sábado, 5 de julio de 2014

La Iglesia pecha al Estado


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez


Nuevamente la Iglesia Católica, como si fuera un poder del Estado reconocido por la Constitución, le sale al frente al Ejecutivo para confrontarlo por una simple Resolución Ministerial y exigirle que la derogue. Pero lo curioso es que la Iglesia no es ningún poder del Estado. Más bien se supone que el Estado peruano es laico, aconfesional y tiene "independencia y autonomía" frente a la Iglesia. Eso es lo que dice la Constitución. En consecuencia, la Iglesia Católica no tendría por qué estar asumiendo el papel de poder del Estado para pechar al Ejecutivo como lo viene haciendo hace tiempo, incluso organizando marchas cual partido político, a menos, claro, que se estuviera haciendo algo para atentar contra la libertad religiosa o, quizá, si intentaran quitarle a la Iglesia Católica todas las prebendas que consigue del Estado. Pero no es el caso.

Se dirá que la Iglesia puede opinar. Bueno, pero que lo haga en los campos de su competencia. Y ciertamente la medicina no lo es. Asumir el rol de guardianes de la ética y la moral es la pose más trillada en el mundo. Eso les da la potestad de meter su cuchara en todos los temas. ¿En dónde no están comprometidas la ética y la moral? La Iglesia debería preocuparse por ejercer ese papel de fiscalizador de la ética y la moral en su propio recinto, donde el rol de muchos sacerdotes viene siendo cada vez más cuestionado, así como la falta de interés de la Iglesia por imponer disciplina y castigo a los inmorales. Mientras que la Iglesia Católica no tenga limpia su propia casa no debería salir a pontificar la moral en público. La ética y la moral hay que mostrarla antes que predicarla. Y el respeto por la separación Iglesia-Estado debería ser parte de su ética.

Sin embargo la Iglesia pretende dictar cátedra no ya de moral ni ética sino de medicina. Se opone nada menos que a una guía práctica de procedimientos clínicos para tomar decisiones en casos extremos. ¿Qué pito toca la Iglesia en un escenario como este? Ninguno, realmente. Pero allí están metiendo su cuchara. Que la Iglesia Católica rechace un protocolo médico aprobado por el MINSA es tan ridículo como si la Asociación de Emolienteros se opusiera a la ley universitaria. Así de absurdo es. Pero claro que la cantaleta de la ética y la moral alcanza para todo. Es parte de la más extendida charlatanería.

Los charlatanes apelan a la misma estrategia que consiste en ocultarse en una maraña de conceptos muy floridos pero extremadamente vagos. Tan vagos y etéreos que navegan por los aires sin nunca posarse en la realidad. Eso le permite al charlatán tocar todos los temas con aires de sabiduría infinita. Así es como los señores curas han apelado al "derecho a la vida" y a la "no discriminación" para oponerse a que los médicos le planteen la situación crítica de su embarazo a una mujer, a fin de que pueda tomar una decisión libre e informada sobre su embarazo, tratando, en última instancia, de salvar al menos su vida. Obviamente la medicina trata siempre de salvar la vida de la gestante y su embarazo, pero la realidad es la que finalmente se impone, y existen desgraciadamente situaciones en que hay que decidir, y la decisión la toma la mujer. No los médicos y menos los curas.

Escuchar a los sacerdotes pontificar a favor de la vida asegurando que la ciencia puede salvar ambas vidas en todos los casos, no es más que una pieza de charlatanería florida y una majadería intolerable. De hecho es una falta de ética y moral asumir falazmente que alguien puede estar conscientemente planificando la muerte de seres, tergiversar la verdad y cambiar lo que es un protocolo para salvar vidas en uno que está destinado a matar. Eso es una descarada mentira dicha en medio de la charlatanería más nauseabunda.

Como bien dice Savater, el peor enemigo de la verdad no es el mentiroso sino el charlatán. El mentiroso al menos conoce la verdad y a partir de tal conocimiento la falsea, pero al charlatán no le interesa para nada la verdad. Solo le interesa imponer sus conceptos vacíos. "El charlatán se despreocupa totalmente de cuál es el asunto del que habla, es más, profiere sus pamplinas preocupado solo por el efecto que causa en los oyentes y por la idea que estos pueden hacerse de él (quiere pasar por elevado, piadoso, sensible, un iniciado en los misterios del universo... ¡un amigo de la verdad!".

Y nadie negará que las religiones, todas ellas sin excepción, están construidas sobre un enorme lodazal de charlatanería basada en la falsificación de la realidad. Lo cierto es que los predicadores y sacerdotes son solo profesionales en la manipulación de conciencias para sus propios fines.


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