martes, 3 de junio de 2014

EL regreso de los otorongos


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Una raya más para los otorongos del Congreso de la República ha significado el vergonzoso blindaje a la ex voleibolista Cenaida Uribe por parte de una Comisión llamada de Ética, pero que ya debería empezar a llamarse de blindaje o desvergüenza. 

Lo que le ha pasado a la ex Comisión de Ética y hoy del Blindaje es lo mismo que la pasa a toda la política peruana: ha sido prostituida por una plaga de sinvergüenzas que solo responden a la consigna y al apetito voraz de poder y dinero fácil. 

La Comisión de Ética era un grupo especial formado por un puñado de personajes (7 integrantes) de intachable reputación para analizar la conducta de los congresistas y señalar las faltas éticas. No los delitos sino las faltas éticas. Si hay delito recomienda formular denuncia. Pero su trabajo es cuidar la imagen pública del Congreso tan venida a menos. 

La Comisión de Ética presidida por el pastor Lay llevó bien su trabajo hasta que los nacionalistas se sintieron amenazados y decidieron prostituirla copándola partidariamente. Hoy es una comisión que no evalúa la ética sino la militancia. De este modo la ética oficialmente ha dejado de existir en el Congreso de la República.

Lo más sorprendente ha sido el voto de Mauricio Múlder a favor de la felonía. Su defensa personal ha sido que no puede votar porque no hay argumentos suficientes ni pruebas. Es decir... Veamos de qué se trata el caso:

¿La congresista Cenaida Uribe fue o no fue al colegio Alfonso Ugarte a entrevistarse con su director? Si.

¿Tiene o no tiene el colegio Alfonso Ugarte un cartel de Punto Visual? Si.

¿Estaba o no a punto de licitar ese espacio publicitario el director del colegio Alfonso Ugarte? Si.

¿Tiene o no tiene la congresista Cenaida Uribe una relación sentimental con el dueño de Punto Visual? Si.

¿Tenía la congresista alguna autoridad o potestad o encargo para investigar por su cuenta al director del colegio Alfonso Ugarte por alguna causa? No. 

Con este panorama es suficiente por lo menos para amonestar a la congresista por meterse a la oficina de un director de colegio y sostener una entrevista a puerta cerrada. ¿Podemos dudar de la palabra del director del colegio Alfonso Ugarte en un país donde Matilde Pinchi Pinchi decide los juicios y las declaraciones de los sicarios determinan las sentencias? ¿En dónde estamos? 

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