sábado, 19 de octubre de 2013

El voto populista de las clases medias y altas


Por: Juan Carlos Vásquez Peña

Al igual que Aldo Mariátegui solía preguntarme por qué los sectores más acomodados, educados y con más hábitos capitalistas son los que más se entusiasmaban y votan por propuestas populistas o socialistas “light” en vez de ser coherentes y votar por un partido con ideas acordes con su propio estilo de vida, con los valores capitalistas que a diario practican y que fomentan empíricamente en sus relaciones económicas. Para cualquier observador imparcial y racional esto es un disparate.

Como habrán notado, este fenómeno no es solo sanisidrino, limeño o peruano, sino que se repite en toda Latinoamérica con mayor o menor incidencia. Comparten ciertos rasgos comunes: es un fenómeno típico de clases medias y altas tradicionales, se da entre aquellos sectores de la población más “occidentalizados” y mejor conectados a las nuevas tecnologías, en personas que han tenido un nivel de educación general superior al promedio y -lo más paradójico- poseen un elevado nivel de altruismo o sentido del deber con sus compatriotas menos favorecidos. ¿Cómo pues, personas con esas características, votan en masa a demagogos y partidos que ofrecen lo contrario a lo que ellos buscan para sus vidas y realización personal? Aquí ofrezco lo que, creo yo, son algunas de las razones de esta paradoja:

  • Educación: El sistema educativo Iberoamericano, en general, está conducido por profesionales formados en facultades dominadas por ideas socialistas, donde aún se estudia como ciencia el “materialismo histórico” de Marx, y donde todos los problemas económicos y sociales son abordados con dicha óptica. El profesional de clase media o alta que sale de esas facultades es poco proclive a pensar diferente a lo que aprendió en la universidad. Entenderá como lógica la alternativa socialista o populista antes que la capitalista liberal, por más que en su vida diaria elija siempre la alternativa económica liberal de forma empírica.
  • Figuras de referencia: Atrás quedaron los tiempos de grandes figuras defensoras del liberalismo y el capitalismo en el Perú y en Iberoamérica. No ha surgido un nuevo Pedro Beltrán dispuesto a defender con pasión y lógica las bondades del sistema que a diario trae beneficios a la población en general, y más aun a las clases media y alta que votan de forma populista. En Chile a las justas conecta Matthei, pero Piñera se dedicó sólo a gestionar y no a educar. En otros países la cosa es peor. Por el otro lado en cambio abundan en el mundillo intelectual los teóricos tipo Cotler, Neyra o Pease, que nutren con su pensamientos a las generaciones nuevas de universitarios clasemedieros y de clase alta. 
  • Valores y cultura: A diferencia del Occidente Anglosajón donde la ética del trabajo, el ahorro (ahora ya muy relajado) y el esfuerzo son pilares básicos del sistema de valores y de la cultura, en el Occidente Iberoamericano el valor más estimado y difundido por la omnipresente Iglesia Católica es el amor a los pobres, mal entendido por educadores alimentados intelectualmente con ideas socialistas como amor a la pobreza y odio a los ricos. Considerando que gran parte de la clase media y alta de Iberoamérica sigue educándose en instituciones religiosas, no es de extrañar que ese amor por la pobreza (y rechazo a la riqueza) genere un cierto sentimiento de culpa entre los educandos, culpa que buscarán redimir la mayoría de veces de forma poco inteligente, votando a quien proponga más acciones por los pobres (aun cuando muchas de estas acciones sean delirantes y poco reales).
  • Estilo de vida: El latinoamericano de clase media o alta tradicional tiene casi siempre las cosas resueltas en el mundo donde interactúa; vive y se desplaza a diario en barrios donde los servicios básicos están atendidos y rara vez sale a los cinturones de pobreza. A veces conoce más Europa o Norteamérica (incluso ha vivido algún tiempo allí) que su propio país; y sus preocupaciones, al margen de su caridad con los pobres, no son las de alguien con servicios insatisfechos, sino que están enfocadas por lo general a necesidades de sociedades más desarrolladas. Esto hace que voten al populista de turno, el que les promete conceptos como “sostenibilidad”, “inclusión”, “apoyo a las minorías”, “espacios culturales” “respeto a los animales y al medio ambiente” y cosas así. Alguien cuya vida consiste en tomar café en Starbucks mientras revisa el Iphone y vive al tanto de la movida cultural, tendrá más interés en la próxima "acción sostenible” que el populista de turno ofrece, ya que llena sus necesidades culturales insatisfechas, y tendrá menos interés en el arreglo de pistas, recojo de basura, seguridad y demás acciones concretas que el gobierno descuida en las comunas más pobres pues no existen en su vida diaria porque no las frecuenta.
Existen muchas otras razones, pero creo que estas 4 conforman el núcleo del por qué la gente de las zonas más desahogadas de Iberoamérica siguen al populista de turno y apoya estas ideas. No hay ningún misterio ni “traición de clase” porque en muchos casos el populista de turno es de su misma clase y tiene los mismos pensamientos, necesidades y taras que el promedio del clasemediero iberoamericano tradicional.

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