corrupto se embolsique varios millones de dólares, dinero que se diluirá en la maraña anónima de la burocracia y acabará igual en bolsillos de otros corruptos amiguetes del Estado. Al pueblo no le llegará ni un sol de esas millonarias reparaciones civiles que están locos por cobrar. Y si encima eso significa la quiebra de grandes empresas peruanas que dan empleo a varios miles de peruanos y sus familias, es obvio que quienes llevarán las de perder al final de todo este circo histérico será el propio pueblo, como siempre.

Lo que al pueblo le conviene es que las grandes empresas peruanas que dan empleo a más de cincuenta mil peruanos, dinamizando con sus obras la economía de vastas regiones, sigan operando y dando empleos. 

De manera que harían bien los congresistas en dilucidar si lo que quieren es defender los intereses del Estado, es decir, a esa costra de burócratas que forman parte del Estado corrupto, o están allí para defender los intereses del pueblo que los eligió.

Es penoso ver políticos a quienes les parece correcto ponerse del lado del Estado y combatir a la empresa privada. Evidentemente estos señores están más confundidos que cuy en tómbola. Incluso el Defensor del Pueblo asume estas ridículas posturas. Y hay gente que anda tan extraviada en temas políticos que llega a rebuznar frases tan disparatadas como “el Estado somos todos”. 

No señores. El Estado no somos todos. El Estado es la costra de burócratas que se encarga de manejar la cosa pública en el enorme andamiaje de los tres poderes públicos y su interminable red de entidades afines, empezando por los políticos que hacen de congresistas y ministros. Nosotros, el pueblo, no somos parte del Estado; nosotros somos los que mantenemos a ese Estado corrupto e ineficiente con nuestros impuestos, es decir, con nuestro trabajo, tanto en la actividad personal profesional como desde empresas privadas de todo tamaño, empresas con las que resolvemos necesidades de la sociedad, damos empleo, pagamos impuestos, capacitamos, movemos la economía de varios sectores y hacemos grande este país. 

No nos confundan. El pueblo no es el Estado. Y todo político que está en contra de la actividad empresarial privada, en realidad está en contra del pueblo.

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