martes, 7 de marzo de 2017

Tu opinión no nos importa



A raíz de la marcha contra el currículo educativo nacional, que incluye la ideología de género, se generó un ataque de pánico en la mafia caviar. Ya sabemos que el lobby LGBT está en relación contra natura con la mafia progresista, pues en el siglo pasado estos mismos eran los que fusilaban gays. Como consecuencia de esta marcha en la que participó Philip Butters fuera del horario de trabajo, hemos sido notificados de su despido de Radio Capital, lo que ha desatado el jolgorio del progresismo y no se cansan de celebrar haciendo cachita.

Es una muestra más del doble rasero de la izquierda hipócrita que marcha defendiendo la estabilidad laboral y arma escándalos por el despido de un empleado en Ripley, pero ahora celebra y festeja el despido de Phillip Butters porque no les gusta lo que opina ni cómo lo hace. Esa es la doble cara con la que estos sujetos malvivientes de la izquierda parásita se guían. Philip Butters es un personaje polémico, nadie lo duda, es directo y franco en sus opiniones, cosa que en este país de chupamedias y lamebolas resulta algo insoportable. De hecho a muchos no les gusta ese estilo, acostumbrados al floro dulce, al positivismo, a la buena vibra, la buena onda, el franeleo, el posero que apoya todas las causas lindas y nobles que defiende la cucufatería caviar. Por eso mismo las opiniones de Phillip Butters les producían hemorroides, porque les cantaba claro a todos esos autoproclamados dueños de la verdad y defensores de moral pública. Hasta se había dado el lujo de cuadrar y denunciar a varios mermeleros de izquierda que vivían como empleados del gobierno y luego se la daban de periodistas independientes. La más famosa de las cuadradas se la hizo al impresentable de Marco Sifuentes.

Obviamente RPP no se preocupó en ningún momento de ese nicho de oyentes a los que si les interesa la opinión de Phillip Butters. El montaje de “Cuarto Poder” victimizando a René Gastelumendi por casi media hora, acusando a Phillip Butters de matón y agresor, fue suficiente para que se arme el bullying progre-caviar en las redes, hasta que algunas marcas empezaron a anunciar el retiro de su publicidad, cuando antes nunca les ha importado auspiciar a la televisión basura. Phillips Butters vendía, y vendía bien. Su programa tenía mucho rating y era seguido por millones. Pero acá primó la pose caviar o el poder caviar. La mafia caviar que controla los medios no desaprovechó la ocasión para deshacerse de un personaje incómodo al que no podía controlar. La ocasión era perfecta. A nadie engaña esa finta de las marcas anunciantes, pues si una empresa se va otra llega después, porque el programa vende y eso es lo que importa en la publicidad. Por eso es que todos auspician los programas basura de la TV basura.

La tendencia ahora parece ser la “reputación” de un medio. Es el enfoque del pensamiento correcto predominante en la beatería social de la caviarada. Esa reputación también está basada en la moda progre de la inclusión, los derechos sociales y los derechos humanos y toda esa basura del buenismo social predicado por la izquierda infecto contagiosa, es decir, si una empresa de pronto auspicia un programa cuyo conductor discrepa del lobby Green Peace o del Lobby LGTB, puede ser suficiente para “arruinar la reputación” de la empresa. Ahora las empresas también deben ser regidas por la ética progresista. Acá no hace falta una ley de medios dictada por un gobierno socialista, porque el progresismo caviar ya es dueña de los medios y aplica su moral social.

Más allá de que Phillip Butters sea bocón, prepotente, desafiante y “sabelón”, más allá de que sea amado u odiado tiene derecho a expresar su opinión con libertad. Más aun si lo hace en la calle y en horarios que son de su uso y disfrute personal. Porque a él no lo han botado por una falta grave en el trabajo. Lo han botado, según el comunicado de Radio Capital, por haber ido a la marcha del colectivo #ConMisHijosNoTeMetas. También tenía derecho a hacerlo. Lo que si resulta condenable y cuestionable es que se alegren porque algunos anunciantes saquen a Butters, pero no hacen la misma campaña para que el Estado retire sus anuncios de “La República”, un diario cloaca donde los columnistas promueven el odio político cada semana. Ese mismo día Augusto Álvarez Rodrich había titulado su columna diaria “El ku klux klan peruano marcha hoy”, denigrando a varios miles de peruanos solo por tener una opinión diferente. ¿Es que la caviarada si tiene el derecho de ser prepotente, altanero, abusivo y matón? ¿Ellos sí pueden promover el odio a la mitad de los peruanos saliendo en marchas fascistas? ¿Ellos sí pueden escribir columnas para denigrar, insultar, difamar, estigmatizar a todo aquel que piensa diferente?

Ya es hora de exigirle al gobierno que retire la cuantiosa publicidad estatal del diario “La República” porque eso lo pagamos todos, y especialmente los más pobres. ¿Con qué derecho nuestro dinero va a financiar a esa caterva de farsantes de la moral que se ampara en el periodismo de “La República”? Mientras que otros medios se preocupan por ganar anunciantes, “La República” vive cómodamente parasitando el dinero público, pues casi la totalidad de sus anuncios son de alguna entidad del Estado. Ya basta, señores del gobierno. Dejen de financiar con nuestro dinero a esos matones de izquierda.

Lo cierto es que los pro gay-gender no pueden estar descalificando y haciendo sicariato mediático porque alguien no sigue sus dictados. La Santa Inquisición caviar ha acusado a Phillip Butters de las cosas más alucinantes, sin percatarse que al hacerlo caen en una intolerancia y sectarismo que resulta mucho más condenable por el abuso de poder.

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