sábado, 27 de julio de 2013

La marcha de los tontos útiles


Escribe Dante Bobadilla Ramírez

Crecí entre marchas de protesta durante los años 70 y 80, cuando el Perú vivía en un estado permanente de crisis económica de la que no podíamos escapar. Los 70 bajo el dominio de una dictadura militar de izquierda que experimentó con el país causando su ruina, y los 80 ahogados en constantes paquetazos económicos que elevaban los precios, mientras la izquierda terrorista estallaba bombas en las calles de Lima y miles de campesinos en los Andes eran masacrados en aplicación del programa general de la izquierda peruana de "guerra popular del campo a la ciudad", predicada por todos pero ejecutada por Sendero Luminoso y el MRTA. 

Hoy la realidad es totalmente diferente. El Perú vive una bonanza económica que está sacando de la pobreza a mucha gente. Somos admirados y envidiados por el mundo y el crecimiento se ve en las calles cuando nos topamos a cada rato con gigantescas grúas de construcción o enormes malls. Las regiones tienen dinero como nunca y algunas están haciendo buenas obras de desarrollo, como en Arequipa y Ancash por citar solo dos ejemplos, sin dejar de mencionar a Ica que tiene pleno empleo. Los peruanos ya no viven desesperados por emigrar como lo estaban en mi generación. Al contrario, algunos están volviendo.

Sin embargo hay jóvenes que quiere salir a protestar según dicen contra la corrupción. Otros, los empleados públicos, se oponen a los cambios que el país requiere para seguir progresando y prefieren defender sus privilegios de clase. Pero hay además otros a quienes no les interesa ni lo uno ni lo otro sino realizar su propio programa político aprovechando las circunstancias y mezclándose con los reclamos de estos sectores. Es la izquierda radical a quienes debemos desenmascarar.

Unos afirman que la izquierda se ha desmarcado del terrorismo, pero vemos a varios apasionados defensores de terroristas. Yo creo que la izquierda no ha cambiado mucho del caldo de cultivo terrorista que fue en los 70. No ha dejado de lado su viejo programa de captura del poder por la violencia. Saben bien que con sus delirantes ideas y fracasados modelos nunca ganarán una elección. Antes aseguraban que la estructura de poder se los impedía, que los medios estaban controlados por el poder económico y otros cuentos por el estilo. Hoy que tienen medios, poder económico y amplias redes de organización, tampoco son capaces de ganar la confianza del pueblo. Peor aun, sus modelos se caen a pedazos en el mundo.

Tras fracasar en su intento de utilizar a Ollanta Humala como caballo de Troya, la izquierda ha regresado a sus viejos métodos y busca desestabilizar al gobierno con marchas de protesta. Tratan de imponer su programa político por la fuerza y no por los votos. Piden nueva Constitución, referendum, nuevo modelo económico, etc., pero no han ganado las elecciones. Una tonta maniobra política en el Congreso, que es común en el ambiente político en cualquier país y que además ya fue rectificado, será el pretexto para una marchita de "indignados", máscara con que tratan de ocultarse los agitadores de izquierda para engatuzar a los jóvenes inocentes de hoy. Jóvenes que ignoran el trasfondo real de la marcha y creen que protestan contra la corrupción, cuando más bien deberían defender la estabilidad del país para segurar su futuro.

Los jóvenes no deberían prestarse pues a ser los tontos útiles de la izquierda cavernaria. La corrupción no se arregla con marchas. En realidad nada se arregla con marchas. Solo servirán como carne de cañón para los antimineros ecocomunistas, comechados de la burocracia y de los agitadores sociales de siempre.

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