jueves, 25 de julio de 2013

¿Indignados? ¿Cuáles indignados?


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez


La fantasía y el uso libertino del lenguaje es algo que caracteriza a la izquierda en general, desde políticos hasta periodistas como Jacqueline Fowks, corresponsal de El País en Perú, y quien publica lo que le viene en gana y se le presenta a la imaginación acerca de lo que pasa en nuestro país. Si uno se dejara llevar por lo que publica tendría una imagen muy disparatada del Perú. Según sus últimos artículos, en el Perú ha prendido el "movimiento de indignados" y tras "dos manifestaciones multitudinarias" han ganado la partida al gobierno y al Congreso. ¿Qué fuma Jacqueline Fowks?

Necesitamos corregir todo ese disparatado lenguaje y pisar tierra firme. Acá no existe ningún "movimiento de indignados". Todo lo que hay es una turba de huachafos que se hace llamar "indignados" y salen a las calles con máscaras de Anonimous. Una marchita de 2,500 personas no se compara en lo absoluto a lo que han sido los verdaderos movimientos de indignados en el mundo, los cuales han superado el medio millón de movilizados por varios días. Así que no hagamos más el ridículo llamando "indignados" a estos marchantes que básicamente son los mismos de la izquierda criolla. Ellos no son indignados sino aprovechados.

Y por supuesto, tampoco es cierto que esa marchita del 22 haya tenido algún efecto, pues desde que fue convocada por todos los agentes de izquierda, empezando por la CNDDHH, la maniobra política del Congreso ya se había caído. Lo cierto es que hubo indignación en la población, pero creo que la mayor indignación fue producida por la majadería de Perú Posible, un partiducho que agoniza en el desprestigio de su patético líder, y que sin embargo tuvo el cuajo de querer imponer a su candidata Pilar Freitas, quien para colmo es una joyita tan impresentable como el mismo Toledo.

En segundo lugar, resultó indignante que el gobierno pretenda imponer a dos completos atorrantes como Víctor Mayorga y Cayo Galindo, chupamedias y trepadores sin nivel ni preparación alguna para los cargos tan importantes que pretendían usurpar. Eso sí que fue una falta de respeto total para la ciudadanía y para la majestad de nuestras instituciones. Por su parte la izquierda se puso histérica por Rolando Sousa, a quien descalifican por algo insólito: por haber defendido a Fujimori, como si eso fuera un delito. Pero sensatez es algo que no se le puede pedir a la izquierda.

Entonces dejémonos de huachaferías y paren de llamar "indignados" a esa caterva de aprovechados de izquierda que salieron con sus mismas banderas de siempre, con sus mismas consignas trilladas y los mismos personajes patéticos que ya todos conocemos. Lástima nomás que junto a ellos haya marchado una juventud bizoña y desorientada. Sin duda ellos necesita aprender más acerca de quién es quién en la política peruana, y qué es lo que en el fondo buscan.

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