sábado, 4 de mayo de 2013

Las lecciones de CONCYTEC


Todos habrán visto esas películas en las que el protagonista se traslada a un país de Latinoamérica y se muestra una Plaza de Armas repleta de puestos ambulantes, con gallinas que caminan en lugar de palomas. Luego se ve al sujeto ingresando a un Palacio de Gobierno donde lo aguarda un general revestido de medallas y a quien solo le interesa cuántos millones le tocará en la operación. Pero esa no es toda la imagen tradicional que tienen afuera de nuestros países. Faltan algunas otras escenas para completar la idea.

Imaginemos esta escena: el funcionario de un organismo internacional visita un país tercermundista para coordinar planes de desarrollo tecnológico. Llega al local de la entidad encargada de promover la ciencia y encuentra un portón que más parece el ingreso a una cochera clandestina. Adentro se ve un conjunto de oficinas prefabricadas esparcidas en un solar que apenas tiene un poco de jardín. Al ingresar lo primero que se encuentra es una gruta que resguarda una virgen rodeada de floreros y velas. Luego el recorrido por las oficinas internas permite apreciar a los funcionarios trabajando en escritorios donde las cruces y rosarios se mezclan con los útiles de oficina, y las paredes tienen estampas de vírgenes y cristos.

Probablemente a un católico la escena le parezca completamente normal. Pero hagamos el siguiente ejercicio mental. Cambiemos los cristos y las vírgenes por imágenes de Buda, Confucio, Brahma, Vishnu o cualquiera de las miles de deidades que existen en el mundo, incluso por totems, muñecos de vudú o amuletos. No importa porque todo eso es exactamente lo mismo. Son creaciones típicas del folklore, la superchería y la mitología de todo pueblo. Es indistinto si alguno tiene más literatura, organización, vigencia, o ha conseguido mayor extensión mundial a través de los siglos. Eso se debe a meros accidentes históricos.

Nuestra película sin duda mostrará la sorpresa del visitante al ver que la entidad encargada de promover la ciencia y la tecnología, es decir, el pensamiento analítico y crítico, está plagado de fetiches místicos, mágicos y religiosos, para no hablar de la precariedad del reciento en su conjunto. Probablemente acabe haciendo comentarios socarrones al jefe de semejante entidad si se siente en confianza.

Ocurre que esta no es una película sino una realidad cotidiana en el Perú. Una triste y patética realidad que sucede en CONCYTEC. Por ello su presidenta, la Dra. Gisella Orjeda, se sintió obligada a solicitar a sus empleados mediante un simple correo electrónico que se abstengan de exhibir objetos religiosos, dando un plazo para que los retiren. Pero como ya sabemos, la pobre doctora fue objeto de crítica y acoso por parte de una jauría de burócratas y opinantes mediáticos que la condenaron a la hoguera por impía. Al final la recomendación tuvo que anularse. Significa que seguiremos observando el mismo espectáculo aberrante que acabamos de narrar, para bochorno de quienes aprecian la ciencia sinceramente, es decir, no como un adorno de moda sino como producto de un pensamiento racional y crítico.

La disposición interna de CONCYTEC fue anulada pese a su sensatez debido exclusivamente al acoso de sectores fanáticos de la fe y los "derechos". Lo curioso es que en la legislación peruana se prohíbe casi todo menos expresiones de fe. Por ejemplo, está prohibido que un empleado público haga proselitismo político, pero no religioso. Quiere decir que un empleado público no puede tener en su escritorio la foto de Alan García pero sí la de una virgen. Pero sucede que ambos casos son proselitismo. Del mismo modo, el código de ética prohíbe "mantener situaciones en cuyo contexto sus intereses personales pudieran entrar en conflicto con los deberes o funciones de su cargo". ¿Hacemos ciencia o religión? El pensamiento científico es en todo sentido opuesto al pensamiento dogmático de la fe. Esta se basa en creer sin ver, en cambio la ciencia solo admite lo que se comprueba.

Está claro que los burócratas de CONCYTEC no son los que investigan ni hacen ciencia, pero tampoco tienen derecho a darle a la entidad una imagen de iglesia o mercado de chucherías. La disposición interna era perfectamente válida aún desde el punto de vista legal. Entre los deberes de todo funcionario público está actuar por lo menos con neutralidad. La ley lo dice textualmente:

"Debe actuar con absoluta imparcialidad política, económica o de cualquier otra índole en el desempeño de sus funciones demostrando independencia de sus vinculaciones con personas, partidos políticos o instituciones". Código de Ética de la Función Pública, Ley 27815.

Parece que hace falta incluir el término "religioso" de manera explícita en las leyes para que esta no pase de soslayo y hacer cumplir la aspiración de un Estado laico. Pero esto es algo que parece muy difícil en el Perú, un país que, según un último estudio de Gallup, desgraciadamente se ubica entre los diez más religiosos del mundo, junto a Ghana, Kenia, Irak y Macedonia, entre otras del mismo grado de subdesarrollo. En el otro lado del espectro religioso, los países que exhiben menor religiosidad son no solo más prósperos sino más pacíficos. Entre estos se encuentran Francia, Dinamarca, Noruega, Suecia.

La aplastante mayoría religiosa en el Perú seguirá, lamentablemente, dictando la pauta política mientras que unos pocos, tachados como "el peligroso ateísmo", apenas podremos exponer algunas ideas.

1 comentario:

  1. Excelentes comentarios! Felicitaciones por sus puntos de vista democráticos y modernos!

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