sábado, 16 de agosto de 2014

La conciencia de los indignados


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Todavía está fresca en la memoria la imagen de ese gran frente artístico apoyando tan entusiastamente a la alcaldesa Villarán durante la revocatoria. Paneles con sus imágenes inundaban Lima mientras aparecían en cuanto medio hay para dejar su mensaje político de apoyo incondicional a la gestión edil. Y todo eso era vendido como una lucha por la decencia, una vocación por la ética ciudadana y la moral pública. Al final ganó el NO y la cabeza de la alcaldesa se salvó, aunque su cuerpo edil fue descartado. ¿Fue un triunfo de la ética y la moral progresista?

Hoy descubrimos que no. Todo fue tan solo un montaje escénico. En realidad los artistas defendían sus puestos de trabajo y los contratos jugosos con que la digna gestión de Susana Villarán los había acostumbrado como a los perros de Pavlov. Y es que como nunca antes en la historia de la ciudad de Lima, el Municipio se ha convertido en una gigantesca promotora de espectáculos bajo la fachada de "promoción de la cultura". Hoy sabemos que la banda progresista allegada al Municipio ha asaltado las arcas de la ciudad con el cuentaso de la cultura, elevando el presupuesto de este rubro de dos a veinte millones de soles de un solo plumazo.

No nos extraña que el progresismo despilfarre los dineros públicos en idioteces tales como los innumerables festejos que hoy se hacen a los dias de la maca, el pisco, la quinua, la canción, la virgen o cuanta tontería se les ocurre para armar show y hacer propaganda. Llaman a eso cultura. De paso promueven adefesios propios de su ideología caviar como la ruta de la memoria o el día de la CVR. Y para todos estos actos de huachafería pública son contratados una gran cantidad de artistas de su predilección, y generando, por supuesto, compromisos y nexos laborales. Se habla de más de 400 artistas contratados. Es decir, ni un circo tiene tanto personal.

Ahora es obvio que toda esta plaga de parásitos sin empleo, como el atorrante ese que se hace llamar "Jason Day" sin sentido de la huachafería y que se siente la encarnación gay del Che, o la histérica ex periodista arrojada de todos los canales por achorada, o cantantes de medio pelo que no venden ni CDs piratas, tienen que estar felices con la gestión de la "alcaldesa de la cultura y de la ciudadanía". El progresismo es adicto a todo lo que suene a cultura, pues padecen de esnobismo culturoso y afán intelectualoide. No hay un progre que no se sienta un intelectual ni que se pierda una sola feria de libro, aunque acabe comprando las memorias de Gisela Valcárcel. 

No nos extraña que esta patética gestión de izquierda haya inventado toda una "Gerencia de Cultura" como si hiciera falta promover algo que la sociedad realiza por su propia cuenta. Lo que en realidad hacen es meter de contrabando su ideología decadente disfrazada de cultura. Tampoco nos extraña que los artistas hayan pasado a formar parte de los cuadros del progresismo que salieron a las calles a defender no solo a la alcaldesa sino los jugosos contratos que esta les ofrece. Bien dice el dicho: con la plata baila el mono. Y también el progresismo.

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