jueves, 28 de septiembre de 2017

Los sueños de opio de la izquierda


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Fuente: El Montonero

Los intelectuales de izquierda suelen ser buenos embaucadores, pues gracias a su verso ilustrado aparentan ser expertos en todo. Es así como cualquier sociólogo progresista se da el lujo de hablar de economía, condenar el “modelo económico” e incluso mofarse de la confianza empresarial, como si la economía no se sustentara en buena medida en la confianza y las expectativas sobre el futuro. El último artículo de Alberto Vergara, uno de los profetas más venerados por el progresismo local, es un verdadero sancochado donde mezcla la economía, la psicología de los mandatarios y de los empresarios, la institucionalidad, la política, la tecnocracia, El Niño, Odebrecht, Basadre, Nixon, el indulto, etc. Solo le faltó meter al papa y a la selección de Gareca. Al final de tantas piruetas retóricas queda muy poco que rescatar.

Me parece válido criticar a la derecha por conformarse con la economía y no interesarse en las reformas, aunque esta no es una crítica original. Y más allá de esto no le veo nada de bueno al artículo. La perorata navega en la tradicional criticología de izquierdas que no deja títere con cabeza. Basta ser incisivo con la derecha para desatar la algarabía general en el jardín del progresismo, donde todos los infantes le renovaron su leal pleitesía.

Estoy viejo para comprar el sebo de culebra que la izquierda vende hace décadas. Cambian de charlatán, pero el sebo es el mismo. Ahora quieren convencernos de que hay un "modelo económico neoliberal" que es el malo. Siempre lamento que un “científico social” (sea lo que sea eso) hable tanto de economía. Es el clásico problema de la izquierda. Estoy ansioso por saber qué entienden por “modelo económico”. Incluso el “modelo neoliberal”. ¿Cuál es exactamente ese famoso “modelo económico neoliberal” que supuestamente defiende la derecha? Alguien debería explicarlo. En realidad no pasa de ser otro concepto de izquierdas que trata de confundir a la gente.

Desde los noventa nuestra economía se sustenta en la realidad del mercado y la racionalidad en el gasto; que consiste en cuidar el déficit fiscal, mantener al Banco Central fuera de la política y evitar que el Estado emprenda aventuras empresariales, aunque en esto último hemos fallado. ¿Desde cuándo eso constituye un modelo económico? Es como decirle al ama de casa que limitarse al presupuesto y al dinero ganado trabajando es un modelo económico. Y encima “neoliberal”.

En el siglo pasado la izquierda recetaba la economía centralizada bajo control del Estado y dirigida supuestamente al bienestar del pueblo. Era propio del comunismo, y fracasó estrepitosamente en el mundo entero. Obviamente no era ningún modelo económico. En realidad nunca fue más que un delirio político.

Luego llegaron los genios de la CEPAL vendiendo el humo de la sustitución de importaciones. Hoy nos hablan, como gran novedad, del modelo primario exportador y la diversificación productiva. Tampoco son modelos económicos sino alucinaciones teóricas. La economía se sustenta solo en la realidad y un país vive de lo que es capaz de producir en un mercado abierto, libre y competitivo. Toda direccionalidad fracasa. Los genios sociales de izquierda creen que la economía puede diseñarse como si fuera una sala de estar; y tienen lindos modelos para escoger, pensando no en las reales fuerzas productivas, sino en los derechos y la comodidad de la gente. Eso es cualquier cosa menos economía. Alguien tiene que decírselos. La economía es realidad. Todo lo demás es delirio.

Antes de los noventa era normal que el ministro de Economía apareciera cada cierto tiempo en la TV anunciando la nueva lista oficial de precios. Nos decía cuánto iba a costar el arroz, el azúcar, el aceite, la leche, la gasolina, el pan, etc. Ese mundo del absurdo no puede calificarse como “modelo económico”. Quienes padecimos el desastre de un país que vivía con los sueños de la izquierda, controlado por políticos demagogos y burócratas irresponsables, desde un gran Estado todopoderoso repleto de empresas públicas deficientes, hoy respiramos aliviados cuando un nuevo Gobierno anuncia que no irá por ese rumbo. Todo lo demás nos parece irrelevante. Es cierto.

Para no repetir la historia nuestros jóvenes deben mirar a Venezuela. Nosotros ya vivimos esos tiempos de escasez, de colas enormes para comprar productos básicos racionados, del Ministerio de Alimentación que importaba todo lo que el agro dejó de producir (gracias a la maravillosa reforma agraria de Velasco), del abuso de leyes confiscatorias que no respetaban la propiedad privada, la falta de empleo, el control estatal de precios, la prohibición de importaciones, la crisis que empujó a varias generaciones a migrar. Todo eso ya lo vivimos. El sueño de la izquierda fue la pesadilla del país. No queremos repetirlo, de ninguna manera, nunca más.

Pero me parece válido criticar a la derecha por su ociosidad política y su falta de interés en las reformas. Es cierto que no todo es economía y debemos tener cuidado con el desastre que la izquierda está haciendo en la educación y la cultura. Lo que hemos tenido en este nuevo milenio es una seguidilla de gobiernos mediocres, elegidos con los favores de la izquierda e infiltrados de progresismo caviar, que han dejado la economía en piloto automático para entregarse a la demagogia política y social, haciendo que el Estado engorde año tras año, devorando una porción cada vez mayor del PBI y sin revertirle al país mejoras equivalentes. Ese es el modelo que debemos detener cuanto antes. Más aún ahora, que el piloto automático dejó de funcionar y empezamos a caer. Es hora de abrir el capot.

jueves, 21 de septiembre de 2017

El eterno cuento de las reformas en el Perú


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Fuente: El Montonero

“Nada nos va a detener en las reformas” dijo el presidente Kuczynski y se oyeron aplausos. Sin embargo algunos seguimos preguntándonos de qué reformas habla el presidente. Hay una enorme distancia entre el discurso oficial y la realidad. Acá nos hemos acostumbrado a conformarnos con el discurso, el cuento y la pose.

En un país donde se repiten los mismos discursos, la palabra más mencionada es “reforma”. Sin embargo nunca cambiamos la fórmula de darle al Estado el control de la sociedad. Cada vez que alguien hace una “reforma” lo que hace es crear un nuevo organismo estatal. El raciocinio sigue esta línea: ¿hay un problema en la salud? Créase la Superintendencia de Salud. ¿Hay un problema en el transporte? Créase la Superintendencia del Transporte. ¿Hay un problema con el empleo? Créase la Superintendencia del Empleo. ¿Hay un problema con la universidad? Créase la Superintendencia de la Universidad. Esas son las famosas “reformas” que nos imponen en este país. ¿En serio creen que eso es una reforma?

Nuestro problema básico es la gestión del Estado, pero toda “reforma” consiste en reforzar el poder del Estado. Disculpen, pero no entiendo nada. Desde mi punto de vista, cualquier reforma, para ser tal, tendría que ir en el sentido contrario al típico pensamiento estatista fracasado, en vez de seguir con el pensamiento mágico moderno. En otras épocas para cada problema se erigía un templo y se establecía un ritual, hoy se levanta un ministerio o superintendencia y se establecen nuevos trámites y multas. ¿Una vez más: en serio creen que eso es una reforma?

Es patético escuchar siempre el mismo discurso fracasado, repetido una y otra vez como si fueran ideas novedosas y revolucionarias. Los demagogos siguen llenándose la boca con la palabra “reforma” mientras siguen satanizando el libre mercado, el afán de lucro y la empresa privada, orientan a la gente hacía el parasitismo social y la dependencia del Estado. Los jóvenes son adoctrinados en el reclamo de “derechos” cuando ni empleo tienen, y creen que la sociedad les debe algo y que su "derecho" es recibir servicios gratuitos y gollerías tanto del Estado como de la empresa privada. Los acostumbran a creer en el dios Estado.

Por su parte, el progresismo predomina a base del “buenismo social"; es decir, de la defensa de causas “justas y nobles” que no son más que boberías insufribles. Nos llevan al debate de cursilerías idiotas, como las famosas lenguas originarias o la importancia vital del cine, la interculturalidad o la memoria. Y todo eso consiste en una sola cosa: sacarle plata al Estado. Ese es el gran negocio. Hasta la corrupción progresista resulta más fina porque se trata de una argolla de nobles que enmascara su festín como estudios, consultorías, asesorías y publicidad que no sirven para nada.

Los tiempos cambian pero seguimos en lo mismo. Los gobiernos pasan y el Estado crece sin control, la burocracia se incrementa con cada gobierno, el presupuesto aumenta cada año mientras los servicios públicos siguen igual de malos o peores. La corrupción pública no solo aumenta, sino que roba cada vez más y con métodos más sofisticados. Pero seguimos hablando de reformas. ¿Qué reformas? Solo crecen los programas sociales, las políticas públicas, el gasto público, las oficinas públicas, etc. Cada vez que hablan de reformas le sale un nuevo tentáculo al Estado y hay tontos que aplauden la "reforma".

He llegado a la conclusión de que toda reforma es solo una nueva manera de seguir robando sin hacer nada, es el discurso de los políticos embaucadores, la palabrita mágica para que la gente siga pagando impuestos y mantener monstruos burocráticos, adefesios estatales como la refinería de Talara. ¿Por qué Petroperú no vende su suntuoso edificio para financiar su nueva refinería en lugar de pasarnos la cuenta? Si fuera una empresa privada haría eso; pero como es una empresa pública, la tenemos que mantener con nuestro dinero.

Sin embargo mucha gente se indigna cuando se habla de privatizar, de achicar el Estado, de reducir el gasto público y transferir responsabilidades y gestión a los sectores privados. Eso les horroriza pero no el desastre del Estado. Como decía Murray Rothbard, “las funciones del Estado se dividen en dos: aquellas que se pueden eliminar y aquellas que se deben privatizar”. Las verdaderas reformas necesitan un cambio de chip mental, otra manera de pensar. El principal problema del subdesarrollo es la manera subdesarrollada de pensar. Si eso no cambia, no hay reforma alguna.

lunes, 18 de septiembre de 2017

El poder del periodismo de cuarta


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El nuevo gabinete pasó rápidamente al olvido gracias al último reporte de Cuarto Poder, el programa dominical de América TV que parece especializarse en psicosociales contra Keiko Fujimori. En esta ocasión se trata de un audio de la congresista fujimorista Yesenia Ponce, en el que hace una serie de afirmaciones bastante curiosas durante una reunión de amigos. Para cualquiera que tenga un poco de criterio las afirmaciones de la congresista no pasan de ser puras cantinfladas ridículas. Dice, por ejemplo, que a ella le contestan los ministros personalmente. 

Pero lo que ha causado las delicias del manicomio progresista es lo que Yesenia Ponce dice acerca de Keiko Fujimori. Realmente es para reírse. Aparentemente la congresista Ponce tiene uno de esos tantos proyecto de ley declarativos que, en esta ocasión, declara de interés nacional y prioritaria la ejecución de las obras del proyecto Chinecas. Pero resulta que tan loalble y vital PL habría sido retenido por Keiko Fujimori nada menos que para perjudicar al gobierno de PPK. (risas)

Así lo dice en el audio Yesenia Ponce, no se sabe si drogada o borracha: "Keiko me llamó a su oficina y me dijo que no presente el proyecto porque no podemos ayudar a este gobierno". Y añade que tan vital proyecto debería ser guardado secretamente hasta el 2021 para cuando Keiko sea presidenta. Y culmina diciendo que "no importa si se perjudican cien mil personas". (más risas) Bueno, si hasta aquí no ha soltado una buena risotada es porque usted no tiene sentido del humor o porque acaba de tragarse todo el cuentazo de Yesenia Ponce propalado por Cuarto Poder.

De hecho, los enfermitos mentales del progresismo patológico antifujimorista ya están celebrando en las redes sociales con memes y todo. Pero estos seres son inimputables. Su odio y estupidez llega a tal nivel que carecen de las capacidades mínimas del raciocinio, y hasta ignoran cuáles son las funciones reales del Congreso. Habría que explicarles a estos infantes que el Congreso no tiene nada, pero absolutamente nada que ver con las obras públicas. Lo único que pueden hacer es fiscalizar su ejecución, pero no pueden detenerlas. Y es absolutamente imposible que puedan obstruir al ejecutivo en la ejecución de las obras públicas.

De manera que todo lo dicho por la congresista Yesenia Ponce no pasa de ser más que un delirio de alguien que evidentemente se está jamoneando frente a sus interlocutores. Tal vez sea una reunión de cantina donde se dijo todo esto, pero resulta lamentable que un medio de prensa se preste a la sucia maniobra de presentar este audio para alentar una campaña contra Keiko Fujimori. Está bien que no la apoyen pero no deberían caer tan bajo para combatirla. Una cosa es el debate de ideas y posiciones políticas, y otra, la campaña maliciosa y sucia de un periodismo de cloaca.

No es la primera vez que este programa apela a maniobras sucias tratando de perjudicar a Keiko Fujimori. Al final resulta que quienes cuestionaron el uso de audios para revelar el chantaje de Thorne al contralor, terminan siendo los que apelan a audios baratos para desprestigiar personas. También resulta que la misma persona que hace solo una semana fue tildada de burra y mentirosa por haber fraguado sus certificados de estudios secundarios, hoy es alguien que merece toda credibilidad por un audio donde solo dice barbaridades y mentiras tan evidentes como groseras.

Nada nuevo. Es solo otro psicosocial barato del periodismo basura que practica Cuarto Poder. Es solo otra campaña basura del manicomio de la izquierda patológica que vive del odio antifujimorista. A ellos iba dedicado este programa, pues se requiere el nivel mental de un pulpín ignorante para tragarse tantas fanfarronadas absurdas de esta congresista desubicada. Provecho con quienes se tragaron el cuento y lástima por ese periodismo de cuarta. 

domingo, 17 de septiembre de 2017

Los golpistas del nuevo milenio


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Ahora resulta que toda la gentita buena, es decir, los progres y caviares, los dueños de la verdad histórica y la moral política, los defensores de los derechos humanos y guardianes de la democracia, los luchadores anticorrupción y salvadores del planeta, los buenos de la película están confabulando para que PPK cierre el Congreso y se convierta en dictador. Y esta es la misma gentita que lloriquea a moco tendido y se rasga las vestiduras cada 5 de abril por la democracia interrumpida por Fujimori.

Todo cambia y evoluciona. El golpismo del siglo pasado se caracterizaba por invocar a los cuarteles y pedir que salgan los tanques y tomen palacio. Hoy el golpismo es más sutil. Lo que hacen es campaña para que PPK le declare la guerra al Congreso, que siga pechando al fujimorismo, que presente ministros que causen la irritación de la mayoría parlamentaria para que acaben censurando al gabinete y así tener la excusa perfecta para cerrar el Congreso.

Están desesperados. Ni siquiera tienen reparos en mandar sus mensajes vía Twitter. Poco falta para que le rueguen a PPK a cerrar el Congreso. Lo chantajean emocionalmente diciéndole que ya es hora de que se ponga los pantalones y que no le tenga miedo al fujimorismo. Son los mismos sectores que llevaron de la mano a un senil PPK a confrontarse con el fujimorismo exigiendo el voto de confianza a un gabinete quemado como el de Zavala, quien ni siquiera pudo cultivar buenas relaciones con su propia bancada. En otras palabras, le pidieron a Zavala que se suicide en aras del cierre del Congreso. Y el tonto lo hizo.

En el interín esta misma gentita buena y honorable instaba a PPK a nombrar a los mismos ministros y volver a pedir la confianza del gabinete esperando que una segunda censura deje el camino abierto al cierre del Congreso. Están obsesionados con esa idea. Nada les encantaría más que ver a PPK convertido en dictador y verdugo del fujimorismo. Pero las cosas no son tan simples. Y parece que PPK al fin ha logrado entender que ir por ese camino es terminar perdido.

A ver. Supongamos que PPK termina cerrando el Congreso a inicios del 2018. La convocatoria a elecciones y todo el proceso electoral tomaría un año. Eso quiere decir que el nuevo Congreso estaría instalado para julio del 2019 con mucha suerte. Cabe preguntarse si a alguien le interesaría hacer campaña para rellenar el Congreso por un año y medio. Lo otro es pensar que el partido que mejor preparado está para arrasar en esas elecciones es justamente Fuerza Popular. Ningún otro partido tiene tantas bases ni respaldo popular. De modo que no sería descabellado especular que el nuevo Congreso estaría dominado por Fuerza Popular, incluso en mayor medida que hoy.

¿Podrá PPK remontar el desprestigio de cerrar el Congreso? Lo dudamos. La tendencia en las encuestas es hacía un menor respaldo popular. PPK no es Fujimori ni estamos en las condiciones de 1992 en que el Perú se desangraba y el Congreso se oponía a las soluciones radicales. Un cierre del Congreso en las condiciones actuales solo dejaría a PPK huérfano de apoyo y en caída libre. No es difícil imaginar una remontada electoral del fujimorismo. Así que los grandes genios que hoy incitan a que PPK cierre el Congreso pueden salir con el rabo entre las piernas. 

viernes, 15 de septiembre de 2017

El presidente ahoga a sus ministros


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Si hay una palabra que describe perfectamente al gobierno de Pedro Pablo Kuczynski es patético. PPK es la negación más absoluta de la política. Empezó su gobierno en solitario, con un club de amigos ex toledistas junto a un clan de improvisados y trepadores que no se conocían entre si. Quedó con una bancada mínima en el Congreso y ni siquiera por eso se dignó en abrir el diálogo y tratar de formar un gobierno de unidad y ancha base, que es lo que cualquier gobernante medianamente inteligente haría en tales circunstancias. En cambio PPK alzó la pata desde el principio tratando de buscar la confrontación con la mayoría parlamentaria fujimorista. Inexplicable.

En todo su primer año de gobierno PPK insistió en seguir solo. Nunca fue capaz de iniciar un diálogo con la oposición. El primer acercamiento con Keiko Fujimori fue por gestión del cardenal, pero sirvió solo para la foto porque PPK no aprovechó la oportunidad. Luego, en medio de las olas que amenazaban al gobierno, fue Keiko la que le pidió dialogar al presidente. PPK se mostró hosco y retador para aceptar el diálogo. El resultado fue peor porque ni fotos hubo. Nada. ¿Cuál es la estrategia de PPK para salir airoso con su gobierno? ¿Tiene alguna?

Es evidente que PPK anda en las nubes y está muy mal asesorado por personajes obscuros y nefastos como Rosa María Palacios, cuya agenda no es la conciliación nacional sino la guerra antifujimorista. De hecho, lo que le cantan al oído de PPK todos los días es que cierre el Congreso. No a otra cosa parece obedecer la ridícula estrategia de mandar a todo su gabinete al matadero del Congreso. ¿Con qué otro objetivo burdo puede PPK haber puesto la cabeza de todos sus ministros en la guillotina, e invitado al Congreso a que tire de la palanca? Como ha tuiteado emocionada Rosa María Palacios, solo falta una censura más para que PPK cierre el Congreso. Ese es todo el propósito.

Un gobernante inteligente y versado en política, lo que hace es resolver problemas, no generarlos. Tampoco los empeora echando más leña al fuego sino que apaga los incendios. No se suma al griterio amenazante y desafiante sino que acalla las voces y pide calma. Lo más sensato hubiera sido pedirle a la quemada ministra Martens su renuncia, reemplazarla y seguir adelante. ¿Tan indispensable es Martens para el gobierno? ¿Tan indispensable es para la supuesta "reforma educativa" que no existe en este gobierno? ¿Acaso no sacaron a Martens de un escritorio del Minedu cuando se fue Saavedra y prosiguió la agenda? ¿No podían hacer lo mismo?

PPK ha salido luego con cara de cumpungido a dar un mensaje a la nación para dar las gracias a Fernando Zavala, a quien mandó decapitar, y ha hecho su telenovela diciendo que él defenderá la educación y a los niños, como si corrieran algún peligro. Ahora el único peligro es el que puede provocar él mismo al seguir los malos consejos que le dan en su entorno, como el de hacer un cambalache y nombrar a los mismos ministros que han sido censurados en bloque. ¿De dónde sacan esas estúpidas ideas los ayayeros del poder? Como buenos charlatanes se apegan al burdo recurso de decir que no está prohibido por la ley y la Constitución. Es que hay gente que parece necesitar hasta las cosas más obvias por escrito. 

El gabinete ha sido rechazado en bloque y eso significa que todos y cada uno de esos ministros se tienen que ir, porque eso fue exactamente lo que pidió Fernando Zavala. Es estúpido suponer que porque no hay un texto expreso que lo prohíba, estos mismos ministros pueden volver en otra cartera. Pero como estamos en el país del absurdo, donde hasta Ripley se queda corto, no sería raro que PPK siga prestando oídos a sus rasputines de cabecera. Ya veremos lo que pasa. Por lo menos no nos aburrimos en este país. Pero mientras unos y otros alientan las guerritas y la confrontación, los que seguimos perdiendo somos todos los peruanos. 

miércoles, 13 de septiembre de 2017

A 25 años de la captura del genocida


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Cumplida la fecha en que se celebran los 25 años de la captura de Abimael Guzmán, mucha tinta ha corrido por las redacciones de los medios y las redes. Por un lado hay una abierta sensación de júbilo y celebración, pero por otro, se notan caras largas que, aunque señalan de la boca para afuera su festejo por la captura, se apresuran a indicar que fue un logro del GEIN y no de Fujimori.

De hecho, esta fecha a servido para que el antifujimorismo, ese sentimiento tan abyecto que se ha cultivado en muchos peruanos sin memoria, salga a cacarear sus consignas de odio, y a regar sus mitos y mentiras para descalificar al gobierno de Alberto Fujimori restándole todo mérito en la lucha contra el terrorismo. Hemos escuchado toda clase de barbaridades repetidas en boquitas pintadas de reporteras histéricas, que se han comprado el disfraz del antifujimorismo para posar como divas de lo "políticamente correcto", según moda impuesta por la caviarada y la TV.

Lo más alucinante que he escuchado en esta ocasión estuvo a cargo de la calabaza de medios Juliana Oxenford, que tiene la boca más grande y las ideas. Parece sufrir de incontinencia oral, pues dijo sin desparpajo que Fujimori se enteró de la captura de Abimael Guzmán gracias a una llamada del presidente Bush. No pude aguantar la risotada. Hasta creí que estaba en un programa cómico. Esta es la clase de estupideces que tenemos que oír en los medios, de boca de cada calabaza que cacarea los mitos y mentiras que año a año van inventando los enfermitos del rojerío antifujimorista.

Nadie duda que fue el GEIN el que capturó a Abimael Guzmán. Esa era su función y su objetivo. Para eso fueron creados. Es ridículo pues que haya indigentes mentales diciendo que no fue Alberto Fujimori el que capturó a Abimael sino el GEIN. ¿Y qué querían? ¿Que el presidente estuviera en los operativos policiales? ¿Han visto a algún presidente persiguiendo rateros o terroristas? Solo a los discapacitados mentales de izquierda se les ocurre tantas babosadas.

Nadie puede regatearle méritos a Fujimori en la lucha contra el terrorismo. Desde el primer momento tomó el liderazgo y se comprometió en carne y hueso en esa lucha, como nunca antes hizo ningún presidente. Fujimori se compró el pleito. Lo hizo personal. Se metió a las universidades y enfrentó a los terroristas en su feudo, aguantó los insultos y pedradas. Acto seguido ordenó a las FFAA a entrar a los recintos universitarios para capturar a los sediciosos e imponer el orden en los campus. Todas la universidades públicas fueron retomadas y desinfectadas de terroristas. Después de 30 años pudimos ver limpias las paredes de las universidades, sin los lemas estúpidos que los diferentes grupos rojos pintarrajeaban por todos lados. Se recuperó el orden y el control de la universidad y por fin podían estudiar sin peligro. Eso solo fue un duro golpe para el terrorismo.

Adicionalmente se tomó el control de los penales convertidos por Sendero Luminoso en cuarteles generales, donde escenificaban su teatro revolucionario y adoctrinaban militantes. Luego se dio la amplia legislación contraterrorista, creando jueces sin rostro en el fuero militar para juzgar los casos de terrorismo, ya que el PJ era una coladera de terroristas. En suma, no se puede negar que el gobierno de Fujimori haya emprendido la lucha más feroz contra el terrorismo. Algo que mostró con creces al develar la toma de la residencia del embajador japonés de manos del MRTA.

Lo importantes es no caer en el juego del antifujimorismo patológico generado tras la caída del régimen y que pretende cambiar la historia y la verdad, mostrando a Fujimori como el malo de la película y a las ONGs de izquierda y al rojerío en pleno como los buenos. Así es como cuenta la historia la CVR, creada para lavarle la cara a la izquierda y culpar al Estado. No debemos mentir a las nuevas generaciones. A Fujimori pueden decirle lo que quieran, pero nunca se le puede regatear el liderazgo más firme en la lucha contra el terrorismo de la izquierda.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Guerra de tronos


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Mucho se habla de la falta de instituciones y de institucionalidad en el Perú. Es verdad que no las tenemos y no las vamos a tener por varias razones. En primer lugar, porque todas las instituciones que hemos tratado de armar se han sustentado en el plagio de lo que hay afuera, o en el acatamiento de modas o pactos internacionales. No son producto de nuestras inventiva, necesidades, idiosincrasia y realidad. En segundo lugar, porque muchas de ellas tratan de competir por el poder, llegando a confundir su rol como institución al servicio de la nación, antes que de sus miembros o partidos.

Se ha armado todo un alboroto por una mal llamada "ley antitransfuguismo" que ni siquiera es una ley. Es una modificación del reglamento del Congreso y solo rige en el ámbito del Congreso. Los congresistas disconformes con esa modificación del reglamento votaron en contra, pero luego de perder, ardidos en la piconería y pensando en sus propios intereses personales o partidarios, han recurrido a una leguleyada: ir a quejarse al Tribunal Constitucional. El adalid de esta payasada fue, cuándo no, Yonhy Lescano, quien antes era un predicador del antitransfuguismo, con lo que demuestra que es un tránsfuga hasta de sus propias ideas.

Es penoso pues ver confrontados a dos instituciones fundamentales del Estado. Lo salomónico hubiera sido que el TC se abstuviera de ver la materia, habida cuenta que se trata del reglamento del Congreso, y que la propia Constitución establece claramente, en su artículo 94, que es el Congreso el que elabora y aprueba su reglamento interno. Si elabora, obviamente, también lo modifica. Pero no solo lo elabora y lo modifica sino que lo aprueba. Punto final. No va más allá. Por consiguiente es cuestionable que el TC se arrogue la autoridad para examinar el reglamento del Congreso y decir si está bien o está mal lo que han decidido los congresistas para regir su operatividad.

De otro lado es sospechoso que el TC se apresure a fallar este caso en vísperas de la juramentación de un nuevo tribuno. ¿Cuál es el apuro? Pero no es lo único que despierta sospechas en el TC, pues ya antes han tenido la desfachatez de reabrir el caso "El Frontón", un refrito de hace 30 años que ya ha sido juzgado no una sino cinco veces. Pero es un caso emblemático para los rojos, progres y caviares pro terrucos que viven de darle cuerda a los juicios que hoy se llaman de "derechos humanos". Hay una acusación constitucional contra el TC por reabrir ese caso apelando a una triquiñuela ilícita, y que será vista por este Congreso próximamente. ¿Es un juego de poder?

Lo más sensato sería que el TC se inhiba de acoger la demanda de estos congresistas, interesados en que el Congreso siga siendo una chacra sin control donde cada quien puede hacer lo que le da su gana, entrando y saliendo de bancadas según su humor del día. Ya hemos visto como dos congresistas salieron de su bancada por razones meramente histéricas, armando una pataleta porque no pusieron en la agenda del día su proyecto de ley. Hay otros que quieren armar su propia agenda legislativa desconociendo al partido por el que llegaron al Congreso. 

Estas cosas no se pueden permitir si es que nos interesa realmente la institucionalidad del país. No se puede criticar la falta de institucionalidad y a la vez querer que el Congreso siga siendo un circo de trepadores y saltimbanquis que actúan sin control alguno. Apelar a que "el congresista no está sujeto a mandato imperativo" es otra leguleyada. En el contexto de la Constitución esa cita se refiere a que el congresista no puede ser coartado por nadie fuera del Congreso, pero dentro del Congreso, desde luego que sí está sujeto a mando imperativo producto de su propio reglamento. Si el presidente de la mesa directiva le dice que se calle, se tiene que callar o es sancionado. ¿O acaso no hay congresistas sancionados? Entonces pues no me vengan con esa payasada de que el congresista no está sujeto de mandato imperativo. Dentro del Congreso tiene que respetar su reglamento y el de su propia bancada. Así y solo así puede funcionar la democracia en el Perú. 

sábado, 2 de septiembre de 2017

Caviares de película


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El ministro de Cultura, Salvador del Solar se salió con su gusto y anunció que enviará al Congreso el proyecto de Ley del Cine que, según sus palabras, triplicará el dinero destinado a financiar el cine nacional. Dice que eso nos permitirá competir con la cinematografía de la región. Seguramente la casta de privilegiados que aprovechará el dinero público en sus aventuras fílmicas, habrá hecho un buen lobby, utilizando al mismo ministro como infiltrado de la orden, pues Del Solar es parte interesada en el asunto y hasta podría salir beneficiado con su ley. 

Para quienes vivimos convencidos de que en este mundo cada quien tiene que vivir con su propio esfuerzo y disfrutar de lo ganado limpiamente, no podemos menos que lamentar este despilfarro de fondos públicos en frivolidades, por más que traten de disfrazarlo de "cultura". La gente va al cine a divertirse y distraerse. El cine es un negocio que pertenece al campo del entretenimiento. Disfrazarlo de "cultura" para que un puñado de aventureros que viven estirando la mano al Estado hagan su negocio privado, no es un aporte para el país. Es solo crear una casta de privilegiados a los que el pueblo tendrá que mantener.

No tienen por qué convertir al cine en algo "vital" que hay que solventar con nuestros impuestos, como si fuese un artículo de primera necesidad. No tienen que colocarle una aureola de santidad sobre la cabeza de quienes quieren hacer cine. Si quieren dedicarse a ese negocio, es su opción y deben afrontarla con su dinero, recursearse como hace cualquier otro peruano. No son seres especiales, aunque el progresismo los haya convertido en semidioses. 

Si una persona quiere instalar una panadería, restaurante o taller de artesanías de oro y plata, etc., tiene que buscar financiamiento. Puede usar sus ahorros, vender su auto, empeñar su casa o pedir préstamos bancarios. El riesgo es suyo y por tanto se esforzará en trabajar lo mejor posible para ganar un mercado que le permita capitalizar su inversión. Así funciona el mundo real. Pero ¿qué pasa si quieren tomar el camino más fácil y cómodo, para no tener que vender el auto, empeñar la casa o pedir préstamos bancarios? Fácil: solo tienen que hacer una ley para que el Estado los financie declarando que su negocio es "cultura". Así solo llenan un formulario y reciben el dinero. ¿No es lindo?

La única diferencia del cine es que el progresismo ya hizo el trabajo de ablandamiento de mentes convenciendo a los más tontos de que el cine no solo es "cultura" sino "vital". Pero no cualquier cine sino el "cine peruano". Mejor dicho, el cine progre, para ser más específicos, porque los progres detestan películas como "Asu Mare" o "La paisana Jacinta". Según ellos ese tipo de cine no es cultura. En realidad, lo que quieren es plata del Estado para montar sus campañas políticas progres haciendo películas de "contenido social", que deje un "mensaje", que sea una "denuncia". 

La gran ventaja es que, como la plata no es suya ni la tienen que devolver, no les interesa si la película se vende o no, si al público le gusta no no, lo único que les interesa es mostrar su "propuesta", su perspectiva particular del mundo y de la "problemática social", quieren un "cine comprometido", no comercial, porque todo progre que se respete detesta el lucro y el mercado propio del capitalismo decadente. Por eso usan dinero del Estado y hacen cine no comercial. En otras palabras, tenemos que solventar con nuestros impuestos a una casta de iluminados progresistas que quiere hacer sus campañas ideológicas en el cine. 

En resumen, lo que ha hecho el Ministerio de Cultura es triplicar el dinero que será quemado en malas películas que nadie irá a ver. Aunque tienen el cuajo de pretender obligar a las salas de cine a exhibir esos bodrios, aunque las salas estén vacías. El siguiente paso será obligar a la gente a ir a verlas. Así es como vamos acercándonos al paraíso socialista poco a poco. 

El dulce ministro Del Solar dice que así podremos competir con las producciones de otros países. Cree que todo es cuestión de plata. Arrojas plata por acá y resuelto el problema. No es así. El talento no se compra, y menos cuando están ideologizados, desprecian el mercado e ignoran los gustos del público. Al contrario, esa ley crea una competencia desleal con las productoras privadas que sí se la juegan invirtiendo su propio capital en producir cine.

La Ley del Cine no es nueva. Ya en tiempos de Velasco se intentó estatizar el cine, y desde entonces tenemos al Estado metido allí, aunque nunca sirvió para nada. Al contrario, lo único que se logró fue entronizar la mediocridad y crear una casta de argolleros que se pelean entre ellos por la plata del Estado sin importarles la calidad ni la competencia. 

Esperemos que el Congreso tenga la lucidez de vetar esa absurda ley del cine. Es otra muestra de lo desubicado que anda este gobierno, pues destina recursos a tareas insulsas cuando estamos en un país repleto de carencias y necesidades básicas en la salud, la seguridad y la educación. Arrojen esa ley a la basura.