viernes, 20 de febrero de 2015

Otra crisis de histeria progre


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

En el Perú las cosas se repiten cada año. Por ejemplo: los huaicos e inundaciones de verano, por un lado, y las crisis de histeria antidiscriminación por parte de la cucufatería progresista, por el otro. Ambas son infaltables en verano. Ahora nuevamente debemos soportar otra andanada de expresiones indignadas por la discriminación en las playas y en los clubes. Y es que la beatería progre nunca se detiene, es famosa por sus escándalos de histeria antidiscriminación. Su exquisita sensibilidad social les hace ver el fantasma de la discriminación en cada cartel, cada playa, cada cine. Nada los detiene porque la neurosis social del progresismo navega en el mar de los prejuicios con las velas infladas por los vientos de la ignorancia y la candidez. Tan poseídos están por su ideología y sensibilidad social que no ven más allá de sus narices, y apenas captan algo, profieren condenas encendidas a lo que ellos creen que es discriminación.

La discriminación es algo natural en la vida humana, ocurre todo el tiempo, cuando subes al bus o entras a un restaurante y escoges dónde sentarte ves las caras. Es algo natural. Para eso evolucionó el rostro y la visión del rostro, algo que los bebes desarrollan en primer lugar en su visión. Además existen mecanismos sociales como el sentimiento de grupo, desde la comunidad hasta la nacionalidad, así como el sentido de territorialidad. Pero al progresismo no le gusta el mundo, le enfada la naturaleza humana, le molesta cualquier acto que atente contra su penosa ideología igualitaria que ni ellos mismos practican. Todo es poserismo y doble moral. Son gente que está en busca de una razón para vivir y creen que la defensa de causas nobles es la mejor justificación para su amodorrada existencia, por tanto andan siempre atentos a cualquier situación para emprender su cruzada salvadora. Ese es el verdadero origen de la infinidad de colectivos infantiles de causas nobles y lindas que abundan en el progresismo. 

Nuevamente un cartelito ha sido la causa de la indignación progre. Toda la beatería caviar se ha removido como un hormiguero tras la lluvia y han hecho saltar las teclas para inundar las redes con textos de condena. La verdad es que la payasería progre antidiscriminación ya aburre. Todos los años hay que explicarles a estos chiflados que en Ancón hay un problema de salubridad antes que de discriminación. Hasta hace unos años atrás cualquiera podía ir a Ancón y disfrutar sus playas sin problema alguno, pero las cosas han cambiado por la cantidad de las masas que acuden en estos tiempos no solo en Ancón sino en otras playas del sur como Naplo. Hoy Ancón es un vecindario que se ve invadido por miles de personas que van, ensucian y se largan dejando todo hecho un muladar. Obviamente los vecinos de Ancón, los residentes, como cualquier otra comunidad del Perú, tienen todo el derecho a cuidar su ambiente y resguardar su salud. Con la estúpida cantaleta de que "la playa es de todos" nadie puede justificar la invasión y la mugre. Si la gente de Ancón ha tomado medidas es porque las autoridades no dicen esta boca es mía, para variar.

Es muy fácil emprender la misma campañita idiota de la discriminación todos los años sin sentarse a analizar la verdadera raíz del problema. Eso da flojera, no vende y tampoco tiene gracia. Es mejor chillar "¡discriminación!" y posar para la foto como un defensor de causas nobles y justas. De esos payasos del progresismo estamos hasta el cogote. Y ahora nos vienen nuevamente con otro refrito: un cartel de "baño para empleadas". El año pasado fue el del "baño para amas". Todo un chongo progre al rededor de un cartelito y de unos servicios higiénicos de uso reservado, algo que es muy recomendable. Y es que esta gente francamente es estúpida. Ni siquiera sabe que a mayor cantidad de servicios higiénicos diferenciados es mucho mejor en términos de salud pública. 

Toda esta gentita que se indigna por un baño para empleadas seguramente tienen en sus casas una área de servicio que incluye un baño de servicio. ¿O no se venden así las casas y departamentos? Entonces también deberían indignarse y armar chongo contra las constructoras, inmobiliarias y municipios que autorizan construcciones "discriminatorias" que incluyen ¡oh qué horror! un baño de servicio y tal vez, en el colmo de la discriminación social, hasta un baño para visitas. Baboserías que solo a la cucufaterìa progre se le puede ocurrir. Ojalá los clubes pudieran tener más baños diferenciados, como los hay en los mejores: baños para niños, para visitantes, para el personal o los trabajadores, etc. ¿O no han visto esos baños nunca? 

Claro que la discriminación que a todos nos molesta existe, por ejemplo cuando niegan el ingreso a una discoteca a la gente que no es blanquiñosa. El local se reserva el derecho de admisión, es un texto bastante común. Pero yo aun en este caso prefiero defender la libertad de la gente antes que forzarla a comulgar con mis creencias y crear una sociedad falsa. He visto que algunos municipios, en el colmo de la idiotez y la prepotencia burocrática, han obligado a los locales comerciales a lucir un estúpido cartelito que dice "acá no se discrimina a nadie". Es una versión light de la mentalidad socialista chavista. Francamente ya cansa ver cada año estas campañitas histéricas antidiscriminación por parte de la cucufatería progresista y la beatería caviar. Hay que asumirlo como parte de nuestra patética realidad, junto a los cómicos ambulantes, botelleros y travestis de la ciudad.

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