jueves, 29 de enero de 2015

Crisis en el gobierno conyugal


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Lo que el Perú está viviendo en estos tiempos es un capitulo más de las viejas intrigas del poder que se documentan desde épocas inmemoriales. Se trata en esta ocasión de una disputa abierta por el poder de parte de la parejita presidencial. Ya es evidente a todas luces que lo que está ocurriendo en palacio es una batalla campal, al estilo de "La guerra de los Rose", aquella memorable película de Danny De Vito protagonizada por Michael Douglas y Kathleen Turner en sus mejores tiempos. 

Los síntomas son claros y no son nuevos. EN realidad se trata de una competencia que se instaló en Palacio desde el primer día. El gabinete está dividido entre los nadinistas y los ollantistas. Es obvio que la premier Ana Jara responde directamente a los designios de Nadine Heredia, ya que esta logró adueñarse de la PCM colocando y quitando a sus presidentes como si fueran tampones. Recordemos la grotesca forma en que echó del cargo al buen César Villanueva. La pugna de poder que protagonizó en julio pasado para imponer en la presidencia del Congreso a su mucama Ana María Solórzano fue más allá del escándalo. Tras ese paso es obvio que los congresistas que hoy quedan en las filas del nacionalismo son básicamente nadinistas.

Por el lado de Ollanta están los ministros de las FFAA, básicamente Daniel Urresti y Pedro Cateriano, quienes aportan los dispositivos de inteligencia que necesita Ollanta para bloquear todo intento de sabotear su mando o desestabilizarlo políticamente, labor en la que presta sus artes y mañas el ministro de Justicia Daniel Figallo, quien aporta el contingente caviar de abogadillos de DDHH, procuradurías y fiscalía. Mientras tanto el país se va al garete. Los demás ministros solo se ocupan de organizar ceremonias de primeras piedras. Todos los días se le ve a Ollanta dando inicio a las obras de cualquier cosa. Vaya uno a saber si terminarán como las obras de Susana Villarán.

La guerra de los Humala-Heredia en palacio ha llegado al extremo del chuponeo y reglaje a la vicepresidenta y a la mismísima presidenta de la PCM, tal como hoy se revela en Correo Semanal. En el ajedrez de palacio la dama trata de suplantar al rey, y el rey pretende jaquear a la dama con todo su séquito de peones. Es por esto que Ana Jara está pintada y tanto Urresti como Cateriano hacen lo que les da su gana, jugando como laterales de Ollanta en la ofensiva de insultos soeces contra la oposición. Ana Jara carece de autoridad frente a los pitbulls de Ollanta. La artillería tuitera de Urresti y Cateriano lanzando cargas contra los líderes de la oposición mientras organizan el reglaje de la contraparte nadinista en el poder es la tarea que consume buena parte de lo que aun solemos llamar "gobierno". 

El desastre que es hoy el gobierno, librado ya a su suerte por el marqués y garante MVLL, quien ha preferido refugiarse en el teatro debutando como un pulpin de las tablas e ignorando todo lo que pasa en estas latitudes, ha llegado a su clímax. Es hora de que la oposición asuma su rol y censure a ese gabinete de payasos, advirtiendo claramente a los cónyuges responsables del desaguisado que el país no está para aguantar sus majaderías. Hay que decirle al papanatas de Ollanta Humala que si no tiene pantalones para ejercer el cargo por su propia cuenta, renuncie. 

miércoles, 28 de enero de 2015

Los falsos derechos de izquierda


Eascribe: Dante Bobadilla Ramírez 

Las ideas de izquierda gobiernan el mundo. Por lo menos el mundo de las ideas. Ellos nos ponen la agenda y definen los conceptos de nuestro vocabulario. Para ello cuentan con un ejército de militantes activos formados por profesionales de letras y ciencias sociales. La izquierda es pródiga en sociólogos, lingüistas, literatos, artistas, abogados, antropólogos y todo lo que se sustente en el uso intensivo de la palabra, por lo que son expertos consumados en charlatanería. 

Ellos han inventado esta feria curiosa de derechos de toda clase que hoy nos inundan, introducida sagazmente por los charlatanes de izquierda como "derechos de segundo piso" (y hasta de tercer piso porque ahora ya llegaron a los derechos del planeta). Es de nunca acabar. Y como son los dueños del discurso se han apoderado del contenido formal de los documentos oficiales de todos los organismos internacionales, donde abundan esta clase de charlatanes que viven para edificar su paraíso social a base de palabra sobre palabra. El sustento de su charlatanería sobre derechos parte de la tesis de que son estos organismos los que han ordenado los derechos y prescriben el desarrollo articulado (así hablan estos chiflados) de los derechos para su amplitud y plenitud. En suma, se trata de un círculo vicioso. Ellos lo inventan, lo prescriben y se fundamentan en si mismos.

Por ahora me interesa revisar el relamido "derecho a la protesta" que tanto repiten los agitadores de izquierda y sus organizaciones, desde el ejército de abogados del rojerío concentrados en IDL hasta los supuestos defensores de los DDHH que parasitan en la CNDDHH. ¿Existe realmente este "derecho a la protesta" con que los charlatanes de izquierda defienden sus marchas en contra de la minería, la privatización, la empresa privada, las leyes laborales y todo cuanto no les gusta? Desde luego que no. No existe. Es una burda manipulacón de los derechos. 

Es una lástima que muchos referentes de derecha liberal sean llevados de las narices a comulgar con estos ridículos conceptos de izquierda y defiendan los absurdos seudo derechos que proclaman. Leo asombrado a articulistas que se declaran liberales pontificando a favor de las protestas, en un país donde existe plena vigencia de la ley y donde las instituciones formales del Estado de Derecho funcionan libre y plenamente. Nadie puede decir que en el Perú las instituciones democráticas del Estado son controladas por el poder de turno mediante su militancia partidaria, como ocurre en Cuba o la Venezuela chavista. Tenemos otra clase de dificultades en el funcionamiento de las instituciones pero estas existen y funcionan, y mientras estén allí nadie puede defender las protestas callejeras como un mecanismo válido para resolver nuestras diferencias. La Constitución garantiza el derecho a reunirse pacíficamente sin armas, y nada más. Eso no es el sustento para ningún "derecho de protesta". Y menos cuando nunca son pacíficas pues siempre acaban en vandalismo, y cuando salen armados con palos y bombas caseras. Así que no deben manipular la Constitución para apañar sus marchas callejeras.

Admito que un pueblo puede llegar a protestar con todo derecho frente a un gobierno tirano, como el de Venezuela o Cuba. Este es un derecho señalado claramente en la Declaración de Derechos del Pueblo que selló la independencia de los EEUU, y en el nuestro. Todo pueblo tiene el derecho a insurgir contra un gobierno que no lo representa, tal como ocurre en Venezuela. Pero nadie tiene el derecho a protestar contra un gobierno legítimo que no ha atropellado las instituciones, ni contra el Estado de Derecho que funciona bajo el marco de la Constitución vigente. Si no les gusta una ley, la democracia provee muchos mecanismos lícitos para recusarla, y las marchas callejeras no son una de ellas. Hay que entenderlo.

La izquierda se ha malacostumbrado a depender de las protestas callejeras para hacer sentir su presencia y, sobre todo, para imponer su opinión por la fuerza debido a que electoralmente casi no existen, su representación parlamentaria es exigua y, para colmo, son tan delirantes que ya nadie los toma en cuenta. En el pasado, su exclusión de la política por falta de apoyo electoral los llevó a tomar las armas argumentando mil falacias para justificarse, que no es el caso recordar. Ahora la izquierda ha optado por remediar su falta de peso electoral a través de las marchas callejeras, las cuales han sido idealizadas por los farsantes izquierdistas de las letras en cada columna de los medios. No solo han montado la farsa del "derecho a la protesta" sino que han impedido sistemáticamente que este supuesto derecho sea adecuadamente normado por la ley, como lo están casi todos los derechos. Cada vez que se intenta reglamentar las protestas callejeras, los payasos de la palabra progresista se apresuran a ejecutar sus piruetas retóricas señalando que se pretende criminalizar la protesta social. 

La izquierda se ha acostumbrado a tener las manos libres. Desde que aprendieron a manipular el sistema a su favor son los dueños de la palabra, los conceptos y la ley. Tienen un discurso apropiado para cada ocasión. Cuando les conviene, sustentan maravillosamente la necesidad de reglamentar, por ejemplo, la libertad de expresión y de medios. Y es que los medios más populares son de derecha. Y como los medios de izquierda no logran calar en el gusto de la gente, solo les queda apelar a la manipulación grosera de la ley para luchar contra los medios de derecha con la relamida excusa de la igualdad. Por supuesto que los limítrofes de siempre que abundan se tragan el anzuelo de la izquierda y montan campañas contra la supuesta "concentración de medios". 

Esta es la vieja historia de la izquierda: manipulación. Expertos en charlatanería, arquitectos de utopías, falsos profetas de la moral, hacen y deshacen con la ley para socavar los cimientos de la democracia, tal como lo hacían con las armas el siglo pasado. Cuando su discurso no surte efectos mágicos en las masas y no logran un triunfo electoral, tienen dos opciones: salir a las calles a crear el caos para presionar a las instituciones del Estado y hacer prevalecer sus políticas, y manipular las leyes introduciendo conceptos disfrazados de "avances en el derecho" o impidiendo que se hagan leyes que no se inscriban en los lineamientos de su ideología. Para esto cuentan con ONGs donde se entrena un ejército de abogados que luego saldrán como asesores y consultores sagrados para los medios. 

La izquierda ha cambiado simplemente los campos ocultos en la selva, donde entrenaban a sus guerrillas en el uso de armas letales para asesinar a los "enemigos del pueblo" y tomar el Estado a través de la lucha armada, y los ha cambiado por modernas ONGs donde entrenan sus abogados en la mejor forma de pervertir el Estado de derecho y socavar los cimientos de la democracia para llegar a tomar el poder y montar una dictadura socialista seudo democrática, tal como viene ocurriendo en Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Argentina, etc. Los combatientes de izquierda ya no necesitan armas. Al igual que los delincuentes de saco y corbata solo necesitan manipular la ley. Montan novedosos conceptos que son presentados como avances en el desarrollo del derecho, tales como la "justicia transicional" que permitirá que los terroristas de las FARC dejen las armas y se incorporen a la política legal, disfrutando de la impunidad que la nueva y maravillosa forma de justicia progresista acaba de inventar. 

Para terminar, solo resta decir que hoy debemos tener los ojos más abiertos que antes. La izquierda nos ha infiltrado con sus conceptos y mucha gente anda repitiendo falacias con el cuento de los derechos. La izquierda promete beneficios sociales a cuenta del Estado o la empresa privada y solo necesita llamarla "derecho" para pasarla de contrabando. Y hay una larga fila de tontos útiles dispuestos a defender los disparates retóricos de la izquierda solo porque suenan bonito. Si ayer era imperativo enfrentar con armas a los guerrilleros y terroristas de izquierda, hoy es indispensable enfrentarlos en el terreno de la retórica jurídica y, como siempre, en la lucha ideológica.

martes, 27 de enero de 2015

Los chicos solo quieren divertirse


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

"Ahora la calle manda. Si queremos podemos pedir el cierre del Congreso" dice emocionado un líder juvenil en RPP, con más delirio que razón, tal como han sido las protestas juveniles en los últimos días. Así están las cosas en el Perú. Una ridícula ley laboral que creaba un régimen especial y temporal para facilitar la contratación de jóvenes sin empleo fue manipulada por demagogos, satanizada por la izquierda parásita y convertida en causa de lucha por el rojerío. Apenas olieron el caos, salieron de sus agujeros con sus gastadas banderas rojas a gritar sus viejas consignas. Hasta despertaron los dinosaurios de la CGTP que dormían el sueño de los justos en su cómodo retiro laboral. También fue una nueva ocasión de posar para los infaltables figuretis del mundo caviar farandulero y mediático convertidos en activistas de todas las causas nobles.

La histeria juvenil apoderada de las calles parece ser la que gobierna el país. Sesudos congresistas que votaron a favor de la ley convencidos de sus bondades recularon ante el griterio y cambiaron su voto asustados. "¿Qué quieren? ¿Que haya muertos?" se justificaba Lourdes Alcorta. El resultado final fue la derogatoria de la ley. El gobierno perdió y los jóvenes quedaron como héroes de una supuesta "jornada de lucha por los derechos laborales", que es como alucinan su fiesta semáforo en la vía pública. Lo real es que los jóvenes no ganaron absolutamente nada porque en los hechos seguirán sin empleo y sus supuestos "derechos" seguirán en el papel. Pero ¿a quién le importa la realidad? Acá lo único que importa es el floro y la pose. Los chicos solo quieren divertirse. Hasta podrían corear sus verdaderas consignas: ¡Abajo la dura realidad! ¡Vivan las utopías!

Nadie ha ganado absolutamente nada con todo este alboroto insensato. Quizá todos hemos perdido algo. El gobierno sigue quedándose sin congresistas y los que le quedan divagan sin rumbo. Son robots manejados a control remoto por Nadine mediante mensajes de texto. El Ejecutivo se parece cada día más a una pandilla de desadaptados que se dedican a molestar al vecindario. Los ministros Urresti y Cateriano son matones del Twitter ocupados en atacar al Apra y al fujimorismo sin ningún rastro de decencia ni decoro, atropellando incluso la dignidad de mujeres. En cualquier país decente estos ministros estarían de patitas en la calle. ¿Dónde se ha visto que un ministro insulte al líder de la oposición y siga durmiendo tranquilo? La escoria del nacionalismo nos ha llevado tan abajo que ya no somos capaces ni de reaccionar con hidalguía ante las inmundicias de sus ministros que han hecho de la política un chiquero irespirable.

Y como si esto fuera poco, la labor indigna de estos ministros matones es compartida con el propio Ollanta Humala quien cada vez que abre la boca le sale una condena al pasado. Por su lado, Ana Jara está pintada en la pared. Desde que la sacaron de su labor de organizadora de espectáculos de Nadine ha perdido la razón y vive en la depresión. Es la loca de la casa a la que nadie hace caso.

El Congreso es como un barrio de malhechores donde nadie se atreve a cruzar de noche. Casi todos tienen un alias y muchos están a un paso de caer en manos de la ley. No hay liderazgo alguno. Reina el desconcierto. Están sumidos en insultos, chismes y vendettas sin ninguna intención de emprender debates serios sobre reforma alguna. Andan más preocupados en subirse a alguna combi electoral para el 2016 y el transfuguismo es la orden del día. El Apra y el fujimorismo están hartos de los ataques irracionales de Ollanta Humala y solo quieren sentarse a ver cómo naufraga el gobierno. Si hace falta arrojarle un peso para que acabe de hundirse lo harán, sin ninguna duda. Las comisiones que investigan las fechorías de los amigos del gobierno tienen la última palabra.

Ahora que la oposición tiene mayoría en el Congreso debería ser hora de arreglar cuentas, empezando por pedir la cabeza de esos impresentables de Urresti y Cateriano. También es hora de que se vaya el canciller que no ha hecho más que meter la pata. Pedir la vacancia de Ollanta sería excesivo si no se cuenta por lo menos con el dictamen firme de una comisión investigadora que aporte pruebas claras de la incapacidad moral del presidente. Ese es el único camino de la vacancia. Mientras tanto habrá que apuntalar a este gobierno con un gabinete nuevo y ministros independientes designados por consenso, si no quiere verlos censurados el primer día. Ollanta va a tener que aprender rápidamente una técnica básica de la política que hasta ahora no ha practicado: el diálogo y la concertación.

domingo, 25 de enero de 2015

Sergio Tejada renuncio al partido pero...


Escrito por: El Hdp

A estas horas ya la noticia dejo de ser novedad, pues la prensa y la redes sociales se encargaron de difundirlo: Sergio Tejada renuncio al Partido Nacionalista. Aunque dicen que Nadine no le acepto la renuncia.  Y asi fue que, del creador de la exitosa novela congresal "La Megacomision" y "Yo el Chaman" ahora llega: "Renuncio al Partido porque estoy en contra de la Ley Pulpin". Pero ¿como se dio este momento en plenas albricias pre legislativas extraordinarias? Lo podemos imaginar y es que la primera insinuacion fue durante la celebraciones por el aniversario de la fundacion de Lima. Eso dicen pues.

Palacio de Gobierno. Ambiente bacan, pero algo desconfiado. Las conversaciones suenan a conspiracion. Hay sonrisas con brillo de hienas que la pasan bomba. El congresista Sergio Tejada se le acerca al presidente Ollanta Humala.

ST: Buenas noches, Sr. Presidente.

OH: Hola Sergio. ¿Ya probaste el Picante de Cuy? Esta bueno.

ST: Buenisimo, Sr. Presidente.

OH: Lo trajeron de un lugar cerquita a Recuay, es donde lo preparan mejor. No entiendo la ojeriza contra mi gente de Ancash ultimamente. Ancash tiene cosas muy buenas. Mato por los desayunos con chorizo huachano. Ni que decir de la Guinda de Huara, mi Callejon de Huaylas, el Lago de Llanganuco. Madre mia, me gusta Ancash!

ST: Nada como Ancash Sr. Presidente. Me tome la libertad de traerle un presente de un lugar que yo tambien quiero mucho: Un Rompope de Mexico.


OH: ¿Y que es eso, como el masato?

ST: Una bebida tipica Sr. Presidente. Lo probe en un Congreso de Chamanes en Mexico. Pero, si me lo permite quisiera cambiar el tema y comunicarle con mucho pesar que renunciare al partido.

OH: ¿Pero, por que Sergio? Si no has hecho nada.

ST: Si, Ud. lo ha dicho mejor que nadie Sr.

OH: No pues Sergio, si de eso se tratara, me quedaria practicamente solo. La verdad, que la unica que ha dado la cara ha sido Nadine. Los demas, ni que decirte. Ni el intercambio de regalos por Navidad organizaron. Tu al menos te aventaste la Megacomision.

ST: Le agradesco que lo mencione Sr. Es que tengo mis dudas con la Ley de...

OH: Es que no hay mas que resaltar, salvo tu viaje a ese Congreso de Chamanes en Mexico.

ST: Me criticaron mucho por eso.

OH: Mira, tomate un Chilcano de Locumba -perdon- de lucuma, que esta muy bueno y en la proxima gira a EEUU te meto a todas las juntas. Total, ya ves que no es importante que no lo entiendas. No seras el unico.

ST: Se lo agradezco Sr. Presidente, pero la Ley de...

OH: No hombre, gracias a ti por el macerado mexicano.

ST: Rompope Sr. Presidente.

sábado, 24 de enero de 2015

El caviarismo periodístico


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El enfrentamiento verbal entre el ministro Daniel Urresti y la periodista Patricia del Río ha dado lugar a posiciones muy curiosas, especialmente en apoyo a esta última. Es obvio que la mayoría de la gente toma partido de antemano por la dama y tiende a defenderla considerando agresión cualquier intento de Urresti de replicar las interpretaciones antojadizas y descabelladas que ella hace, y especialmente si Urresti emplea su peculiar estilo que es el más callejero que se haya visto en ministro alguno. 

Pero dejando a un lado los prejuicios sexistas y la animadversión a Urresti para ser objetivos con lo ocurrido, habría que reconocer que Patricia del Río no es precisamente una periodista inteligente. Su déficit de comprensión es pavoroso y su rápida ofuscación ante las refutaciones y aclares del ministro la llevan a perder los papeles para acabar refugiándose en poses patéticas como "no me tutee" y, por último, recurrir a su condición de mujer para exigir irrefutabilidad y fingirse víctima. No pues, así tampoco es la cosa, y menos cuando ella misma ha llamado "patán" al ministro.

El ministro Urresti dijo algo muy lógico: ¿para qué necesitaría enviar personal de inteligencia a personajes que ya gozan de custodia policial si bastaría preguntarle a esos efectivos cualquier cosa que quisiera averiguar? De esto la señora Patricia del Río entendió otra cosa y acusó directamente al ministro de infiltrar personal de inteligencia en la seguridad de los ministros. ¿Se puede ser tan estúpida? El ministro hizo un esfuerzo sobrehumano para soportar la imbecilidad de la periodista y apenas atinó a decirle que ella habla mucho (lo cual es cierto) y que no se le puede replicar porque es una "diosa del periodismo". Bastó esto para que Patricia del Río enrojeciera de ira y exigiera respeto olvidando que había llamado "patán" al ministro. ¿Cuál es la falta de respeto? ¿De parte de quién? Está claro que la periodista era más que agresiva, hasta malcriada con el ministro, y sin embargo se queja por recibir su vuelto. ¿Qué corona tiene? ¿Para qué se mete a un debate con adjetivos si no quiere que le respondan?

A decir verdad Patricia del Río es una de las periodistas más limitadas de nuestra mediocre prensa. Sus columnas son patéticas y sus entrevistas, enredadas y atropelladas por su verborrea incontenible y su personalidad explosiva. Está a solo un paso de alcanzar la condición clínica de Claudia Cisneros. Pero es parte del staff caviar de la prensa. Es una egresada PUCP, para variar, y de la caviarona "carrera" de Lengua y Literatura. ¿Quién pierde 5 años estudiando algo así? Solo quien no tiene preocupaciones financieras ni teme por su futuro porque confía en su apellido compuesto. Y tal cual, acabó en los medios sin tener mérito alguno y es una adalid de todas las causas progresistas, aunque eso no impide que su desdén a los cholos se le escape en cualquier momento, como cuando se quejó airada porque le enviaron un "cholo pezuñento" a hacerle un reportaje. Era un humilde y novato reportero de La Mula. 

En fin, a quien Dios se la dio, San Pedro se la bendiga. Seguimos en el mundo caviar que la gente adora.

viernes, 23 de enero de 2015

La venganza de la izquierda caviar


Por: Ricardo Uztarroz

Residente en Lima desde hace diez años, antiguo periodista de la Agence France Presse (AFP), yo entrevisté a Fujimori en cinco ocasiones, incluso una vez lo entrevisté en Tokio, cuando él estaba exiliado, poco después de su caída en 2000 a causa de una conspiración que, como distintos índices lo sugieren, urdida por Bill Clinton y Madeleine Albright, la ex secretaria de Estado de éste. Lo entrevisté de nuevo en Santiago de Chile poco antes de su extradición. Durante los quince meses que duró el proceso de Fujimori, yo asistí a prácticamente todas las audiencias, 161 en total. Falté a lo sumo a una decena que no eran, además, esenciales.

Puedo pues pretender conocer bien el expediente y también alegar una experiencia profesional de 40 años en el periodismo, experiencia que me enseñó a saber lo que es un hecho, una prueba, un índice, una alegación, una suposición, una deducción, una especulación, un conjunto de conceptos elementales que los tres jueces obviamente ignoran, lo que lanza una duda sobre su competencia jurídica y sobre su imparcialidad. En fin, puedo añadir que ideológicamente todo me separa de Fujimori, siendo él un hombre de derechas, y yo más bien de izquierda. Pero no de una izquierda de salón como lo prueban mis compromisos pasados y presentes y la historia de mi familia. Por adelantado, le niego a quien sea tener la menor autoridad para impugnar mi pertenencia a la izquierda pues en la izquierda no hay un Papa que fije el dogma.

En sus considerandos, el tribunal no respondió a la única cuestión central del proceso: ¿Fujimori dio la orden de realizar esas dos matanzas estúpidas que, obviamente, iban contra la política que él mismo preconizaba contra el terrorismo, a saber: convencer a la población, ganarse su simpatía, con el fin de aislar a Sendero Luminoso y a la otra organización subversiva, el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA – que se reclamaba de obediencia guevarista)?

A falta de pruebas, la parte civil y el fiscal cambiaron, puedo decirlo sin ironía, su fusil de hombro durante el proceso. Al principio, decían que Fujimori era el jefe del escuadrón de la muerte, del grupo llamado Colina (Colina es el nombre de un funcionario asesinado por SL), que realizó esos asesinatos y que él había dado la orden directa de esos asesinatos. Como no podían probar esa alegación, entonces inventaron la tesis de que Fujimori era culpable porque él era el jefe del Estado. Basándose en una cadena de suposiciones, dijeron que él había transformado el Estado en una organización paralela criminal con el fin de implementar una guerra sucia contra el terrorismo.

Por lo tanto, siendo el inspirador de esa estrategia oculta de guerra sucia, disimulada en los pliegues de una guerra limpia, él era el autor indirecto de esos asesinatos. Como nada probaba esa alegación (repito, es una simple alegación), los jueces hicieron una pirueta de gimnasia jurídica que tiene mucho de realismo mágico. Amontonaron hechos sin relación evidente, rasparon aquí y allí entre cerca de 500 documentos de índices vagos con el único objetivo de construir una culpabilidad que parece muy hipotética. Los tres jueces hicieron prueba de tener una maquiavélica imaginación literaria.

Por fin, en última instancia, también consideraron que Fujimori era culpable por omisión, lo que quiere decir que sabiendo que esas matanzas se preparaban, él no hizo nada para impedirlas. ¿Y qué prueba hay de que él sabía? El hecho de que en su calidad de jefe de las Fuerzas Armadas y de la Policía él debía saberlo. Los expertos jurídicos apreciarán la pertinencia, digo bien pertinencia y no inteligencia, del argumento. Lo digo sin temor alguno: ¡es grotesco!

Individuos sin importancia

Aceptemos desde un punto de vista puramente teórico que los considerandos de los jueces sean fundados. ¿Cómo entonces puede uno explicar por qué Fujimori habría autorizado o, lo que es peor, dado la orden de matar a 25 personas sin importancia alguna, que no eran siquiera segundos o terceros cuchillos? Esas matanzas tenían un inconveniente principal para Fujimori: le quitaban credibilidad a su política oficial, proclamada y practicada de guerra limpia. ¿Por una parte, él tendía la mano, y por la otra él habría apuñalado? Uno puede creer que la gente es imbécil, hasta que llega el momento en que ésta se da cuenta de que ha sido engañada.

Aceptemos incluso que esa política de guerra sucia era cierta. ¿Puede alguien imaginar que un Presidente de la República, incluso de un país pequeño como Perú, admite dar la orden de ejecutar a individuos sin importancia y sin ningún peso político o estratégico, como habría podido ser, por el contrario, la liquidación física de Abimael Guzmán, el jefe alucinado de Sendero, un tipo mesiánico hasta los forros? Ahora bien, todos los jefes terroristas, incluso éste último, fueron detenidos y están purgando penas. Abimael Guzmán, el llamado “presidente Gonzalo”, tiene como vecina de celda a su compañera y ellos pasan todo el día juntos. ¡Bonito ejemplo de la crueldad de Estado promovido por Fujimori!

¡Fujimori estaba loco o era un asesino en serie! Si eso es así ¿qué era lo que él buscaba? ¿Satisfacer sus instintos de asesino, impresionar al gallinero? Desde un punto de vista político, esas matanzas eran completamente improductivas. Fujimori tiene defectos, desde luego, pero no se lo puede acusar de carecer de inteligencia.

Por otra parte, el colmo es que el tribunal no le reconoció a Fujimori ninguna circunstancia atenuante. Es decir, Fujimori actuó fuera del tiempo y del espacio. ¿En esa época, Perú no estaba acaso al bordo del abismo y en pleno caos, gracias a la herencia que le había legado Alan García, de nuevo presiden del Perú a pesar su de desastrosa e irresponsable gestión en su primer mandato (1985-90)? ¿Acaso los atentados terroristas, los carros-bombas, no eran diarios? ¿Los cortes de electricidad causados por los sabotajes de los pilones de alta tensión no eran permanentes? ¿Qué no se podía salir de noche? ¿Qué nadie sabía si podría ver a sus seres queridos al final de la jornada de trabajo? ¿La inflación no era delirante? ¿La escasés de los productos de primera necesidad no era permanente? ¿No se destruía el aparato productivo? ¿Perú no estaba al margen de las naciones? ¿Qué el Perú no tenía derecho al crédito externo? No, nada de eso existió. ¡Fujimori era un extraterrestre, un tipo sediento de sangre, una especie de Drácula! Las capas populares, las que tuvieron que sufrir más las salvajadas de SL, reconocen, en una muy amplia mayoría, que él fue quien salvó al país, que él fue quien le permitió a la gente encontrar una vida normal, si se puede hablar de vida normal en un país tan pobre como el Perú. Todo eso para los jueces (qué hacían ellos en esa época?) no existió.

¿Magistrados imparciales?

Todos los que aplauden esta condena no dejan de repetir que los magistrados tuvieron todo el tiempo un comportamiento exento de reproches. Eso es, obviamente, muy discutible. La hostilidad que mostraba el rostro del presidente del tribunal, César San Martin, lo traicionaba y dejaba ver que él saciaba una venganza personal. En 1993, en el marco de una operación de purificación del aparato judicial peruano, corroído por la corrupción endémica, él había sido excluido de la magistratura. Tal vez eso fue un error. En todo caso, sin embargo, se veía que él había encontrado la manera de vengarse. Uno de sus asesores tiene, por su parte, un pasado de simpatizante de izquierda. La izquierda es visceral e irracionalmente anti Fujimori, por razones demasiado largas para explicar aquí. Sin hacer un proceso de intención, es sin embargo legítimo preguntarse acerca de su imparcialidad. Uno de los índices de la falta de imparcialidad, es la ausencia de reconocimiento de circunstancias atenuantes.

Pero el colmo de los colmos, es que los jueces afirmaron que las víctimas de esas dos matanzas no tenían nada que ver con el terrorismo. Entonces, ese considerando significa implícitamente que Fujimori perpetró asesinatos gratuitos, que ni siquiera se inscribían en la estrategia de guerra sucia que ellos mismos le reprochan. También afirmaron que esas matanzas eran crímenes de lesa humanidad. Cuando se cruza tal frontera, ya no hay razón para detenerse.

Esa condena, es como si en 1969, después de su renuncia, se hubiera llevado a Charles de Gaulle ante un tribunal especial (el tribunal que pronunció este veredicto es un tribunal especial) y se lo hubiera declarado culpable de las exacciones, torturas y trabajos forzados practicados en Argelia entre 1958-1962. Este proceso de Fujimori revela la inconsistencia, la irresponsabilidad, el infantilismo, la frivolidad de una parte de las clases dominantes peruanas, algunos de cuyos miembros creen hacer parte de una aristocracia descendente de los Conquistadores y se sienten aún en la época del Virreinato.

Sendero Luminoso no ha sido destruido totalmente. Sendero ha hecho una alianza con grupos de narcotraficantes. Destacamentos armados operan en una zona de cultivos de coca a 400 km al este de Lima. Este proceso le abre una puerta enorme a SL para que pase a la ofensiva. ¿Quién se atreverá de ahora en adelante a oponerse militarmente a Sendero si la recompensa serán 25 años de prisión, 25 años que corresponden en realidad a una condena a muerte lenta en vista la edad del condenado?.

Fujimori interpuso el recurso de apelación. Falta ver si ese recurso será admitido. Si ese es el caso comenzará un nuevo maratón jurídico. Pero eso no es seguro.

Para resumir, esta condena pone una línea de igualdad entre Abimael Guzmán, jefe terrorista, y Alberto Fujimori, el Presidente que lo venció y que, en consecuencia, salvó al Perú de una pesadilla, de una especie de nazismo rojo. Así pues, nada ocurrió en el Perú entre 1980 y 2000. Todo volvió a ser de nuevo como antes. La oligarquía de Miraflores, San Isidro y la Molina, los tres barrios donde ésta reside, puede de nuevo dedicarse a sus intrigas florentinas de palacio.

Nada ha ocurrido en Perú. Salvo que un “pequeño chino de mierda”, asesino en serie sin móvil, está en prisión. Circulen señores, no hay nada que ver.

lunes, 19 de enero de 2015

El arte de engañar de la izquierda


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El rojerío salta feliz porque en la última encuesta encontraron un rechazo mayoritario a la Ley Pulpín. No solo la izquierda y la calle están en contra sino la mayoría de congresistas, de manera que es una ley destinada a ser irremediablemente derogada a fin de mes. Todo esto solo quiere decir que la ley es buena o tiene mucho de bueno, ya que las masas, la izquierda y los actuales congresistas no saben nada de economía ni del mundo laboral, y actúan como el mono que no quiere soltar lo que ha cogido aunque eso lo mantenga preso en la trampa y lo conduzca a la muerte. Además la mayoría de congresistas son debutantes en la política, expertos en nada y consumados figuretis y poseros que solo saben apoyar cualquier causa popular, por idiota que sea, para ganar votos.

¿Se imaginan ustedes si hubiesen hecho una encuesta para saber si la gente aprobaba el fujishock? ¿Alguien de la calle habría estado de acuerdo en que se multiplique el precio de la gasolina por 30 de la noche a la mañana, y que todos los productos básicos suban su precio de 250% hasta 500% de un momento a otro? ¿Alguien de a pie hubiera apoyado la idea de eliminar de un solo plumazo todos los subsidios y controles de precios que el gobierno de Alan García impuso a la economía? Por su puesto que no. Hubiese habido un rechazo absoluto a semejantes medidas. EL APRA incluso usó el miedo al shock para perjudicar a MVLL sin pensar que Fujimori lo haría. Pero eso fue lo que nos salvó de la hecatombe. El país absurdo que heredamos de Velasco y que consolidó Alan García era un infierno insufrible gracias a las benefactoras leyes inventadas para "proteger a los más pobres" y "defender la dignidad nacional", y que las grandes mayorías aplaudían entusiasmadas en su cretinismo.

Si hoy el país es uno de los pocos donde al menos la economía marcha bien, es gracias a que se tomaron medidas impopulares sin preguntarle a nadie. Se hizo lo que se tenía que hacer. Se acabó la fantasía absurda de ayudar a los más pobres con subsidios y precios controlados, se dio fin a esa estúpida demagogia de la "dignidad nacional" que mantenía cientos de empresas estatales con el sufijo "Perú" en quiebra endémica, volvimos a la realidad y empezamos a recuperarnos. Hoy los jóvenes tienen futuro. En los 80, a los que terminaban el colegio nadie les preguntaba a qué universidad postularás sino a qué país te irás. Casi toda mi generación vive hoy en el extranjero. Ahora, en cambio, el país ofrece grandes posibilidades gracias a las impopulares y radicales reformas impuestas en los 90 y que tanta gente mezquina e ignorante sataniza. Pero aun falta consolidar el modelo. Aun el barco hace agua. Quedan lastres del pasado que perturban en el ámbito laboral.

No me digan que la izquierda demagoga tiene la receta, o que la sabiduría popular nos guiará, o que haremos las leyes según las encuestas de opinión o temerosos de los vagonetas que salen a marchar. Nunca haremos nada bueno por ese camino. Hay que extirpar el cáncer laboral. Tenemos un universo entero de ridículos "derechos laborales" que son una traba para que la economía se desarrolle sobre tierra firme. Es obvio que nadie votará por eliminar esas gollerías absurdas que solo disfruta un 10% de trabajadores. La gente prefiere vivir engañada, les encanta la idea de tener beneficios gratuitos a costa del Estado o la empresa privada. Pero casi el 80% del empleo es informal y esos famosos beneficios laborales solo están en la imaginación y en la demagogia barata de la izquierda. Ni las empresas ni el Estado son bobos para regalar dinero por nada. 

Por desgracia tenemos a la izquierda parásita infecto contagiosa defendiendo el mundo de la fantasía donde los beneficios gratuitos y universales caen del cielo sin que uno tenga que hacer ningún esfuerzo. Defienden el dogma de los "derechos adquiridos". No quieren cambios y se creen revolucionarios. Tienen la receta fracasada del pasado y se creen progresistas, engañan a los jóvenes con el cuento de que el trabajo es explotación si no viene acompañado con una gran mamadera de beneficios adicionales que no tienen nada que ver con sus méritos, ni su esfuerzo ni su productividad. Les venden la idea de que ellos se merecen los beneficios laborales por su linda cara y que un buen salario no es suficiente. Les llenan la cabeza de consignas idiotas como "trabajo digno", "sueldo justo", "beneficios sociales", "derechos adquiridos", etc. 

Un país está camino a la decadencia cuando su juventud cree que un sueldo no basta para trabajar si no viene acompañada de una larga lista de "beneficios sociales", gollerías adicionales que le tienen que entregar tan solo porque es "su derecho adquirido", sin importar para nada su esfuerzo ni sus méritos. Y encima creen que el puesto laboral es de su propiedad y que nadie lo puede sacar del puesto porque atenta contra su derecho a la estabilidad. Toda esta basura que la gente tiene hoy en la cabeza nos ha está llevando al mundo de la fantasía retórica y al deterioro real de la vida. La gente debería entender que el trabajo hay que ganarlo con méritos y mantenerlo con empeño, y que el perfeccionamiento es una tarea de vida que cada uno debe asumir por su propia responsabilidad. Si no eres el mejor en tu puesto deja el lugar a otro. No podemos ser un país de vacas sagradas.  

sábado, 17 de enero de 2015

Otro pulpinazo por la mamadera laboral


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El cuarto pulpinazo se desarrolló con el mismo libreto de los anteriores, aunque en esta ocasión se ha visto más violencia y salvajismo juvenil. Esto es natural pues en cada ocasión los jóvenes agarran más confianza, tienen más experiencia y se van poniendo más guerreros, le pierden el miedo a la policía y no tienen ningún problema en agredirlos, más aun, sabiendo que no cargan armas y que la ley protege a los revoltosos y desampara a las fuerzas del orden. Así funciona este disfuncional país.

La marcha es alentada por los eternos agitadores de izquierda, amantes del caos social y la violencia, quienes instigan a las protestas callejeras con el concepto ridículo del "derecho a la protesta". Otra de esas retorcidas ideas con que la izquierda sorprende a todos sin que nadie las cuestione. Según este desopilante concepto, existe el "derecho" a salir a las calles en masa, tomar la ciudad por asalto, dar rienda suelta a la histeria colectiva y el vandalismo con sus clásicas secuelas de violencia, destrucción de la propiedad pública y privada, incendio de locales públicos, asalto de instalaciones estratégicas como el aeropuerto (una estúpida obsesión de los cusqueños) y, a veces, su cuota de sangre y muerte. Aunque los mentores del "derecho de protesta" nunca admiten que todo esto es parte permanente de sus protestas, y siempre salen con el cuento de los "infiltrados". 

No es novedad que la izquierda culpe a otros de los desmanes. Estos angelitos salen siempre a su "marcha pacífica" armados con palos camuflados con banderas y nunca respetan la ruta autorizada por la autoridad. Siempre quieren pasar la barrera policial y marchar por donde les da su regalada gana, como ir al Congreso o palacio de gobierno. A las marchas se suma siempre el lumpen, por un lado, y los infaltables figuretis de la política, como los congresistas de izquierda y los dinosaurios de la CGTP que solo viven de las marchas. Ahora hay que sumar a las estrellitas apagadas del mundo artístico que tuitean paso a paso las marchas. Son las vedettes de las protestas que fungen de líderes marginales, expectorados de los medios por sus arranques de histeria y malcriadez, y que hoy viven pidiendo limosna al público bajo una columna de La República, campo de refugiados del progresismo y la caviarada de toda clase, incluyendo el lumpen artístico.

Ahora quieren más. Como no hay quinto malo, acaban de convocar a la quinta marcha pulpín justo para el día en que el Congreso revisará la norma en cuestión. Y ya anunciaron que marcharán hacia el Congreso. El "derecho a la protesta" de unos 3 mil insatisfechos y desadaptados está por encima del derecho al libre tránsito de las decenas de miles de personas que se movilizan a diario por la Av. Abancay y del derecho al trabajo de las miles de personas que desarrollan sus actividades en el centro, para no hablar del derecho a la paz y tranquilidad al que todos tenemos. Para estos energúmenos solo cuenta su "derecho a la protesta". Al diablo con la seguridad ciudadana y la propiedad privada y pública y todos los demás valores de un Estado de derecho.

Los jóvenes están recibiendo sus primeras lecciones de izquierda: cagarse en el Estado de derecho, retar a la autoridad, atacar a la fuerza pública, desconocer la ley y utilizar la violencia como argumento. No es casualidad que MOVADEF se sume a las marchas con entusiasmo. Lo vergonzoso es que partidos democráticos como el APRA se sumen al alboroto solo por su afán de mortificar al gobierno, pese a tener representantes en el Congreso. También la izquierda tiene representantes que llevan la voz de esos sectores. Así funciona la democracia representativa, algo que a la izquierda detesta. Ellos prefieren una farsa de democracia que se basa en la presión popular, en la que solo los sectores más violentos se hacen escuchar mediante marchas callejeras. El Estado fallido en que nos estamos convirtiendo acabará tirando al tacho procedimientos civilizados como el debate público sustentado en datos antes de ir a una votación final, y cederá ante la histeria de unos cuantos indignados sin razón. Además la percepción de las mayorías ya está en contra de la famosa ley porque la retórica de los derechos laborales que bajan del cielo para todos, sin el menor esfuerzo, es más poderosa que la fea realidad terrenal del esfuerzo individual bien compensado pero sin gollerías.

Es obvio que la ley pulpín acabará siendo derogada. El gobierno no tiene fuerza en el Congreso y la gran mayoría de congresistas de oposición se han sumado a la protesta o han cedido al chantaje. Lo que demuestra que en el Perú ya hemos dejado de lado la democracia para reemplazarla por una clara oclocracia, donde las masas histéricas gobiernan a gritos y empujones. Lo paradójico es que se trata de las mismas masas que eligieron a Ollanta Humala aplaudiendo su idiotizante retórica de izquierda.

jueves, 15 de enero de 2015

Cautivos de la mentira


Por: Augusto Grados

La izquierda es hábil para tomar hechos aislados y transformarlos en regla general torciendo así la realidad. Jamás las FFAA tuvieron como regla de conducta violar campesinas. Tales hechos fueron actos aislados. La FFAA salió a defender al país de un grupo terrorista. Por su lado, los terroristas no tuvieron hechos aislados, pues el asesinato era la norma regular en su estrategia. Acá no hubo “guerra interna” de dos bandos que afectaron al pueblo, eso es falso. Lo que hubo fue terrorismo contra el pueblo, el Estado y sus FFAAA y punto. Lo regular, en nuestros militares fue arriesgar la vida por los peruanos. Muchos la entregaron, otros quedaron mutilados o lisiados. Los hechos aislados no deben usarse para analizar toda una época histórica amplia y compleja. A menos que se quiera, claro, torcer la verdad, es decir, engañar a la gente mostrando con astucia episodios elegidos arbitrariamente con una deliberada pero oculta intención. Así se busca confundir a la población, manipular voluntades y sentimientos, ocultando lo que fue realmente el terrorismo de izquierda para exponer tan solo lo que se esfuerzan en llamar "la respuesta brutal del Estado". ¿Alguna vez mostrarán la propuesta brutal de la izquierda?

Todos somos conscientes de quiénes fueron los que iniciaron el holocausto, quiénes atacaron a la sociedad y al Estado, y quiénes nos defendieron. Pero obras de corte progresista que van, desde “La boca del lobo” hasta “La Cautiva”, se enfocan exclusivamente en actos fallidos de las FFAA en medio de una lucha sin cuartel. Esta clase de obras solo sirven para satanizar y denigrar a las FFAA, confundir a la gente haciéndolas creer que estas actuaron como agentes terroristas, equiparándolas con el criminal comportamiento de Sendero Luminoso, y hasta victimizando a los subversivos que son mostrados casi como héroes. Estas obritas progresistas nunca se ocupan de los terroristas, nunca mencionan el origen de la subversión en las universidades, lugar de adoctrinamiento de la ideología marxista al amparo del poder político mundial que los protegía y financiaba. Las obras progres solo están interesadas en pasar de contrabando la falsa idea de la igualdad en el accionar de subversivos y FFAA, que es la tesis que la izquierda pretende imponer a toda costa desde el informe de la CVR. No en vano esta es la fuente de referencia de las obras del progresismo. Magnifican hechos de excepción escogidos cuidadosamente ocultando lo demás. La pregunta es si los ciudadanos somos conscientes de esta manipulación artística y grosera de la verdad. ¿O seremos cautivos de la izquierda artística? 

La primera vez nadie reaccionó. Creimos que se trataba solo de una película. Pero luego nos dimos cuenta que se trataba de una estrategia cultural de la izquierda. Solo revisen las producciones nacionales que han salido. ¿No son todas el mismo rollo? Militares malos, pueblo víctima, senderista idealista. ¿No es evidente el grito de revancha izquierdista? ¿No estará complacido Abimael Guzmán y la izquierda en pleno, incluyendo a los creadores del guión central contenido en el informe de la CVR? La misión de todo el arte y la cultura de izquierda es mostrar solo a los “militares malos”. No existe una sola obra que se salga del libreto rojicaviar, ni una sola que haga enfadar a Abimael Guzmán. El está complacido con la misión de la CVR, sus secuelas culturales y sus progres artísticos. Siguen regando la falsa idea de que la causa de la violencia fue la desigualdad. 

Como diría Augusto Ferrando: una cocina Surge a quien me traiga una obra cultural seria que muestre la sevicia y maldad de los terroristas y donde las víctimas de la violencia sean el pueblo y los militares. ¿Acaso no sobran episodios dolorosos de pueblos masacrados por Sendero Luminoso, de autoridades desmembradas a hachazos por los terroristas, de niños que vieron morir a sus padres para ser reclutados por SL, de pueblos enteros secuestrados y esclavizados por Sendero Luminoso? ¿Dónde están las obras que nos muestran esa insanía? ¿Dónde hay una obra seria que me hable de los grupos políticos limeños, de la pituquería miraflorina donde estaban los dirigentes de izquierda que predicaban la lucha armada? Alguna obrita que nos hable de los delirantes grupos universitarios de los 60´s y 70´s y sus dirigentes de apellido compuesto que no necesitaban trabajar y podían darse el lujo de dedicarse a la agitación política permanente, que luego entraron al Congreso para ser la quinta columna del terrorismo y que al final formaron sus ONGs para defenderlos. Quiero ver una obra que me hable de la izquierda acomodada, pituca, de los profesores, periodistas, politicos, artistas que pusieron el fusil en manos de jóvenes y niños, usándolos como carne de cañón para desatar una guerra que ellos predicaban pero que no se atrevieron pelear por si mismos.

Queremos obras que nos hablen de los que estuvieron detrás del telón del terrorismo, de los que usaban saco y corbata y una máquina de escribir; de los intelectuales que formaron a los progresistas de clase media y alta, de las organizaciones civiles de izquierda comprometidas con el apoyo al terrorismo dentro y fuera del país; que muestre el ambiente original y la cuna de Sendero Luminoso entre los respetados intelectuales de San Marcos o de la Universidad San Cristóbal de Huamanga en Ayacucho, donde los miembros de la CVR departían alegremente con Abimael Guzmán. Tráiganme una obra seria que nos hable de la verdad del terrorismo y de la izquierda delirante que lo engendró. Ya basta de propaganda rojicaviar. Basta de irse por las ramas y cojudear a la gente. Imagínense que en todas las películas de la Segunda Guerra Mundial nunca se muestre el holocausto ni mencionen a Hitler ni a los Nazis y solo se muestre soldados americanos asesinando alemanes, soldados rusos violando alemanas, británicos abusando de las italianas. ¿Sería serio? Sería una burla a la verdad y una manipulación grotesca de la historia. Pero acá lo permitimos mansamente. Acá el progresismo se adueña de la cultura y del arte solo para mostrarnos su verdad. Ya es hora de decirles basta. Hay que detener la mentira progresista disfrazada de arte y cultura.

miércoles, 14 de enero de 2015

Cautivando la memoria


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Con la torpeza que lo caracteriza, Daniel Urresti anunció que su escuadrón de inteligencia (sic) está tras una obra de teatro que hace apología del terrorismo. Se trata de "La Cautiva", obrita que se presenta en el teatro La Plaza de Larcomar, en Miraflores. Es verdad que Daniel Urresti es hoy un personaje más cercano al delirio de Daniel Abugattás que a la efectividad de Marco Miyashiro, pero no deberíamos ser tan apresurados en tirar al tacho la denuncia calificándola de cortina de humo.

Los abogados se han encargado de hacer que la figura legal de "apología del terrorismo" sea en la práctica inservible. Tampoco se vería bien que estemos censurando el teatro. Lo que sí debemos hacer es salirle al frente y ocuparnos del mensaje que la obrita trata de lanzar, ya que es claramente pro senderista. Hasta un ciego lo puede ver. No hace falta siquiera advertir que se basa en el informe de la CVR, como lo hace su autor, a pesar de asegurar que se trata de una "obra ficcionada". Tan ficcionada es que los actores afirman haber viajado a Ayacucho no sé para qué exactamente, porque a estas alturas ya no hay nada allá. Pero así es la sensibilidad artística. Otros elementos de juicio son que el progresismo en pleno le ha rendido pleitesía a la obrita en todos sus medios, al punto de calificarla como "la mejor obra del año". Sesudos columnistas progres y caviares le han dedicado más de un artículo para llenarla de loas. La prensa progre no solo la ha promovido sino que ha entrevistado a cuanto personaje ligado existe. ¿Cuál es pues el interés del progresismo en esta obrita? ¿Por qué se excitan tanto?

Bastaría con resumir su argumento en una linea: una niña de 14 años, hija de un senderista, asesinada por el ejército está en la morgue, donde es preparada para ser violada por la tropa. ¿No es fino? Lo demás es solo parafernalia, luces y voces en medio de actuaciones forzadas que procuran recrear con gritos y gestos un escenario macabro, con un militar abusivo y ebrio frente a su inocente víctima. El propio autor del drama, artista plástico que decidió debutar como dramaturgo, afirma que su ficción se basa en hechos reales contenidos en el informe de la CVR. El artista PUCP en sus entrevistas afirma que la violencia vivida se debió a la desigualdad, y que mientras esta se mantenga la historia se puede repetir. Por su parte la directora dice que su intención, para variar, es crear conciencia en el público y promover el debate sobre cuestiones vitales de nuestra historia. En suma, es todo un montaje caviar que sigue al pie de la letra la mentalidad de la CVR. Vayamos pues al debate.

La cultura es un campo sin puertas donde cabe cualquier cosa. Así que se puede meter allí todo lo que uno quiera. Por eso es que al socialismo le interesa tanto la cultura, pues mediante el cine y el teatro, básicamente, han estado tratando de meter sus mensajes políticos. Y por eso mismo luchan por la "Ley del Cine" para que el propio Estado financie sus mamarrachos fílmicos bajo el pretexto del "apoyo a la cultura". También Sendero Luminoso explotó la veta de la cultura mediante el teatro y el canto. No es nada nuevo en la mentalidad progresista. Está en su libreto.

La Cautiva quiere, una vez más, reforzar la carga de responsabilidad sobre las FFAA, que fue la misión de la CVR y es el predicamento de la izquierda en pleno. EL truco mágico es fraccionar la realidad y mostrar solo aquello que les interesa. No están interesados en narrar la historia completa, desde el delirio inicial de la izquierda ladrando rabiosa sus consignas por la guerra popular y la toma del poder mediante la lucha armada, su entrenamiento en Cuba y Chile, su financiamiento desde la URSS y otras potencias comunistas, su coordinación continental y mundial para formar parte de la guerra contra el imperialismo norteamericano sirviendo como tontos útiles a los intereses de la URSS y China, el lavado cerebral de los jóvenes universitarios idiotizados con la prédica marxista. No, nada de eso quieren mostrar. La izquierda oculta bajo siete llaves las verdaderas causas de la violencia que fueron su enajenación mental, su alienación ideológica y la miseria intelectual en la que cayeron penosamente desde la posguerra hasta el fin del comunismo. Nada tuvo que ver la desigualdad. 

La izquierda está más interesada en lavar su culpa, ocultar su responsabilidad y desaparecer su aporte en la locura senderista y emerretista. Andan más preocupados por culpar a las FFAA y al Estado. Por eso nos cuenta siempre la parte final de la historia: la respuesta brutal del Estado. Si, pero fue una respuesta a la insanía brutal de la izquierda. Hay que decirlo también. Sendero Luminoso fue solo la punta de lanza de lo que era la izquierda peruana. No debemos olvidarlo. El MRTA fue una alterativa creada para remediar el fracaso de SL en la tarea de ganarse a la población rural. Lo dijo el mismo Javier Diez Canseco en Nicaragua, en una reunión del Foro de Sao Paulo. Pero nada de eso se quiere recordar ahora. Toda la estrategia de la izquierda está volcada en ocultar sus culpas, esconder su rol y exhibir tan solo la responsabilidad de las FFAA y el Estado.

La Cautiva, obra mediocre que el progresismo en pleno se ha parado a aplaudir, se luce en Miraflores, sede de la caviarada, lugar de residencia de la izquierda marxista promotora de la violencia de los 70. Porque hay que recordar que toda esa violencia terrorista de izquierda no fue obra de campesinos ni obreros sino de la clase alta resentida, de los niños bien de apellidos sonoros que se creyeron la vanguardia intelectual del Perú desde sus mansiones miraflorinas. No me extraña para nada que Larcomar sea la sede de la caviarada que paga sus S/. 65 soles para gozar con los gritos aturdidos de la niña víctima de las FFAA. No hay nada nuevo bajo el sol. La historia tiende a repetirse, pero es necesario desenmascarar a los farsantes que hoy quieren ocular sus manos ensangrentadas y lavar sus conciencias.

lunes, 12 de enero de 2015

Muera Charlie Hebdo


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Una sorprendente reacción se ha visto en estos días ante el salvaje asesinato de unos dibujantes de la revista satírica francesa Charlie Hebdo por parte de un grupo de terroristas. La gran mayoría se ha sentido consternada por la acción demencial y en primera instancia mostraron su repudio sin reservas, como corresponde a cualquier persona civilizada que no avala estos métodos. Sin embargo, a medida que se iban enterando de quiénes eran los dibujantes y la naturaleza de sus publicaciones, se ha visto una curiosa metamorfosis moral que los ha llevado a escribir enrevesados artículos donde se rehúsan a condenar abiertamente a los terroristas, y acaban casi justificando su accionar porque los dibujantes eran "extremistas". Han transitado con sorprendente velocidad del "Yo soy Charlie" al nuevo "Yo no soy Charlie". 

De hecho, estos indignados comentaristas se ocupan más de las ofensivas caricaturas que del acto de terrorismo que les quitó la vida. Llegan a decir que nadie tiene derecho a burlarse de la fe, que no han respetado los símbolos sagrados, que han ridiculizado al papa y a la Iglesia Católica, etc. Luego, y de manera artificial expresan un lamento superficial por el acto terrorista como una cuestión secundaria. Esto pone de manifiesto lo débil de nuestra moral republicana y liberal. Es lamentable.

El acto terrorista debe ser condenado y rechazado sin reservas ni subterfugios, sin peros ni lamentos. No viene al caso criticar a los dibujantes ahora. Están muertos. Es francamente estúpido y de mal gusto condenar sus dibujos justo ahora. Toda crítica a las víctimas solo sirve como atenuante del acto terrorista. Es casi como decir que ellos se merecían esa muerte. Y algunos artículos penosos que he leído por poco lo dicen. Se nota que más les indigna el hecho que hayan caricaturizado al Papa que el acto de terrorismo. Sus breves palabras de condena protocolar del terrorismo no disimulan su ira por los dibujantes y su rechazo a la burla de su fe.

Al final, los mensajes en las redes y en los medios se han llenado más de condenas a los dibujantes que a los terroristas. No he leído nada más ridículo que llamar "caricaturistas extremistas" a quienes usaban el humor como arma y la burla como método. Es cierto que se burlaban de todos y que bajo su pluma no existía absolutamante nada sagrado. Jodían tanto a la izquierda como a la derecha, al islam como a los católicos. Nadie se salvaba de sus implacables caricaturas. ¿Y qué? Pero al parecer eso es demasiado para algunas mentes obtusas que conciben que hay en este mundo cosas "sagradas" que no se pueden ofender. Si fuéramos una sociedad civilizada tendríamos que condenar directamente la violencia terrorista sin mirar los pecados de las víctimas para ver si merecen ser defendidos o están bien muertos. Pero esto es lo que ha ocurrido, me temo. 

La crisis de Occidente no es solo que está siendo invadida por el islamismo sino que en los últimos años de su implacable progreso material y científico ha sido incapaz de superar sus taras mentales para llegar a la racionalidad. Aun sigue rodeada de objetos sagrados, mitos e ideologías de la Edad Media que gobiernan las mentes. La ciencia sigue siendo un extraño recodo donde unas minorías hacen un trabajo que pocos entienden y muchos cuestionan a pesar de servirse de sus frutos. La moral no está gobernada por la razón sino por preceptos de fe. La inteligencia está supeditada a la superchería mística. Esa es la verdadera crisis de Occidente. Y es por eso que somos incapaces de responder correctamente a un ataque del extremismo religioso.

sábado, 10 de enero de 2015

La moral chicha


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

La histeria antifujimorista desatada por el progresismo hace ya 14 años no mengua ni un ápice. Por el contrario, es la razón de existir de toda una secta de profetas de la moral pública que exigen azotes y lapidación de Alberto Fujimori y censura todo lo que suene o huela a fujimorismo. Un nuevo capítulo de este patético reality show de la política peruana acaba de finalizar con la sentencia por el caso de los diarios chicha. Una inútil sentencia a ocho años de prisión que en realidad no le suma ni un solo día más de cárcel a un hombre que ya está condenado a 25 años, y una jocosa reparación civil de 3 millones que se añaden a la delirante suma de 27 millones de soles que ya tiene en su cuenta.

Pero claro que los profetas de la moral progre no están satisfechos. Han quedado incómodos, fastidiados, molestos. Aun quieren más. Nunca será suficiente para condenar a Alberto Fujimori. Es un ensañamiento enfermizo que ya no tiene nada que ver con la moral ni la justicia. Se trata de un circo romano donde las hienas del progresismo acosan a Alberto Fujimori tratando de arrancarle sus miembros y sacarle los ojos. Quieren hacerle creer a la gente que Fujimori es un monstruo al que hay que combatir hasta verlo expirar. Luego irán por los demás, empezando por "la hija del ladrón", como llamó cobardemente a Keiko el garante de Ollanta Humala. 

La realidad es siempre el principal enemigo del progresismo. Acostumbrados como están a montar ficciones retóricas, a crear espejismos teatrales y psicosociales mediáticos, no perciben que todo su decorado de cartón se ha caído y hasta se han quedado sin disfraz. Hablar de prensa chicha desde la izquierda es francamente ridículo. ¿Acaso no han visto las nauseabundas carátulas de Diario16, Diario UNO (ex La Primera) y La República, para no hablar de los medios electrónicos? ¿Cómo se puede llamar a una prensa que publica mentiras diariamente, titulares que están totalmente divorciados de la realidad noticiosa para dedicarse exclusivamente a demoler a Alan García, Luis Castañeda, Keiko Fujimori o PPK día tras día? ¿Quién financia a esa prensa basura de izquierda?

Nada más ridículo que escuchar a un progre criticando la prensa chicha fujimontesinista, como si hubiese sido la única. Lo más triste es leer a periodistas (de esos que se creen periodistas porque tienen un título en periodismo -o algo por el estilo- pero que no saben nada de la realidad ni de la historia) condenando casi con lágrimas en los ojos a la prensa chicha de Fujimori, con afirmaciones que solo revelan el nivel de su ignorancia, como que allí se inventó esa clase de prensa. Alguien debería mostrarles las caricaturas de "La Olla", por ejemplo, viejo diario de los 60 donde sacaban a Víctor Raul Haya de la Torre vestido de mujer, como una prostituta, bailando frente a Manuel Odría, entre muchísimas otras caricaturas de ese nivel. No hay nada nuevo bajo el sol, ingenuas criaturas.

A Fujimori se le condena por el "desvío" de 122 millones de soles. No viene al caso discutir los detalles absurdos de esa condena. Lo que ahora nos debería importar es ¿cómo se destinan los más de 500 millones de soles que el ejecutivo gasta anualmente en publicidad? ¿Quién los supervisa? ¿A dónde van y con qué criterio? ¿Se necesita tanta publicidad en el gobierno? ¿Por qué no se investiga el presente en lugar de perder tiempo y dinero en juicios idiotas que ya no sirven para nada más que para satisfacer el morbo y la mala entraña del progresismo? ¿Por qué los predicadores de la moral progre evaden el manejo de fondos de publicidad en este gobierno? 

El circo progre del juicio chicha ha terminado y solo me queda claro que la moral chicha del progresismo sigue sosteniendo a la prensa chicha de izquierda y a sus tontos útiles, esos periodistas de cartón que aparecen con su uniforme de niños exploradores a pontificar sobre la moral chicha del progresismo condenando lo único que parecen conocer, al único que saben condenar, mientras cierran los ojos y callan todo lo que ahora mismo los rodea diariamente.

viernes, 9 de enero de 2015

No soy Charlie



Escrito por: Elvis Occ

Si una hermosa femina se paseara continuamente por el muelle de un puerto con topless y un hilo dental, a la vera de un par de buques con marinos que no han visto mujer por 10 meses, confiando que es casada... Eso mismo precipito la masacre de 12 franceses en las instalaciones de la revista satirica, Charlie Ebdo. La tan manoseada libertad de expresion, fue expuesta al maximo (casi libertinamente panfletera) provocando en los islamistas radicales pasiones desenfrenadas a causa de las caricaturas a Mahoma. Los de Charlie Ebdo quizas creyeron que por estar casados con ideas izquierdistas o por satirizar por igual a judios y catolicos, no los tocarian. Se equivocaron!

Para colmo de males, esos mismos caricaturistas crecieron en un pais que igual que otra decena de naciones europeas han reculado sus intereses en favor de la minorias musulmanas. Existen barrios en Francia que no tienen que envidiar a Palestina. Son impenetrables! Tienen su propia seguridad y bien armada, tanto que ni la policia asoma por esas zonas liberadas. Decadas de politica progre relajo peligrosamente todo tipo de sistema preventivo por ser supuestamente discriminador -a ojos de los politicamente correctos, pues- y esto lo supieron aprovechar los islamistas extremos para sus nada santos propositos.

Que este desgraciado evento nos sirva de ejemplo para que por estos lares los caviares y sus camaradas con su politica progre, no nos terminen inundando de "minorias" radicales, como los Movadefos. No quisieramos levantarnos con la noticia que acribillaron La Republica, solo porque el caricaturista Carlin dibujo al dios senderista Abimael Guzman, siendo arremetido sexualmente por por un portentoso Aberto Fujimori. La satira tal cual lo entendian en Charlie Ebdo, no se merecia una condena de muerte, se merecia una respuesta proporcional en forma y fondo. Algo asi como Al Jazeera en relacion a CNN. Repose en paix liberte.

www.elvisocc.org



  

jueves, 8 de enero de 2015

Es la guerra santa, idiotas


Escrito por: Arturo Perez-Reverte

Pinchos morunos y cerveza. A la sombra de la antigua muralla de Melilla, mi interlocutor -treinta años de cómplice amistad- se recuesta en la silla y sonríe, amargo. «No se dan cuenta, esos idiotas -dice-. Es una guerra, y estamos metidos en ella. Es la tercera guerra mundial, y no se dan cuenta». Mi amigo sabe de qué habla, pues desde hace mucho es soldado en esa guerra. Soldado anónimo, sin uniforme. De los que a menudo tuvieron que dormir con una pistola debajo de la almohada. «Es una guerra -insiste metiendo el bigote en la espuma de la cerveza-. Y la estamos perdiendo por nuestra estupidez. Sonriendo al enemigo».
Mientras escucho, pienso en el enemigo. Y no necesito forzar la imaginación, pues durante parte de mi vida habité ese territorio. Costumbres, métodos, manera de ejercer la violencia. Todo me es familiar. Todo se repite, como se repite la Historia desde los tiempos de los turcos, Constantinopla y las Cruzadas. Incluso desde las Termópilas. Como se repitió en aquel Irán, donde los incautos de allí y los imbéciles de aquí aplaudían la caída del Sha y la llegada del libertador Jomeini y sus ayatollás. Como se repitió en el babeo indiscriminado ante las diversas primaveras árabes, que al final -sorpresa para los idiotas profesionales- resultaron ser preludios de muy negros inviernos. Inviernos que son de esperar, por otra parte, cuando las palabras libertad y democracia, conceptos occidentales que nuestra ignorancia nos hace creer exportables en frío, por las buenas, fiadas a la bondad del corazón humano, acaban siendo administradas por curas, imanes, sacerdotes o como queramos llamarlos, fanáticos con turbante o sin él, que tarde o temprano hacen verdad de nuevo, entre sus también fanáticos feligreses, lo que escribió el barón Holbach en el siglo XVIII: «Cuando los hombres creen no temer más que a su dios, no se detienen en general ante nada».
Porque es la Yihad, idiotas. Es la guerra santa. Lo sabe mi amigo en Melilla, lo sé yo en mi pequeña parcela de experiencia personal, lo sabe el que haya estado allí. Lo sabe quien haya leído Historia, o sea capaz de encarar los periódicos y la tele con lucidez. Lo sabe quien busque en Internet los miles de vídeos y fotografías de ejecuciones, de cabezas cortadas, de críos mostrando sonrientes a los degollados por sus padres, de mujeres y niños violados por infieles al Islam, de adúlteras lapidadas -cómo callan en eso las ultrafeministas, tan sensibles para otras chorradas-, de criminales cortando cuellos en vivo mientras gritan «Alá Ajbar» y docenas de espectadores lo graban con sus putos teléfonos móviles. Lo sabe quien lea las pancartas que un niño musulmán -no en Iraq, sino en Australia- exhibe con el texto: «Degollad a quien insulte al Profeta». Lo sabe quien vea la pancarta exhibida por un joven estudiante musulmán -no en Damasco, sino en Londres- donde advierte: «Usaremos vuestra democracia para destruir vuestra democracia».
A Occidente, a Europa, le costó siglos de sufrimiento alcanzar la libertad de la que hoy goza. Poder ser adúltera sin que te lapiden, o blasfemar sin que te quemen o que te cuelguen de una grúa. Ponerte falda corta sin que te llamen puta. Gozamos las ventajas de esa lucha, ganada tras muchos combates contra nuestros propios fanatismos, en la que demasiada gente buena perdió la vida: combates que Occidente libró cuando era joven y aún tenía fe. Pero ahora los jóvenes son otros: el niño de la pancarta, el cortador de cabezas, el fanático dispuesto a llevarse por delante a treinta infieles e ir al Paraíso. En términos históricos, ellos son los nuevos bárbaros. Europa, donde nació la libertad, es vieja, demagoga y cobarde; mientras que el Islam radical es joven, valiente, y tiene hambre, desesperación, y los cojones, ellos y ellas, muy puestos en su sitio. Dar mala imagen en Youtube les importa un rábano: al contrario, es otra arma en su guerra. Trabajan con su dios en una mano y el terror en la otra, para su propia clientela. Para un Islam que podría ser pacífico y liberal, que a menudo lo desea, pero que nunca puede lograrlo del todo, atrapado en sus propias contradicciones socioteológicas. Creer que eso se soluciona negociando o mirando a otra parte, es mucho más que una inmensa gilipollez. Es un suicidio. Vean Internet, insisto, y díganme qué diablos vamos a negociar. Y con quién. Es una guerra, y no hay otra que afrontarla. Asumirla sin complejos. Porque el frente de combate no está sólo allí, al otro lado del televisor, sino también aquí. En el corazón mismo de Roma. Porque -creo que lo escribí hace tiempo, aunque igual no fui yo- es contradictorio, peligroso, y hasta imposible, disfrutar de las ventajas de ser romano y al mismo tiempo aplaudir a los bárbaros.