lunes, 29 de junio de 2015

La idolatría del quechua


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Entre las noticias insólitas que llegan desde la Copa América están algunas que ocurren fuera de las canchas, como la premiación a Claudio Pizarro por lanzar unos tuits en quechua. Ni más ni menos. El confundido jugador expresó con sorpresa que siempre le había interesado el quechua. "La gente que trabajaba en mi casa me hablaba algunas cosas en quechua" llegó a decir. El premio le fue entregado por la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena de Chile (CONADI) de manos del secretario del Ministerio de Desarrollo Social de Chile. Como vemos, por organismos burocráticos que se ocupan de la nada, nuestros vecinos del sur no se quedan cortos. Estamos codo a codo.

Una de las expresiones más exitosas del progresismo cultural es el culto a las lenguas nativas, dentro de su pasión más amplia por la sobrevaloración de todo lo nativo, en oposición a todo lo extranjero, al que consideran invasor y colonialista. Hay países que han prohibido por ley monumentos a los conquistadores. En Lima fue retirado el de Francisco Pizarro que se lució por años junto a palacio de gobierno. 

Durante el gobierno de Velasco surgió una verdadera fiebre indigenista que nos metió el quechua a la fuerza en todos los medios de comunicación. La Constitución del 79 encargó al Estado la tarea de promover el estudio de las lenguas aborígenes y estableció que cualquier lengua podía ser la lengua oficial. La actual Constitución, más escueta, repite el mismo error al establecer como idioma oficial el castellano, el quechua, aymara y demás lenguas aborígenes. Es decir, mejor no hubiera dicho nada. No hacía falta.

En estos tiempos en que ya tenemos todo un Ministerio de Cultura ocupándose de.. no sé ¿de qué se ocupa ese ministerio? Si echamos un vistazo a su página de Facebook más parece la cuenta de una adolescente. Su web oficial no es muy diferente. Solo se ven celebraciones de fechas, talleres y notas intrascendentes. He notado que el Ministerio de Cultura es pródigo en publicar memes en quechua y hasta en awajún para apoyar a la selección de fútbol. Gran labor de esa burocracia parásita.

Me entero que un señor de 91 años ha terminado de traducir al quechua la obra de Cervantes "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha". Pero no he sabido que el gran Ministerio de Cultura haya dicho nada, ni se ha tomado la molestia de premiar al nonagenario traductor antes de que parta al más allá, ni de asumir la publicación y promoción de la obra. Menos un premio. Ni una mención. Nada. Mientras que en Chile premian a Pizarro por un par de tuits en quechua.

Por otro lado hay todo un movimiento progresista adolescente reclamando la enseñanza del quechua en las escuelas. ¿Cuál es la justificación de semejante propuesta? "Valorar lo nuestro", según lo que alcanzan a decir algunos. Si alguien quiere "valorar lo nuestro" ¿por qué no aprende quechua por su cuenta en lugar de condenar a los escolares a aprender algo de poco valor educativo? Las lenguas solo sirven para comunicarse, y todo su valor reside en la cantidad de personas con las que podemos comunicarnos con ella. Para nada más sirve una lengua. Así que más vale aprender en la escuela una lengua que nos sirva para comunicarnos con la mayor parte del mundo. 

Más del 35% de la web está en inglés y más del 90% de las más importantes publicaciones científicas está en inglés. Suficientes razones para aprender inglés, y las escuelas deberían al menos garantizar que sus egresados estén en capacidad de hablar y leer en inglés. Las otras lenguas que son importantes por la cantidad de hablantes y/o publicaciones son el chino, el francés y el alemán. No veo pues por qué tendríamos que perder el tiempo aprendiendo quechua en las escuelas. 

Tampoco entiendo esa especie de sensación de tragedia que invade a los progres cuando claman que hay lenguas que corren el peligro de extinguirse. ¿Y cuál sería el problema? Todo lo que importa es que las personas puedan comunicarse por alguna lengua. Si han optado por emplear el castellano en vez del quechua o el aymara o cualquier otra lengua, pues no veo por qué tenemos que inquietarnos. El habla es algo que se transforma constantemente y las culturas modifican su lenguaje libremente. 

No hay pues ninguna razón para caer en la idolatría del quechua ni mucho menos en las lenguas nativas. La Constitución del 79 garantizaba que las comunidades recibieran educación primaria en sus propias lenguas. Eso no la hacía progresista. Lo hubiera sido si garantizaba la alfabetización de las comunidades al castellano, pues de este modo no solo se conectaban a mayor población sino que tenían mayor acceso al desarrollo. No confundamos pues la idolatría de lo nativo con la utilidad que las lenguas tienen en la vida de las personas. Hay que ser pragmáticos antes que idílicos. 

domingo, 28 de junio de 2015

El "derecho" al matrimonio homosexual


Escrito por: Tim Sowell / Liberalismo.org 

En todos los estados de nuestro país donde el tema del matrimonio homosexual se llevó a referendo, los electores votaron en contra, como era de esperar. De todos los falsos argumentos a favor del matrimonio homosexual, el más falso de todos es que es un problema de igualdad de derechos. El matrimonio no es un derecho que el gobierno le concede a los individuos. Es una restricción de los derechos que ya tienen. Las personas que simplemente viven juntas pueden hacer todos los acuerdos que les parezcan entre ellos, sean heterosexuales u homosexuales. Pueden dividir sus pertenencias 50-50 o 90-10 o de cualquier otra forma que quieren, Pueden hacer su unión temporal o permanente o sujeta a cancelación en cualquier momento.

El matrimonio es una restricción. Si mi esposa compra un automóvil con su propio dinero, según las leyes de California, automáticamente yo soy dueño de la mitad del mismo, esté o no esté mi nombre en el título. Sea la ley buena, mala o indiferente, es una limitación de nuestra libertad para disponer de las cosas como nos parezca. Esta es sólo una de las muchas decisiones que las leyes matrimoniales sacan de nuestras manos. Oliver Wendell Holmes dijo que el fundamento último de la ley no es la lógica sino la experiencia. Las leyes matrimoniales han evolucionado a través de siglos de experiencia con las parejas de sexos opuestos, y de los hijos que resultan de esas uniones. La sociedad afirma sus intereses en las decisiones restringiendo las opciones de las parejas. La sociedad no tiene los mismos intereses en el resultado de una unión entre personas del mismo sexo. Transferir todas esas leyes a las parejas del mismo sexo tendría tanto sentido como transferir las reglas del béisbol al fútbol.

¿Por qué entonces los activistas homosexuales quieren ver restringidas sus opciones con las leyes matrimoniales, cuando pueden perfectamente hacer sus propios contratos con sus propias provisiones y realizar todo los tipos de ceremonias que les parezcan para celebrarlos? El asunto no son los derechos individuales. Lo que los activistas están buscando es una aprobación social oficial de su estilo de vida. Pero esto es justamente la antitesis de la igualdad de derechos. Si usted tiene un derecho a la aprobación de otra persona, entonces esas otras personas no tienen derecho a sus propias opiniones y valores. No se puede decir que lo que hagan “adultos de mutuo acuerdo” es un asunto estrictamente privado que no le interesa a nadie y, al mismo tiempo, decir que todo el mundo está obligado a darle su aprobación.

La retórica de la “igualdad de derechos” se ha convertido en la vía para conseguir privilegios especiales para todo tipo de grupos, así que probablemente fuera inevitable que los activistas homosexuales también emprendieran ese camino. Ya han conseguido conseguir mucho más dinero para combatir el sida que para otras enfermedades que matan muchas más personas. Es hora de frenar que esos juegos de palabras sobre derechos iguales sigan conduciendo a privilegios especiales para cualquier grupo, y el matrimonio homosexual ofrece una oportunidad tan buena como cualquier otra.

Incidentalmente, ni siquiera está claro cuantos homosexuales realmente quieren casarse, aunque sus activistas lo estén empujando. Lo que los activistas realmente quieren es el sello de aprobación de la homosexualidad como forma de propagar su estilo de vida. Estilo de vida que se ha convertido en letal en la época del sida. Ya han triunfado en una medida notable en las escuelas públicas, donde se le ha puesto el título de “educación sobre el sida” u otros títulos a programas de promoción de la homosexualidad. En algunos casos, activistas homosexuales llegan a visitar las escuelas, no sólo para promover la homosexualidad como una idea sino inclusive para repartirles a los muchachos las direcciones de centros homosexuales locales.

No hay límites para que lo que la gente está dispuesta a hacer cuando se les permite.Nuestras escuelas están fracasando lamentablemente en educar a nuestros hijos al nivel de otras naciones. Que el tiempo que no tienen para enseñar a leer, escribir y sacar cuentas lo tengan para promover la homosexualidad es realmente escandaloso. Y seguirá sucediendo mientras los padres no rechacen el chantaje del pensamiento “políticamente correcto” y no opongan una decidida resistencia. Todo grupo de intereses especiales tiene un incentivo para sacarle algo a la sociedad en su conjunto. Algunos se contentan con desviar parte del dinero de los contribuyentes para si mismos. Otros, sin embargo, quieren desmantelar parte de la estructura de valores que hace viable una sociedad. Quizás no quieran echar abajo toda la estructura sino sólo la parte que obstaculiza su estilo. Pero cuando innumerables grupos empiezan a desmantelar las partes de la estructura que no les gustan pudiéramos estar rumbo a todo tipo de colapsos sociales. Los hemos visto en la historia y lo hemos visto en otras partes del mundo en nuestra propia época.

www.elvisocc.or

El matrimonio gay nos invade


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez 

La aprobación del matrimonio gay en todo EEUU ha repercutido en nuestro país dando lugar a expresiones de apoyo y condena, como era de esperar. Según los estudios las opiniones sociales cambian muy lentamente porque ocurren por generaciones. Las personas difícilmente cambian de opinión. Hay que esperar a las nuevas generaciones. Así que es cosa de tener paciencia. Incluso es muy posible que la Iglesia Católica vuelva a pedir perdón en unos años, como ya lo vienen haciendo los últimos papas por todas las atrocidades cometidas por la Iglesia Católica a lo largo de dos mil años de dominación. No me extrañaría que en medio siglo un papa salga a pedirles perdón a los homosexuales por su recalcitrante oposición a que disfruten de una vida digna, sin estigmas.

Me han recordado que fui un opositor al matrimonio gay rememorando un par de artículos escritos hace bastante tiempo, antes de que el tema llegara al Perú. Ciertamente lo fui, antes de informarme del asunto, pues me parecía otra exótica campaña progresista, ya que los progres son muy proclives a inventar derechos y causas así como a manipular los conceptos. Mi oposición, por tanto, era desde el plano teórico de los conceptos de matrimonio y familia. De hecho sigo sosteniendo los mismos conceptos. El matrimonio es una institución de origen místico y religioso vinculado a la pareja conformada por varón y mujer, a fin de favorecer su fertilidad con ritos y bendiciones. 

El Estado moderno se ocupó del asunto a fin de precaver los derechos de la familia mediante un contrato civil que erróneamente llamaron "matrimonio civil". Digamos que el así llamado "matrimonio civil" es una especie de institución republicana que corre en paralelo a la religiosa, aunque las parejas pueden recurrir solo al civil. Más aun, el Estado confiere derechos incluso a las uniones de facto, en cuanto tienen familia. Así que cuando hablamos de unión civil gay nos referimos al contrato civil que el Estado formaliza para garantizar derechos a las uniones que tienen carácter permanente con la idea de formar familia. Nadie obliga a las iglesias y religiones a que acojan en sus instituciones dicha unión, así que en realidad no tendría que inmiscuirse en lo que el Estado hace.

Otra oposición muy liberal que mantenía en contra se refería a la intromisión del Estado a reglamentar la vida privada de las personas, pero luego de amplios debates con liberales expertos en derecho quedé convencido de que ya es tarde para plantear esa oposición. El daño está hecho. Hay ya un Estado de derecho que incluye a la familia y las uniones de pareja como institución republicana y laica, aunque haya adoptado el nombre de matrimonio creando confusión. En este debate se me informó que se trata solo de incorporar a las uniones gay en esta institución. Quiere decir que no se trata de nuevos o diferentes derechos. Son los mismos. Con esta lección de derecho liberal no tuve más alternativa que ceder mi oposición.

¿Hay algo de malo en que los derechos que se otorgan a las uniones heterosexuales alcancen también a la de homosexuales en cuanto les sean aplicables? No veo por qué. Desde luego que he tratado de entender las razones de los opositores y no lo he logrado, menos aun cuando sostienen, como afirma el cardenal Cipriani, que "Dios quiere que el matrimonio sea entre un hombre y una mujer". Todos los opositores son en su gran mayoría de dos clases: chiflados de la fe y homofóbicos. Es por eso que se sustentan en versículos bíblicos y en insultos como "sodomitas", "mutantes" y "transformers" para denigrar a los homosexuales, a quienes han expulsado del reino del Señor. Esa es la calidad humana y estado mental de estos opositores radicales que quiere pasar por "defensores de la familia".

El mapa de los países donde se va aprobando el matrimonio gay coincide perfectamente con el mapa de los países más desarrollados, civilizados y tolerantes. El Perú es todavía un país que figura entre los diez más religiosos del planeta y es probable que tengamos que esperar mucho tiempo para ver una sociedad más abierta y civilizada. No creo que un debate con esos sectores fanáticos y sectarios que viven sumidos en el dogmatismo bíblico medieval nos lleve a ninguna parte. Seamos pacientes y confiemos en que las nuevas generaciones logren una mentalidad más abierta y lúcida.

sábado, 27 de junio de 2015

TENEMOS QUE CONCRETAR


Escrito por: Elvis Occ

No es un secreto que los partidos de todos los colores y sabores se fundirán alegremente bajo un solo frente con miras a las elecciones del 2016. Allí veremos la izquierda más cavernaria codo a codo convivir con los partidos “universitarios” y evangelistas, sin rubor ni asco alguno. Tampoco las promesas serán distintas, más de lo mismo con una que otra novedad apurada por la coyuntura.  Todos juraran luchar contra la corrupción, la inseguridad ciudadana y la contaminación ambiental con todo lo que eso implica. Y si algo sale mal, el piloto automático “Made in Fujimori”, los mantendrá en curso.

Sin embargo el país necesita más que eso, si en verdad aspiramos a dejar de ser tercermundistas, necesita reformas políticas urgentes y profundas. Reformas que en casi dos décadas brillan por su ausencia y que solo un gobierno de derecha podría llevar a cabo con severidad y responsabilidad. Sin embargo para eso primero tenemos que reunirnos y unirnos bajo una sola bandera y un solo programa de gobierno. Empresa que se antoja harto difícil pero que en algún momento tenemos que atacar por el bien de nuestro presente y el futuro de nuestros hijos.

Hoy, los mismos partidos, con los mismos candidatos, los mismos amarres, los mismas promesas, las mismas alianzas y los mismos embustes, quieren repetir el plato el 2016. Hoy es cuando debemos convertirnos en una nueva alternativa. En una única alternativa coherente y práctica. En una fresca y confiable camada de nuevos referentes políticos para la juventud peruana. Porque a decir verdad, ya pocos creen que el piloto automático dure otro infame quinquenio. El piloto tendrá que ser de derecha o de lo contrario ajusten los cinturones y a rezar porque tocar tierra será duro.

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jueves, 25 de junio de 2015

Es lo que hay


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El nivel de la política en el Perú ha caído a niveles paupérrimos. En países vecinos el debate político gira en torno a concepciones ideológicas sobre el manejo de la sociedad desde el Estado, o alrededor de criterios económicos para afrontar retos de crecimiento, mientras acá no pasamos de escandaletes de mal gusto por parte de la pandilla decadente del nacionalismo que, para deshonra del país, pudo llegar al gobierno avalados por connotados líderes de opinión, como el cuestionado Mario Vargas Llosa, quien se prestó como garante de Ollanta Humala. Más pudo el odio mezquino, la ruindad y el más vil de los enconos que los intereses de la patria. 

Llevar al poder a una banda de improvisados salidos de la nada o, peor aun, extraídos de los bajos fondos del narcoterrorismo y el radicalismo de izquierda, fue un salto al vacío, como bien lo dijo en su momento Alejandro Toledo, antes de saltar a los brazos de Ollanta Humala cuando este pasó a la segunda vuelta. Toda esa gentuza que se apresuró a rodear a Ollanta Humala pueden dividirse en dos facciones: los enfermizos antifujimoristas y los trepadores oportunistas. Unos guiados por sus odios, traumas, rencores y bajas pasiones, y otros por sus intereses personales y de grupo. Ellos fueron los que nos colocaron a esta plaga de mamarrachos en el poder.

Decir que hoy se sienten defraudados es reveler su escasa estatura mental. ¿Qué más se podía esperar de un improvisado sin oficio ni beneficio? ¿Quién era Ollanta humala? ¿De dónde había salido? Era un fantoche que la prensa hizo famoso luego de la payasada del locumbazo, donde los hermanitos Humala salieron a la luz como peligrosos retrasados mentales a quienes les gustaba jugar a la guerrita, algo que ratificaron años después con el andahuaylazo. Ollanta Humala debió estar preso por golpista. Pero la mano blanda de la justicia lo premió dejándolo libre. Ya antes Toledo lo había beneficiado con una agregaduría militar en el extranjero, donde vivió a cuerpo de rey ganando un sueldazo sin hacer nada. Luego Humala se lo agradeció promoviendo un golpe contra Toledo. Esta es la clase de alimaña que hoy tenemos en palacio de gobierno.

Nada, absolutamente nada se podía esperar de esta gentuza. No eran más que una banda de trepadores ansiosos por asaltar el poder sin la menor idea de lo que es un gobierno. No es nada raro pues que la mujer de Ollanta, Nadine Heredia, haya tomado el poder de facto como si estuviera en la cocina de su casa, colocando y sacando ministros y embajadores. El comportamiento indecoroso de Nadine Heredia y su comparsa de ayayeros y chupamedias en el Congreso han llegado a ser la cumbre de la vergüenza nacional. Imaginemos a nuestros nietos leyendo la historia del Perú dentro de medio siglo. ¿Cómo explicarles lo que ocurrió en nuestro país? ¡Qué vergüenza!

Nunca olvidemos a quienes colocaron a esta piara de politiqueros de quinta en el poder. Fueron los rojos, progres y caviares, unidos con el enfermizo grupete antifujimorista de todos los colores, junto a la otra banda de trepadores y oportunistas liderados por el impresentable y desvergonzado Alejandro Toledo. A ellos y al marqués Mario Vargas Llosa. Son ellos los que deberían darle explicaciones a la historia.

Basta de política chicha


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Fuente: El Montonero

Realmente ya cansa ocuparse de las fechorías y frivolidades de los inquilinos de Palacio y de su pandilla parlamentaria. Deberíamos preocuparnos más bien por el futuro del país y exigir las reformas que cambien el patético panorama político, así como la informalidad, la corrupción, inseguridad, y las barreras burocráticas que paralizan a la nación.

Dedicamos debates a leyes parche que pasan como reformas sin serlas. Hemos transitado por leyes sobre oficios diversos, como la del enfermero y el canillita, leyes de enfermedades como la del autismo y la diabetes, pasando por algunas leyes salvadoras como la del anti bullying y la comida chatarra. Nada de eso sirve. Son solo piruetas para las tribunas. Todo congresista sueña con su ley propia y hace gala de su “producción legislativa” prometiendo las leyes más insólitas y absurdas. La legismanía producto de la demagogia no conduce a ninguna parte más que al caos y al deterioro social. Las pocas leyes que podrían servirle aunque sea a un sector reducido y necesitado, son bloqueadas por el conservadurismo más rancio que se preocupa más por imponer sus criterios morales absolutamente hipócritas.

La eterna reforma del Estado ha sido olímpicamente dejada de lado por todos los gobiernos, que, en cambio, se deleitan agrandando el Estado. Cada gobierno deja sus propios ministerios así como una red de organismos entre concejos, secretarías y superintendencias que agrandan el presupuesto. Los candidatos prometen ministerios para la juventud, el deporte, la ciencia y todo cuanto se les viene a la cabeza. Ya llegamos a 19 ministerios y el país está peor que antes en ineficiencia administrativa, gestión pública y corrupción estatal. Ningún país necesita más de una docena de ministerios. ¿Alguien se atreverá a proponer en esta campaña eliminar ministerios en lugar de seguir creando ministerios? ¿Alguien propondrá eliminar leyes en vez de prometer más leyes? Todo el mundo se queja de las barreras burocráticas, de la tramitología y la corrupción pero, paradójicamente, pretenden resolverlo con más leyes y más organismos de control. Es como hacerle más nudos a la soga del ahorcado, como quejarse del sobrepeso y seguir comiendo.

Debemos exigir ya una reforma fundamental del Estado eliminando ministerios y otra tanda de organismos parásitos creados por el floro político, así como derogando regulaciones y reduciendo impuestos y cargas laborales. Todo ello no es más que estorbo para la fluidez de la vida y la economía, encarece los proyectos o los detiene por años. El Estado debe reducirse y atender lo prioritario que es la seguridad, y a la vez descontar a las empresas sus gastos en seguridad y seguros. El Estado pretende ser socio al 30% de todos los negocios pero no aporta nada, ni siquiera la seguridad.

El gobierno y los congresistas deberían cobrar en relación al PBI al que han logrado contribuir con su trabajo político, para que sientan en sus bolsillos los efectos de sus decisiones. El Estado no puede cobrar más impuestos ni debe crecer más si no ofrece mejores servicios en los sectores más elementales, que son su verdadera responsabilidad y razón de ser. Sin seguridad no se puede crecer.

No podemos premiar la ineficiencia con nuestros impuestos. Debemos exigir una reforma inmediata y radical. Hay que empezar eliminando ministerios y oficinas, desregulando el sector laboral y rebajando impuestos y sobrecargas. No se puede combatir el 70% de informalidad de otra manera. A más Estado mayor corrupción. A más controles y más impuestos y cargas, mayor informalidad. Esa ecuación elemental debería formar parte de la doctrina básica de nuestra clase política. Y hasta debería ser parte de la educación escolar para que cada ciudadano lo tenga presente.

jueves, 18 de junio de 2015

La fetolatría contra el aborto


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El fin de la política es resolver problemas y generar condiciones adecuadas para que la sociedad se desarrolle por sí sola.Toda ley debe ser evaluada en sus resultados y, si estos son malos, cambiada sin reproches. No importa si la ley se promulgó con las mejores intenciones evocando los principios más nobles; si no dio resultados debe derogarse y punto. Mantenerla solo por defender principios idílicos a costa de empobrecer la realidad es absurdo. Las leyes no son para promover principios ni ideales.

Lamentablemente el Estado suele ser capturado por sectores ideologizados que usan las leyes para imponer su doctrina y ética social. Nuestra Constitución está plagada de ideología ridícula que trata, por ejemplo, de imponer un igualitarismo ramplón en todos los aspectos, desde los sexos hasta las lenguas y culturas. Al menos han reducido en algo la insufrible charlatanería de la Constitución anterior. Lo que no se puede hacer es ideología con la vida de las personas. Lo único que corresponde es respetar su libertad, dejando que ellas tomen sus propias decisiones en busca de su bienestar y felicidad. El Estado no puede imponer estilos de vida y decidir por todos.

Hoy se discute despenalizar el aborto para enfrentar el problema de miles de mujeres que cada año abortan clandestinamente poniendo en riesgo su vida y salud. No podemos ayudarlas porque el aborto está penado, aunque eso es básicamente una mera ficción jurídica pues nunca se ha condenado a nadie por ese "delito" tan cotidiano.Hay gente ilusa creyendo que así se protege al concebido, pero es solo una tonta ilusión. Penalizar no es lo mismo que proteger. Y dado que esa ley no protege (como es obvio) y tampoco hay penalizados, no es más que una real tontería. Eliminarla permitiría al menos ayudar a esas mujeres y salvar sus vidas. ¿Por qué no se hace? Porque el Estado está capturado por el viejo totalitarismo religioso que impone un pensamiento único y una ética universal bajo un dogma de fe: la vida es sagrada y, por tanto, intocable desde la concepción. A los sectores religiosos les interesa más el dogma que la realidad, la mujer no vale nada sino la sacrosanta vida que está en su útero y pretenden obligarlas a parir como sea.

En vez de debate hay una furiosa campaña contra el aborto mediante una repulsiva especie de fetolatría recubierta de alegatos seudocientíficos, como si estuviéramos ante un tema de biología. Ni siquiera cabe un debate jurídico ya que ese marco legal está cuestionado. Han colmado con mentiras el verdadero objetivo del pedido llamando asesinos y promotores del aborto a los peticionarios.Los defensores de la vida pueden proseguir con sus marchas de adoración al feto cada semana si lo desean, convocar a los millones que dicen reunir para cargar pancartas con fetos. Pueden, sin duda, impedir que la ley se cambie. Tienen el poder para hacerlo ya que el Congreso está repleto de candelejones y soldados de la fe en cruzada permanente, y el Estado sigue siendo en gran medida un apéndice de la Iglesia.

El único problema es que no podrán cambiar la realidad. Cada año seguirán las centenas de miles de mujeres abortando clandestinamente porque no quieren ser madres como producto de una violación o de una borrachera, o no desean traer más hijos a la miseria; y muchas de ellas seguirán muriendo. Carecen de toda ayuda porque la iglesia también se opone a los métodos anticonceptivos. Las que no aborten empeorarán su situación al tener hijos con su padre o su padrastro o su hermano o sin saber de quién, incrementarán su pobreza y la sociedad seguirá degradándose con mayor delincuencia a menor edad, con sicarios adolescentes y pandillas juveniles.

El problema no es si estamos a favor o no del aborto o cuándo comienza el embrión a parecer humano. Esas son boberías que discuten para desviar el tema y asumir poses de científicos, probos y piadosos. El problema real es que hay mujeres muriendo por abortos clandestinos y la ley nos impide ayudarlas. Se trata de ayudar a estas mujeres porque ellas seguirán abortando ante la soledad y desesperación de sus vidas. Diga lo que diga la cucufatería el problema seguirá. Lo que se busca es atender una realidad social respetando la libertad individual. El Estado no puede renunciar a su responsabilidad por acatar consignas y dogmas de fe. Los fetólatras pueden proseguir con sus campañas y promover sus ideales y valores. Nadie se los impide. Pero no pueden pretender regir la vida de todas mujeres a la fuerza ni condenarlas a muerte porque no piensan igual.

viernes, 12 de junio de 2015

El aborto en blanco y negro


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

La discusión sobre la despenalización del aborto ha caído a niveles de vergüenza en el Congreso, donde solo se escuchan prejuicios, creencias, dogmas y consignas. Incluso quienes defienden la norma carecen de recursos y pierden la perspectiva. Es el nivel de los políticos que ingresan al Congreso gracias a su perfil de ayayeros, deportistas, comentaristas o como parte de una logia de fanáticos de la fe, en lugar de mostrar cualidades intelectuales y trayectoria política.

Para empezar, considero que el proyecto está mal planteado, pues se pide despenalizar el aborto solo en casos de violación. Claro que eso parece lógico, uno puede pensar que al menos eso podría conseguirse en un país donde la cucufatería predomina hasta en las esferas del Estado. Pero no es así, dado que resulta muy difícil probar una violación y es muy fácil acusar a alguien de violación. Peor aun, en muchos casos no hay denuncia por diversos motivos, como la amenaza. De manera que hubiera sido más simple y realista plantear directamente la despenalización total del aborto, habida cuenta que en los hechos ya lo está. ¿O hay alguien condenado por ese delito?

Lo que habría que pedir es la sinceración de las leyes. No podemos tener una legislación de espaldas a la realidad, que además de no aplicarse acaba siendo contraproducente porque afecta a muchas mujeres, como es fácil comprobarlo mediante las cifras oficiales del MINSA, provocando la precarización de la vida y la degradación de la sociedad. Estas debieran ser suficientes razones para despenalizar el aborto y permitir que el Estado se haga cargo de un problema social, si la gente actuara con sentido de la realidad antes que acatando consignas sometido a dogmas y creencias.

Desde un punto de vista liberal no se puede tolerar que el Estado se arrogue el derecho de decidir por las personas, y menos cuando tal decisión afecta a la propia persona. Resulta condenable que se le obligue a la mujer a ser madre cuando no puede o no quiere por diversas razones, como el embarazo por violación, algo tan cotidiano en nuestra realidad social. No se puede traer seres al mundo por una borrachera o un acto de irresponsabilidad. Las personas no son animales para que lleguen al mundo de cualquier manera. No se trata solamente de la vida, como reclaman a gritos los fanáticos. Se trata de personas que serán parte de una familia y de una sociedad. Esa decisión solo debe depender de la mujer. El Estado no puede imponerse sobre la voluntad de las mujeres obligándolas a ser madres como sea, en medio de su adolescencia, la orfandad o la miseria, y menos empleando como pretexto la ética desde una visión meramente biologista y maniquea, disfrazada de postura científica, cuando sabemos claramente que detrás solo hay consignas de fe dictadas por la Iglesia.

Como liberales tampoco podemos defender leyes prohibicionistas, dado que la mayoría de ellas solo traen funestas consecuencias como la informalidad. Casi siempre resulta que al final la mayor parte de la vida acaba fuera de la ley, y eso es un absurdo. Es precisamente lo que ocurre con la penalización del aborto: se producen aunque sean ilegales. Las leyes prohibicionistas casi nunca funcionan. Obedecen a fundamentalismos bienintencionados basados en dogmas ya sean de izquierda o de la ultra derecha conservadora religiosa. Pretenden defender principios que los demás no comparten o imponer formas de vida como si tuvieran el poder de mandar en las decisiones de las personas. La legislación no se puede sustentar en la utopía o el dogmatismo, y menos aun cuando la realidad empieza a degradarse por culpa de esas leyes. No hay mejor ejemplo que la prohibición del alcohol en los EEUU a principios del siglo pasado.

El aspecto más ridículo de esta discusión es la referencia a la ciencia. Estamos en un país fuertemente sometido al pensamiento colonial y medieval de la iglesia católica y de otras confesiones cristianas, y muy pocos tienen acceso a una racionalidad científica. Menos aun aquellos que niegan la evolución pero invocan la ciencia para defender la vida del no nacido. Está demás que hablemos de ciencia porque esta discusión va más allá de los hechos biológicos puros. Se trata más de una perspectiva cultural donde se confrontan valores y prioridades sociales. Desde esta perspectiva no podemos conceder calidad de "persona humana" a un embrión desarrollándose en el cuerpo de una mujer para darle supremacía por sobre la propia mujer. Eso es un extremismo absolutista y dogmático. Dejemos la payasada de invocar a la ciencia para llamar "inocente niño" a un embrión.

Evidentemente la defensa cerrada de la vida por la vida no tiene nada de científico. Se trata de un dogma de fe según el cual solo Dios puede dar y quitar la vida. Es decir, la vida es sagrada y solo por eso se idolatra al no nacido. Frente a esa posición es imposible plantear razones. A los fanáticos de la fe no les entran razones. Ellos apelan a subterfugios, manipulan la ciencia, apelan a la mentira y la manipulación mostrando imágenes de fetos de 9 meses como si eso fuera lo que se aborta, o incluso fetos sangrantes; llaman asesinato y genocidio al aborto y arman todo un escándalo para defender una abstracción, ajenos totalmente a la precariedad de la vida real evidenciada en las cifras de muertes maternas del Ministerio de Salud. Es la idolatría del no nacido a cambio del desprecio de la mujer y de sus derechos como persona, y de la realidad que afrontan.

También es ridículo apelar a las leyes para oponerse a los cambios porque precisamente se trata de cambiar esas leyes que han resultado ser malas. No se puede legislar sobre huevos asumiendo que son pollos. La Constitución dice que el concebido es sujeto de derecho en todo lo que le favorece. Habría entonces que preguntar si le favorece nacer en la orfandad, sin padre ni madre y para ser donado, en el mejor de los casos, o para vivir en la indigencia y la miseria. Cuando se trata de las adopciones por parejas gays, los profamilia alegan que no se puede decidir por los niños y que estos tienen el derecho de tener un padre y una madre y una familia natural, pero luego deciden por los no nacidos sin importarles adónde terminarán, o cerrando los ojos a la cruda realidad.

Finalmente no se trata de apoyar a la mujer o al no nacido sino de resolver un problema social existente. No es un lío entre feministas y adoradores del feto, que es la caricatura en que ha terminado este lío. Se trata de dejar en libertad a la mujer, quien debería ser la única en decidir según su propia circunstancia. Hay que dejarla decidir porque sabemos que las personas deciden siempre lo mejor para si mismas y los suyos, y que la suma de buenas decisiones forma mejores sociedades. Guardemos los dogmas de batalla. Acatemos los datos de la realidad. Es inconcebible que la ley quite libertad a las mujeres y las obligue a un destino de vida que no quieren tener. Es un acto de prepotencia y abuso que solo es dable en una sociedad sometida al totalitarismo de la fe, sumergida en el fetichismo religioso y al pensamiento único que irradia la Iglesia mediante sus acólitos y soldados en cruzada permanente. Hay que hacer un esfuerzo supremo por defender al Estado laico.

jueves, 11 de junio de 2015

Derechos de izquierda


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Fuente: El Montonero

En sus inicios los derechos eran condiciones y tareas que el pueblo le imponía al gobierno para aceptarlo como tal, pero se referían exclusivamente al respeto por la vida, la libertad y la propiedad. Hasta allí el mundo tenía sentido. Sin embargo, en el último medio siglo, la ideología ha revuelto los conceptos y hoy estamos inundados con derechos de toda clase. Algunos afirman que se debe a la “evolución de las ideas”, pero claramente se trata de la prostitución de los conceptos por parte del marxismo cultural, tarea emprendida el siglo pasado para dinamitar la cultura occidental y sus valores, pervirtiendo el sentido de la democracia y los derechos, conceptos odiados por las dictaduras comunistas.

Hoy casi cualquier cosa es un derecho. Si usted quiere convencer de algo a alguien solo dígale que es su derecho. Así lo hace la propaganda de la SUNAT cuando le dice al ciudadano que exija comprobante de pago porque “es su derecho”. Hoy se inventan los derechos en las campañas electorales. Para obtener gratuitamente algo del Estado solo tiene que convertirlo en un derecho. Ahora se habla de los derechos de los animales y del medio ambiente. El caos de los derechos es obra conjunta del marxismo y del relativismo posmoderno, con la ayuda del ejército más tenebroso que hay: los abogados. Así hemos arribado a la nueva era del mundo socialconfuso edificado con grandiosa palabrería progresista sobre una realidad precaria.

Los derechos socialistas sustentados en demagogia lírica tienen un costo para el Estado, y hasta para la empresa. Por ejemplo, el “derecho al trabajo”. ¿Qué es eso? El trabajo es una forma de vivir o quizá hasta una obligación social, pero ¿un derecho? ¿Quiere decir que alguien carga con la obligación de proporcionar trabajo? Es un absurdo. Fue la fabulosa Constitución velasquista de 1979 que impuso, en medio de su frondosa charlatanería, que “el trabajo es un deber y un derecho”. Más aun, creó el “derecho a la estabilidad en el trabajo”. No es raro pues que esa Constitución nos llevara al desastre total. Pero la nueva Constitución no corrigió el disparate del “derecho al trabajo”.

Hay seudo derechos que inquietan más, como el supuesto “derecho a la protesta”. Muchos viven convencidos de que es un garantía constitucional, lo cual es falso. Lo que asegura la Constitución es el derecho a reunión pacífica, y bajo el apercibimiento de la autoridad cuando es público. Reunirse no equivale a protestar. Y menos cuando las protestas se sustentan en el amedrentamiento de los demás, el bloqueo de carreteras, el daño a la propiedad y el ataque a la policía. Llamar “derecho de protesta” al vandalismo desatado por unas minorías para imponer su posición, es la estrategia de la izquierda dentro de su lógica de ocultarse detrás de los “derechos sociales”. Una táctica que hoy utilizan las FARC al invocar el “derecho a la rebelión” para impedir su juzgamiento como lo que son: criminales. No están muy lejos los etnocaceristas que invocan el “derecho a la insurgencia”.

El pensamiento mágico del progresismo se sustenta en el poder místico de la palabra. Llenan sus constituciones y leyes con palabrería dulce y apelan a etiquetas cursis. Creen que, al igual que en el Génesis, basta la sola palabra para que las cosas aparezcan de la nada. No debemos quedarnos callados ante la ofensiva retórica del progresismo. Eliminemos la telaraña de absurdos “derechos sociales” inventados para justificar su parasitismo social, consagrar su clase social de chupasangres del Estado, así como sus paros, marchas y vandalismo. No existe ningún derecho al trabajo, ni a la estabilidad laboral ni a la protesta. Tampoco a la insurgencia en una democracia plena, sustentada en un Estado de derecho, con separación de poderes y elecciones libres, periódicas y supervisadas internacionalmente. Que vayan a Cuba a exigir tales derechos sociales.

lunes, 8 de junio de 2015

La realidad de la izquierda


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Diversos opinólogos que quieren ofrecer un perfil posmoderno y actualizado se resisten a usar los conceptos de izquierda y derecha como referentes políticos, aduciendo que ya no son vigentes. Sin embargo, enseguida abordan su análisis diferenciando de algún modo estos sectores, y dejando en evidencia que nunca han dejado de existir. Así pues, por más poses intelectuales modernistas que se empleen, es imposible no distinguir estos sectores con mucha claridad. Todos esos afectados analistas de biblioteca que se empeñan negar estos conceptos clásicos sufren de poserismo académico. 

Evidentemente, la izquierda socialista desapareció del mundo tras la caída del muro de Berlín y el colapso total del bloque comunista. Los países que fueron el símbolo del comunismo han dejado atrás esa locura ideológica y hoy marchan hacia el progreso en pleno capitalismo, aunque en el plano político aun se mantengan dictaduras abiertas o soterradas como las de China y Rusia. Pero nada de eso impide que al interior de países subdesarrollados como Perú, y otros de Latinoamérica, exista una izquierda ideologizada que sigue preconizando los valores del socialismo fracasado. Es cierto que han dejado de citar a Marx, Lenin y Mao, pero tienen modernos autores que han actualizado esas ideas colectivistas de ayer, con novedosos discursos y conceptos reinventados que le dan la apariencia de originalidad y modernidad a las trasnochadas tesis de la redistribución de la riqueza y la igualdad social. De hecho, han puesto de moda le famosa "lucha contra la desigualdad" en casi todo el mundo.

El cambio de lenguaje, la transformación del discurso y la renovación de banderas es apenas parte de la estrategia mundial de la izquierda. La lucha contra el capitalismo no ha terminado. Desde el papa Francisco hasta encumbrados economistas condenan la acumulación de la riqueza y "la primacía del mercado por sobre la sociedad". ¿Qué significan esas consignas universales de que la economía debe estar al servicio de la sociedad y no la sociedad al servicio de la economía? En un análisis elemental esa idea es un disparate absoluto. Es como preguntarse si el cerebro debe estar al servicio del corazón o el corazón al servicio del cerebro. Es una estupidez. Pero de eso está hecho el discurso de izquierda.

Lo único nuevo que tiene la izquierda en este siglo es que ya no existe el financiamiento tenebroso de las guerrillas asesinas en los países más pobres tratando de ganar el poder por las armas. Apenas quedan algunos pocos focos de lunáticos armados en Colombia financiados por el narcotráfico, pero la plaga de asesinos que la izquierda mundial desplegó por toda Latinoamérica, fue responsable de más de medio millón de muertos y del desastre de la democracia en nuestros países, con la serie interminable de dictaduras militares que aparecieron para combatir a las hordas salvajes de revolucionarios marxistas, los cuales surgían de las universidades como zombies comecerebros idiotizados por la ideología. Nada de eso existe hoy, pero el discurso antinorteamericano y anticapitalista no se ha desvanecido. El mal olor del socialismo aun permanece en las universidades.

La izquierda es hoy básicamente un montón de gente confundida que anda buscando su identidad. Se les conoce como "socialconfusos". No les gusta lo que hay pero no saben qué proponer, por lo tanto se limitan a inventar conceptos sonoros como "ordenamiento territorial" o "consulta previa", que parecen propuestas fundamentales pero que, llevadas a la realidad, acaban siendo solo humo en el aire. La gente de izquierda todavía sufre de un profundo complejo de superioridad moral, pese a la cantidad de muertos que han provocado con sus locas ideas en el siglo pasado. Y no es que hayan dejado de producir muertos. Los "conflictos sociales" que generan mediante la prédicas de sus ideas y la agitación social son también culpa de la izquierda. Aunque, como siempre, ellos pretenden sumarle sus muertos a la cuenta del gobierno, cuya misión es resguardar el orden. 

Los izquierdistas no solo sufren de superioridad moral. Incluso se creen intelectualmente superiores. El mito de que los intelectuales solo están en la izquierda aun no se ha disipado, pese a su precaria realidad. También es cierto que aun no se vaporiza esa ridícula moda snob de cierta gentita cursi que, para sentirse más cool y atractiva, le añadía a su perfil público un halo de izquierdismo progresista, mostrando su apoyo a toda clase de causas nobles como la ecología, los pobres, los indígenas, los nativos, la cultura y la igualdad en todos sus alcances, incluyendo al feminismo y los LGTB. Con eso se tiene el perfil del progresista perfecto. Ya no hace falta que camine con un libro bajo el brazo. Si se considera un progre aguerrido juvenil, se sumará a algún colectivo de los que están prestos a salir a las calles en cuanta movilización sea convocada para mostrar su repudio al aprofujimontesinismo y al neoliberalismo.

La triste realidad de la izquierda es que andan huérfanos de intelectualidad. Los escribas que rellenan sus artículos en las revistas de las ONGs o publican por el favor de sus argollas no están a la altura de un pensador respetable que se pueda tomar como referente. Son simples mamarrachos repitiendo como loros las mismas ideas relamidas en torno a la redistribución de la riqueza, convertidas en una gran letanía de pedidos de ayuda social de todo orden, que se pueden resumir en una sola frase: todo gratis a costa del Estado o la empresa. Son campeones inventando seudo derechos que conducen a la gente al parasitismo social y a la conchudez de masas. Es muy fácil inventar un seudo derecho para que el Estado o la empresa solvente algo que no va conectado con el compromiso individual a nada. Eso es lo que le gusta a la gente.

De manera que no podemos tolerar que se nos tome el pelo diciendo que ya no existe izquierda. Claro que existe. Es la primera fase en la maduración política de cualquier ciudadano. La mayoría pasa por ser de izquierda en su etapa de larva social, pero a medida que madura supera esta fase y abandona el cascarón ideológico del izquierdismo infantil. Por eso es que las personas transitan (si es que maduran mentalmente) desde la izquierda hacia la derecha. Nunca ocurre al revés. 

sábado, 6 de junio de 2015

Hablan ahora o callan para siempre



Escrito por: Elvis Occ

No hace mucho me tocó sufrir en carne propia lo que alguna vez lei sobre la falta de literatura de derecha en las librerías y el exceso de literatura pero de izquierda en todas partes. Hasta el día de hoy no me aventuro a lanzar una hipótesis al respecto, tampoco es el tema de este relato. Hace unos meses atrás, me di el trabajo de buscar un libro escrito por ese famoso filósofo ibérico, Fernando Savater. Se me ocurrió llevar a cabo un experimento. Cada vez que preguntaba por el libro de Savater, preguntaba también por uno de José Carlos Mariátegui o el Manifiesto Comunista. De estos últimos siempre halle ejemplares, pero de Savater difícilmente halle uno, inclusive algunos ni sabían quién era.

Algo similar sucede en cuanto a conferencias, simposios, seminarios o conversatorios cuyo tema gire en torno a la derecha y sus subgrupos liberales, conservadores, republicanos etc. Son casi inexistentes y los pocos que se han llevado a cabo son generados por alguna empresa privada y muy rara vez por partidos políticos no-marxistas, pues va contra la estrategia del “atrapatodo”. Mientras tanto, del otro lado de la calle esta la izquierda organizando toda suerte de reuniones, sin temor de ser etiquetados. Inclusive tienen la osadía de invitar filo terroristas comunistas como expositores de lujo.

He leído quejas de estudiantes de economía en cuanto a las cátedras socialistas que se imparten en algunas universidades catalogadas como las mejores. Lo mismo se repite en clases de historia, sociología, derecho e inclusive las carreras de ingeniería han sido percudidos de esta ideología. Ya va siendo hora que estudiantes, trabajadores, dirigentes y todo aquel que esté interesado en política, tenga otra alternativa. Es menester entonces, trabajar sobre esa aérea que ha sido abandonada por mucho tiempo. Creo que ese ascetismo que caracteriza a nuestras más brillantes mentes en la derecha solo beneficia a la izquierda. Trabajemos para que no escaseen las conferencias, los libros de Savater son otro rollo.

www.elvisocc.org  

jueves, 4 de junio de 2015

Defensores de la doble moral


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Fuente: El Montonero

Ya no sorprende la reacción de los eternos defensores de la moral e incansables luchadores anticorrupción que abundan en la zurda criolla frente a los destapes de las cuentas de Nadine Heredia y sus fastuosos gastos. Basta una mirada a las carátulas y columnas de hoy para ver que en el mundo progre no pasa nada. Pocos se atreven a tocar el tema pero lo hacen para minimizar la situación comparándolo con el Apra y el fujimorismo, donde sin duda también hubo corrupción, como en cualquier régimen, pero que no vuelve santos a los demás. Sin embargo, la imagen que el progresismo quiere vender es que nada se compara con la corrupción de los anteriores gobiernos. Esto lo grafica bien la caricatura siempre puntual de Carlín a la que solo le falta el eslogan “nosotros robamos menos”.

Mención aparte merecen los esforzados mermeleros que defienden a Nadine apelando a los mismos argumentos de Alejandro Toledo: no hay nada ilegal, es dinero de amigos donantes. Así es como aquellos que escarmentan a Alan García por una frase inventada por Jaime Bayli, “la plata llega sola”, hoy se muestran incapaces de enjuiciar a la primera dama, a quien la plata y la suerte parece que le chorrean sin el menor esfuerzo. A ella, los amigos le llegan solos.

Hoy resulta que los progres, expertos en reabrir casos archivados por décadas, abominan del fiscal que se atrevió reabrir una investigación a Nadine Heredia archivada en los tiempos de los llamados “fiscales archivadores”. Los que se empeñaron en citar a toda la familia Fujimori en pleno, hoy se indignan porque la investigación incluye al hermano y la madre de Nadine Heredia. Los que inventaron el mito de las maletas llenas de oro de Fujimori, hoy no quieren hablar de los maletines repletos de dólares que el chavismo traía como valija diplomática para la campaña de Ollanta Humala. Quienes se mofan de las rifas de Keiko no se atreven a investigar los fondos oscuros de la minería ilegal o las narco-cocaleras que financiaron al nacionalismo.

Esta gentita que hoy se pasea por los medios predicando moral, hace una década no eran nadie. Surgieron a la vida pública fotografiándose con el montón de histéricos trepadores que pisoteaba el cadáver del fujimorismo, sumándose alegremente al ajusticiamiento popular del régimen, jurando que lucharon por recuperar la democracia y derrotar la corrupción. Hicieron su carrera política y mediática alimentando diariamente el antifujimorismo rabioso, convertido luego en religión progresista basada en el odio más mezquino e irracional que se recuerde. Hasta en el perfil de sus hojas de vida señalan su condición de hienas del fujimorismo, que ya es toda una especialidad del derecho y el periodismo. Han hecho tesis y libros para narrar sus proezas en su implacable lucha anticorrupción contra el fujimorismo. Pero estos defensores de la democracia y la moral hoy tartamudean, no saben cómo ocular las pruebas de la corrupción del régimen nacionalista que apoyaron con tanto candor. Desorientados, acusan a la concentración de medios, desvirtúan los reportajes y hasta se indignan por el acoso a una mujer.

Los garantes de Ollanta Humala y Nadine Heredia deberían estar hoy al frente y no escondidos mirando a otro lado. No es posible que Mario Vargas Llosa dedique sus columnas a autores exóticos mientras el gobierno que nos impuso para salvarnos de la degradación moral se pudre en corrupción barata. Ahora resulta que los feroces inquisidores del ayer, que condenaban sin pruebas ni atenuantes, hoy deslegitiman las pesquisas y contraatacan recordando el pasado, convertidos en desvergonzados defensores oficiosos de la parejita presidencial. Si hay algo peor que la corrupción es esta plaga de farsantes luchadores anticorrupción, que siempre colocan sus mezquinos intereses políticos por encima de la verdad y la decencia.

martes, 2 de junio de 2015

Inocencia interrumpida


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

No deja de ser conmovedor escuchar a algunos líderes de izquierda lamentándose con voz quebradiza por la "traición" de Ollantan Humala. Andan con el corazón destrozado y el rostro compungido porque fueron engañados vilmente por el comandante. Cuenta Veronika Mendoza que ella se unió al Partido Nacionalista para transformar el país soñando con una revolución, pero que ha quedado decepcionada porque jamás pensó que Ollanta Humala sería la continuación del mismo "modelo neoliberal primario exportador" que nos ha llevado al colapso de las instituciones y a la crisis de corrupción (sic), además de aumentar las muertes en los conflictos sociales. 

La aguerrida "luchadora social" Verónika Mendoza se unió al nacionalismo a los 25 años, apenas llegada de sus progresistas estudios en París, y cuanto no contaba con ninguna experiencia laboral, salvo algunos cursitos de español dictados por allí. Lo primero que hizo Verónika Mendoza en plena juventud inocente fue plegarse a la ola revolucionaria de los Humala-Heredia que en el 2005 deliraban chavismo puro, predicando reformas alocadas y renegando de todo cuanto había en este mundo, para transformarlo totalmente desde sus cenizas. Es decir, sufrió el típico sindrome revolucionario de izquierdismo infantil que creíamos superado en Latinoamérica, pero que ha vuelto a prender con fuerza en varios países, incluyendo la Chile, donde la lacra del comunismo ha vuelto a instalarse en el primer plano de la política de la mano de los jóvenes extraviados e ilusos de siempre.

Evidentemente estos jovencitos que hoy piden "cambio de modelo" ignoran lo que fue el socialismo en el mundo. Cualquiera que sea menor de 40 años en el Perú no sabe lo que es una crisis económica, no tiene idea cabal de lo que fue el Perú en 1990, no sabe lo que es hacer colas interminables para comprar productos básicos, no ha visto varias cuadras de vehículos haciendo cola por gasolina, no ha esperado por años que le instalen un teléfono en el domicilio ni ha sentido la urgencia de largarse al extranjero para hacer desarrollarse personalmente. Ningún mocoso menor de 30 años sabe nada de lo que era este país bajo un modelo de desarrollo estatista de izquierda impuesto por Velasco, saturado de empresas estatales ineficientes y corruptas, y en manos de sindicatos que eran mafias de extorsión al país.

Quienes creen que este "modelo de desarrollo neoliberal" ha fracasado luego de hacernos crecer por 15 años y reducir la pobreza desde más de la mitad hasta el 22% no saben de lo que hablan. Que haya corrupción y se mantengan focos de pobreza no tiene nada que ver con el modelo de desarrollo. Lo que hay que explicarles a estos jovencitos es que el único modelo que colapsó y fracasó en el Perú es el del estatismo izquierdista que nos llevó a la crisis interminable de los 80 y al colapso espantoso de 1990, cuando el Perú estaba a punto de desaparecer bajo el izquierdismo trasnochado de un Alan García en etapa de pulpín revolucionario, instalado en palacio a sus 35 años, con la clásica demagogia barata de un revolucionario juvenil. Con ese modelo de subdesarrollo estatista de izquierda fue que colapsamos. Ese fue el modelo que fracasó definitivamente y al que no debemos volver jamás.

Así que estos jovencitos que exigen cambio de "modelo de desarrollo" deberían preguntarle a sus padres cómo era el Perú con el anterior modelo. Indigna escuchar propuestas absurdas como cambiar la Constitución para reactivar la intervención del Estado en la economía. Si hemos dejado de crecer y estamos retrocediendo es precisamente porque el Estado no ha dejado de crecer y de meterse cada vez más en la economía, con nuevos organismos reguladores y leyes de control que eliminan la libertad económica de los agentes productivos. Los trámites han estado creciendo al punto que hoy se necesita perder 4 años haciendo trámites antes de iniciar un proyecto de inversión. Lo único que ya falta en el Perú es que el Estado empiece a crear empresas, pero hasta eso ya lo está haciendo con Petroperú y La Pampilla. El modelo que nos hizo crecer ya ha sido dinamitado por la demagogia estatista y ahora vamos frenados. ¿Y todavía quieren más?

Hay que advertirle a estas generaciones jóvenes el disparate que proponen. La ciencia ya debería inventar una vacuna para el izquierdismo infantil, pero mientras no tengamos la cura para la estupidez que conduce al estatismo izquierdista, lo mejor que podemos hacer es educar a los jóvenes. Los padres deben protegerlos de la prédica barata de los "luchadores sociales", de las promesas fantásticas de los improvisados, de los demagogos incendiarios que proponen cambios radicales para diseñar un nuevo mundo de felicidad donde todo sea gratis y fácil, y especialmente hay que advertirlos de los trepadores salidos de la nada con discursos tradicionales de revolucionarios que encandilan a los idiotas. Hay que educar a los chicos para que luego no estén llorando desconsolados su decepción y acusando de traición a quienes los utilizaron por lo que son: tontos útiles.

lunes, 1 de junio de 2015

Los farsantes de la política


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Ya no hay duda de que Nadine Heredia es el símbolo del descaro político nacional. Y eso que tenemos a varios candidatos para este puesto. Sin embargo, Nadine Heredia ha desbancado al mismo Alejandro Toledo, que no es decir poca cosa. Pese a las toneladas de evidencia que la señalan como la que conduce este gobierno colocando y sacando ministros, premiers y hasta al presidente del Congreso como se puede apreciar públicamente, además de fijar la agenda del gobierno, ahora resulta que nadie la puede procesar por nada porque no es funcionaria pública. No obstante, ella misma tuvo la desfachatez de decir que no le dio su venia a Martín Belaúnde para firmar contratos con el Estado. Así están las cosas en Perusalén.

Al igual que el borracho de Cabana, resulta que Nadine es inocente por falta de pruebas, aunque las evidencias la señalen como otra lavadora de activos o algo por el estilo, porque eso de que haya gente inocente que de la noche a la mañana decide apoyar la linda causa de los Humala-Heredia a favor de la justicia social, y empieza a hacer depósitos suculentos en varias cuentas, valiéndose de contratos de asesoría trucha, solo sirve para una película de producción nacional como Asu Mare 3, donde un par de misios y desconocidos de pronto resultan elegidos como Mama Ocllo y Manco Capac para guiar al pueblo peruano hacia la inclusión social. Ya pues, la gente será estúpida pero no es para tanto.

Además del batallón de piquichones y ayayeros que defienden a la primera dama negándolo todo, mientras impostan la voz para copiar el gesto de indignación de Toledo, en una clara competencia por la concha más grande del Perú, también están los permanentes franeleros de la prensa mermelera caviar encabezados por Rosa María Palacios, haciendo toda clase de malabares para demostrar que no hay nada en las denuncias, que todo es un espejismo, que las leyes no estipulan nada, que el delito no existe y que Nadine Heredia es víctima del aprofujimontesinismo en un afán de anular su candidatura a la presidencia. Aun hay otra clase de comadres de promoción que andan apuradas por sacar una ley que penaliza el acoso político de la mujer. Lo único que falta en Perusalén es que baje un carruaje de fuego del cielo con 4 ángeles tocando sus trompetas para anunciar la subida al cielo de Nadine.

El único problema que yo veo es que se están ocupando de temas del 2005 cuando deberían estar concentrados en todo lo que ha hecho esta parejita de trepadores desde que se instaló en palacio de gobierno. Ya todo el mundo sabe que salieron de la nada haciendo espectáculos de circo muy cerca de la subversión y el golpismo, desde la estrambótica "gesta de Locumba" hasta el andahuaylaso, del que libraron milagrosamente a Ollanta Humala siendo el cabecilla, autor intelectual y autor mediato de la asonada, con la fehaciente prueba de su proclama radial, la fecha elegida por él mismo y las propias declaraciones de Antauro en plena asonada. Con todo esto, fue extrañamente protegido, desaparecieron su expediente del ejército y compraron a los testigos en el caso Madre Mía. No hay duda pues que esta parejita tiene un ángel o quizá todo un cielo de ángeles de la guarda. Esto ya parece una historia de los Expedientes X.

Por todo lo anterior lo más probable es que Martín Belaunde Lossio no diga nada, sea acallado, comprado o amenazado. El caso quedará como el de Óscar López Meneses, es decir, en nada. La banda de protegidos del sistema seguirán en sus cargos del Congreso mientras sean útiles, y luego desaparecerán con el gobierno sin dejar rastro, después de habernos tomado el pelo por cinco años. Queridos hermanos: nos la hicieron una vez más.

MEDIO AMBIENTE: ENTRE EL FANATISMO Y LO RAZONABLE



Escrito por: Andres Mejia Vergnaud

Es apenas natural que todos tengamos una preocupación por la condición del lugar donde vivimos. Si mi casa se deteriora, por ejemplo, esto me generará ansiedad, pues es posible que ese deterioro amenace con impedir que siga utilizándola como lugar de habitación. 


En tal situación, yo podría optar por sentarme a componer una letanía, en la cual empiezo por asignar a la casa un estatus sacramental. A continuación enuncio un mito según el cual, en el pasado, quienes habitaron la casa vivían en perfecta armonía con ella, y eran la casa y sus habitantes una sola cosa, un solo ser. La letanía toma entonces el tono del “Paraíso Perdido” de Milton, y en ella aparezco de pronto yo, pecador, como único culpable del deterioro que ha sufrido la vivienda; mi pecado original, el cual causa mi caída en desgracia, es el haber roto esa mítica relación ancestral de paz y unión con la casa. ¿Y cómo termina la letanía? Del único modo en que podría terminar: con la profecía del fin. Gracias a mis pecados, en especial a mi codicia, y a mi irrefrenable ambición de vivir siempre mejor, la casa un día caerá sobre mí. Esto, que suena relativamente ridículo, es una versión sumaria de lo que sostiene la mayor parte del movimiento ambientalista hoy por hoy. 


Vale aclarar, en este punto, que una crítica de estas actitudes irracionales no significa ignorancia o desprecio del problema. Sin duda la humanidad enfrenta problemas ambientales serios, pero la solución para estos no está en los mitos sino en las decisiones inteligentes. 


Nadie ha caracterizado mejor esta tendencia irracional que el economista John Kay, en una columna del Financial Times en la que explica por qué al movimiento ambientalista se le debe tratar como una religión (enero 9 de 2007). Kay muestra que en esta visión existen todos los elementos de una concepción religiosa e irracional del hombre, su pasado y su destino. En opinión de Kay, el ambientalismo ha reemplazado al cristianismo y al marxismo como mitos fundamentales sobre la condición humana en la mentalidad occidental. Lamentablemente, eso ha llevado a que, frente a un problema tan serio como es el de la degradación del ambiente, casi no seamos capaces de ofrecer respuestas prácticas y efectivas. 


Nos aferramos, por ejemplo, al mito de que “nosotros”, sin que sea claro qué significa ese pronombre, somos destructores por naturaleza, mientras que las comunidades indígenas y primitivas vivían en perfecta paz con la tierra. Como bien dice Kay, esto es simplemente falso: el hombre siempre ha sido un actor de muy alto impacto en su relación con al ambiente, y la historia de las comunidades nativas y primitivas está llena de casos de feroz devastación ecológica. 


Esta visión ofrece también ideas sobre cómo será el desenlace, y estas son puramente místicas. En la más extrema, la condena es ya irreversible, y es además merecida: no habrá salvación para el planeta, y con él pereceremos todos. Otra versión del misticismo ambiental nos dice que nuestra única posibilidad de redención es una transformación radical, un regreso a aquellas épocas míticas en que se vivía en armonía con el ambiente. Eso implica desmantelar la estructura de la sociedad moderna, especialmente de su economía, y “regresar”, como propone Edward Goldsmith, a una vida en pequeñas comunidades, y con una economía concentrada en lo local. Y hay otra visión que me parece especialmente molesta, y es la de que el mundo se salvará si los occidentales, encabezados por el Arzobispo de Canterbury, quien nunca economiza en insensatez, le aclaramos a los pobres del tercer mundo que no pueden esperar un desarrollo económico igual al que tuvo el primer mundo. Occidente impondrá sobre ellos unas expectativas diferentes. 


Los problemas ambientales, como ocurre con cualquier tipo de problema, requieren una aproximación racional, que considere costos y beneficios, y evalúe cada alternativa posible. Los ambientalistas irracionales, por su odio místico contra las sociedades capitalistas avanzadas, se niegan incluso a ver que, en muchos casos, ha sido el propio desarrollo de estas economías el que ha solucionado problemas ecológicos graves, Y hay razones para pensar que esto seguirá ocurriendo, aunque en muchos casos no hay duda de que será necesaria una dosis de acción colectiva. La cual, de nuevo, debe ser fruto de un proceso racional, y con la efectividad como objetivo.